«Porque los labios de la mujer extraña destilan miel,Y su paladar es más blando que el aceite;Mas su fin es amargo como el ajenjo.» Proverbios 5:3-4

El adulterio produce heridas indelebles. Se podrá hablar de perdón, reconciliación y ánimo de enmendar los errores. Pero una cosa es cierta, las heridas y las cicatrices que produce el adulterio son para siempre.

El adulterio es un proceso sigiloso, lento y casi parece un trabajo de joyería. El diablo lo sabe muy bien , y es por eso que la estrategia que utiliza para hacer caer a un hijo de Dios, es justamente aquella que comienza con la suavidad de este proceso. El sabe que presentar un pecado rápido, grosero e instantáneo, el verdadero hijo de Dios lo rechazará inmediatamente.

La Biblia nos advierte constantemente ante esto. La historia de los hombres que Dios utilizó, siempre revela un punto, en que la firmeza se vio vulnerada por esta tentación que a veces, esta más cerca de lo que pensamos.

David, el rey conforme al corazón de Dios, se vio enredado en los tentáculos del adulterio. El inicio partió por su ociosidad. En lugar de estar donde debía estar, se dedicó a observar la hermosura de la mujer ajena y su desenfreno lo llevó a ser el autor intelectual de un asesinato, y todo, para quedarse con una mujer que no le pertenecía.

Hermanos amados, estemos alerta frente a esta realidad que ha contaminado toda la sociedad. Hoy el adulterio es la cosa más común, se promociona en la TV, y es casi una muestra de virilidad. Amados, huyamos del pecado, no juguemos con el fuego, no seamos confiados de nuestra propia prudencia.
El apóstol Pablo le dice a Timoteo: “Huye también de las pasiones juveniles” 1Tim. 2:22. Esta advertencia me hace recordar el momento oportuno cuando José huyo de las seductoras garras de la hermosa esposa de Potifar

En el hermoso proverbio citado arriba, Dios nos advierte los letales resultados del adulterio; ellos conducen a la muerte.
Hermanos, bebamos del agua de nuestra propia cisterna, busquemos nuestra recreación y alegría en la mujer de nuestra juventud, que sea como nuestra amada gacela cuyas caricias nos satisfagan en todo (Prov. 5:15-19)

PEL

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2 Comments

Luisa cruz benito · 13 de noviembre de 2013 at 20:40

Se necesita temor aDios para huir del adulterio que produce mucho dolor

Juvencio Inga · 19 de diciembre de 2013 at 07:30

Lo cierto es que este pecado esta arraigado en la iglesia evangelica,a la pregunta ¿a que se debe? creo que es sencillo. Los creyentes no se han dejado gobernar por el Espiritu Santo, no han puesto en su cerebro la ley d Jehova que es perfecto que convierte el alma. No han almacenado la Palabra y el Temor de Dios en sus corazones. esa es verdad.

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