“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mateo 18:20

Desde siempre, Dios ha querido habitar en medio de su pueblo. El no desea estar fuera, alrededor o sobre, sino que en medio de su pueblo.
El siempre ha sido el centro de todo, y todo es de EL, por EL y para EL (Romanos 11:36).

Desde el génesis se observa ese deseo ardiente del Creador de habitar en medio de su creación. Había una perfecta comunión y estrecha relación entre Dios y el hombre que, como bien sabemos, se rompió por causa del pecado.
Pero nada estaba fuera de la sabiduría y presciencia de Dios. Era parte de su plan y diseño eterno. La eterna misericordia y la eterna gracia debían ser manifestadas hacia la rota relación con el hombre y con la creación por causa del pecado.

Fue así cuando Dios comienza a pactar con hombres a los cuales los declaraba justos, no por obras, sino que por el puro afecto de su voluntad. Y de esa manera, se efectuaba la mediación tan anhelada por nuestro bendito Creador.

Sin duda, que uno de los hechos extraordinarios y que reflejan fielmente aquel sentir de Dios para con el hombre, es la construcción del tabernáculo de reunión. En medio de un pueblo en pecado, se levanta una tienda cuyo morador es el mismo y bendito Dios eterno. Recordemos que la tienda no se puso fuera ni alrededor de las tribus de Israel, sino que en medio de sus amados.
Es el bendito Emmanuel; Dios con nosotros el que desea habitar en medio de nosotros, ciertamente en el tiempo de Moisés, en medio de sombras figuras y emblemas, pero mas tarde todo aquello iba a ser revelado en la persona de Jesús, el Hijo de Dios, Dios hecho carne morando, caminando y habitando en medio de su pueblo.

Amados hermanos, no hay visita mas ilustre y mas suprema, que la presencia de nuestro Señor Jesucristo en medio de la iglesia. El mismo lo enseño, y su anhelo es estar en medio y no en otro lugar.
Es necesario que seamos Cristo céntricos, es decir, que Cristo more en medio de nuestras reuniones, de nuestro sermones y actividades. Que lejos este de nosotros la realidad de aquella iglesia de Laodicea que goza de todo lo material, pero no tiene el privilegio de tener en medio a Emmanuel. En esa iglesia, Cristo ha retirado su candelero y esta fuera.
Amados, su presencia no esta condicionada a la infraestructura, prosperidad económica o la cantidad de personas que se reúnen en su nombre; El habló de dos o tres como número suficiente para gozar de su bendita presencia.

PEL2006

 

 

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