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“Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.  Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es” Lucas 9:49

 Este pasaje nos muestra con suficiente claridad el espíritu sectario que no solo abundaba en el corazón de Juan, sino que también en  lo profundo de cada uno de los seres humanos. Siempre existe el anhelo egoísta y hasta ególatra  de exclusividad y de distinción del resto de los individuos.

Por tal razón, es necesario abordar este tema con mucha altura de mira, pidiendo al Señor que nos de su humildad y sumisión a la su Palabra.

Si bien la etimología u origen de la palabra “secta” solo alude a la acción de seguir una ideología o pensamiento determinado, con el tiempo, la definición de la palabra “secta” fue acompañada de conceptos negativos de mala categoría. Una persona sectaria era y es considerada como un individuo exclusivista y que junto al grupo que lo representa, sienten ser diferentes, mejores o con un distintivo que los destaca del resto.

El psicólogo norteamericano Michael Langone definió a una “secta” de la siguiente manera:

“Secta es un grupo o movimiento, que exhibe una devoción excesiva a una persona, idea o cosa y que emplea técnicas antiéticas de manipulación para persuadir y controlar (a sus adeptos); diseñadas para lograr las metas del líder del grupo; trayendo como consecuencias actuales o posibles, el daño a sus miembros, a los familiares de ellos o a la sociedad en general” (Fuente: enciclopedia libre Wikipedia).

Atendiendo a esta definición bastante acertada, cabe señalar que el cristianismo fue considerado en el primer siglo como una secta, ya que un grupo de personas,  siguiendo las enseñanzas de Jesús de Nazaret,  se apartó de la religiosidad ortodoxa de la época, es decir, del judaísmo tradicional.

“Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos” Hechos 24:5

No obstante, es menester hacer una salvedad que reivindica al cristianismo legítimo legado por nuestro Señor Jesucristo y que lo aparta de la categoría de una simple secta como tantas que la historia ha registrado en sus anales.

Debemos entender que por el hecho de que Cristo no fue un hombre común y corriente, sino que Dios hecho carne, sus seguidores no conforman una secta ideológica seguidora de un individuo en particular, sino que constituyen lo que se conoce como “la iglesia” que es el grupo de creyentes en la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.

Sin embargo, la misma historia también nos muestra como el hombre insatisfecho con la sola autoridad de las santas escrituras, ha transformado la base del cristianismo legítimo, en un armazón sectario cuyo saldo ha sido destrucción, confusión y muerte. El apóstol Pedro lo advirtió de la siguiente manera:

“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” 2 Pedro 2:1

Tan solo recordemos  los episodios desde el siglo III y IV D.C. donde aparecen nuevas voces y nuevas escuelas de pensamiento que se desapegan del cristianismo histórico y sencillo, dando pasos a grupos e ideologías sectarias.

Pero sin duda,  que fue en el siglo XIX donde se produjo el nacimiento de las mas afamadas sectas cuyos mentores y líderes revivieron las antiguas escuelas de pensamiento e ideas innovadoras, tales como, los testigos de Jehová y  Charles Taze Russel, los adventistas del séptimo día con William Miller y Ellen G. Withe o los afamados mormones o santos de los últimos días con su mentor Joseph Smith. Estas 03 sectas son las más connotadas, sin mencionar al sabelianismo con sus seguidores los “solo jesús o unitarios”, la teosofía o la ciencia cristiana.

Ya en el siglo XX vemos surgir algunas sectas que dejan una triste e inolvidable huella en la historia. Por ejemplo, recordemos la secta “el templo del pueblo” fundada en el año 1953 por el predicador norteamericano Jim Jones,  un hombre dominante y persuasivo que con un mensaje de  redención lejos de la Palabra de Dios, llevó en el año 1978 a 913 individuos a suicidarse en Guyana,   bebiendo cianuro,  entre los cuales había 270 niños.

No de menor importancia es la secta  de los “Davidianos” cuyo líder,  el predicador norteamericano David Korech y sus falsas enseñanzas, llevó a 54 adultos y 21 niños  a la muerte mediante el tristemente célebre  episodio de Waco Texas USA en el año 1993.

Y así podríamos seguir citando esta nutrida lista de sectas, sus líderes fundadores y sus respectivos y fieles séquitos, por ejemplo la secta “moon” o iglesia de la unificación, “los niños de dios”, la “pura verdad”, etc. etc.

Pero, ¿Qué lleva a la gente a integrarse a una secta sin discernir que pertenece a una?

Podríamos decir que la gente esta harta de la religiosidad e hipocresía de las iglesias tradicionales, de sus dogmas humanos y prohibiciones extra bíblicas, de la hegemonía despótica de sus ministros, del uso y abuso de las recaudaciones que cada corporación le extrae a la fuerza a sus membresías, etc. Pero sin duda, el principal de los factores que promueven este paso, es el desapego a la única luz que alumbra lo tenebroso o difuso que se pueda  volver el camino en un momento dado; me refiero a la Palabra de Dios, la biblia.

Aquel individuo que quiere buscar la verdad sin subordinarse y sumergirse en el mar de las santas escrituras corre el terrible riesgo de embarcarse en una secta cuyo puerto final podría ser el mismo infierno. Ni siquiera la fidelidad y endoso de la responsabilidad a su líder le podrá salvar o servir  de argumento al momento del juicio,  ya la que la biblia enseña:

“…si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” Mateo 15:14

Cada persona que  emprende este viaje en una secta, se vuelve exclusivista, es decir, piensa que la verdad esta solo en su grupo y que el líder o fundador es algo así como un hombre escogido de manera singular y especial por Dios para llevar la bandera de la verdad. Los miembros de una secta “podrán las manos al fuego” por su líder y jamás pondrán en duda su palabra.

