«¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?» Mateo 20: 15.

El texto nos habla de un padre de familia que sale en horarios diferentes a buscar obreros para que trabajen en su viña. Al término del trabajo, a cada uno de ellos le pagó un denario, y los que fueron contratados en la mañana, reclamaron indicando que no era justo recibir lo mismo que aquellos que solo trabajaron en las horas de la tarde. Ciertamente, olvidaron que el precio de cada trabajador es el mismo y que las obras o la cantidad de producción no alteraría la decisión soberana del dueño de la viña.

Bien sabemos que el padre de familia y dueño de la viña, es Dios. El es soberano y todo lo que su alma desea, eso hace. El dispensa su gracia y gratifica, no al que mas hace, sino al que menos. Como dice su Palabra: “No por obras para que nadie se gloríe” Efesios 2:8-9

O en otra parte agrega:

“Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9:16)
Sin duda alguna, el atributo de Dios más resistido por el ser humano, es su soberanía. La palabra misma indica potestad, mando y señorío que solo le pertenece a Dios. “ Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” Romanos 11:36

Con justa razón el predicador inglés Spurgeon dijo una vez:

“… no hay doctrina más odiada por la persona mundana, ni verdad que haya sido más maltratada, que la grande y maravillosa, pero real, doctrina de la Soberanía del infinito Jehová. Los hombres permitirán que Dios esté en todas partes, menos en su trono. Le permitirán formar mundos y hacer estrellas, dispensar favores, conceder dones, sostener la tierra y soportar los pilares de la misma, iluminar las luces del cielo, y gobernar las incesantes olas del océano; pero cuando Dios asciende a su Trono sus criaturas rechinan los dientes”

Es muy frecuente escuchar por la televisión y la radio a un Dios rogativo, que suplica a sus criaturas a que le acepten. Aparece un Cristo miniaturizado que depende de la voluntad del pecador para salvarles. ¡Qué insulto al Señor!
Hermanos amados, Dios hace como el quiere y ningún hombrecito podrá alterar la decisión soberana de nuestro Dios. El está sentado en su trono, por tanto es el Rey. “…porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria,) por todos los siglos. Amén” Mateo 6:13

PEL2005

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