Alguien dijo de manera muy acertada, que una secta es como un grupo de personas que están por mucho tiempo  en una habitación completamente oscura y hermética, pensando que solo eso es la realidad existente, pero cuando accidentalmente se abre un agujero por donde pueda ingresar la luz del sol, se descubre que sí hay otra realidad que se debe conocer. Esta descripción se hace muy evidente cuando escuchamos algún testimonio de una persona que estuvo por largo tiempo en una secta y luego conoció la libertad de Cristo y su Palabra.

Las enseñanzas sectarias ordenan  a sus feligreses a no escuchar ni leer propuestas contrarias a la enseñanza oficial, en otras palabras es como un llamado al suicidio intelectual. Las sectas prohíben y se autoexcluyen de la sociedad.

Pero lo mas sintomático y que es digno de destacar de manera especial, es un asunto que a veces se vuelve reiterativo, pero que esta también enquistado en el corazón de la iglesia evangélica, me refiero a la deificación del hombre.

Los grandes errores de la humanidad partieron  desde que el hombre se puso en el lugar de Dios. Desde el mismo Edén vemos este triste espectáculo.

Cuando un hombre se siente privilegiado por Dios a diferencia de sus hermanos, es porque estamos frente un potencial promotor de una secta y eso le puede pasar a cualquiera de nosotros, por tal razón, es necesario abordar este estudio de manera personal y no solo quedarse en el clásico análisis de las famosas sectas que todos conocemos. Ya el apóstol Pablo le advertía a Timoteo:

“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina” 1 Timoteo 4:16

Si alguien piensa que el peligro no está en nosotros mismos, aquel es un candidato a transformarse en sectario y de enseñanza exclusivista.

Debemos reconocer que en nuestra amada iglesia evangélica abundan muchos que se presentan  con este espíritu sectario, exhibiéndose casi infalibles, tanto así que al escucharlos, suena como una disertación sistemática de sus “virtudes y logros” en lugar de exaltar solo a Cristo.

No podemos negar que dentro de la iglesia de Cristo, abunda aquel espíritu arrogante y sectario que maltrata a sus feligresías y condena a cualquiera que no comparta con su enseñanza.

Una de las herramientas mas frecuentes que las sectas y sus líderes utilizan para conservar fieles a sus membresías, es la enseñanza del terror.

Temor al juicio de Dios, temor a irse al infierno, temor a la soledad, etc. son algunas de las columnas de los sectarios. Con esta manera de enseñar en las sectas, las personas no respetan a sus líderes, sino que les tienen pánico; no apoyan económicamente por amor, sino que por temor a aquel “dios tirano y severo” que nos exige nuestras rentas, no sirven por amor al Señor, sino que por ganarse los favores divinos y no irse al infierno.

Este detalle, se comprueba fielmente en personas que desean salir de las sectas; son individuos llenos de temor y no logran concebir a un Dios y Padre amoroso ya que solo lo contemplan con su mano de justicia y de fuego consumidor.

Las sectas, fueron, son y serán la antítesis del cristianismo legítimo. En las sectas,  el hombre alcanza la estatura de co-redentor ya que la salvación es por obras y cumplimiento irrestricto de normas y doctrinas que cada institución, líder o fundador impone; en el cristianismo legítimo, el hombre es salvado por la sola fe y la gracia de Dios (Ef. 2:8.9). En las sectas,  el líder es un hombre con una distinción y poder especial que Dios le ha otorgado y su palabra es ley; en el cristianismo legítimo tanto el líder como  cada uno de los hermanos tiene la misma estatura en Cristo (Mat. 23:8). Las sectas son excluyentes, pero el cristianismo legítimo es incluyente (Sant.2:1)

No debemos desconocer que ante esta descripción, el espíritu sectario no solo es asunto de las afamadas sectas que ya hemos mencionado, sino que dicho espíritu puede asilarse y crecer en medio del seno de la iglesia cristiana. Por tal motivo, es necesario recibir esta advertencia de manera personal.

Amado hermanos, que El Señor nos ayude a entender este importante tema que a veces esta más cerca de lo que pensamos. Que así sea, Amén.

PEL 2011

Categorías: Apologética

3 comentarios

iliana salazar ehrnandez · 13 de octubre de 2013 a las 19:51

gracias por este estudio ,todos debemos de saber identificar lo que es el cristianismo legitimo.la bendición de Dios sea sobre ustedes.

Ramon Monsalve · 17 de octubre de 2013 a las 20:19

de acuerdo en todo a la luz de la biblia.por favor quiero que tomen el tema de los que caen en las iglesias evangèlicas,no encuentro respaldo bìblico a este fenòmeno.

Gustavo Plaza (España) · 22 de octubre de 2013 a las 12:07

El sectarismo en las iglesias evangélicas es cada día mas evidente. Se utilizan las mismas técnicas de manipulación emocional que utilizan las declaradas oficialmente como sectas. Se promueve una fe ciega al líder basada en evidencias y argumentos bíblicos pero sin enfatizar que el líder pierde toda autoridad cuando se desvía de la Palabra(única autoridad). Se quieren llenar iglesias como fin último perdiendo de vista el verdadero objetivo del Evangeliario: salvación, sanación, restauración y vivir una vida virtuosa acorde a las enseñanzas del Maestro. Pidamos al Señor que nos de la suficiente valentía y discernimiento para denunciar estos hechos sin ningún temor ni complejo.

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