“Ninguna ofrenda de cereal que ustedes presenten al Señor se hará de masa fermentada, porque en una ofrenda al Señor presentada por fuego no se deben quemar ni miel ni levadura. Llevarán al Señor levadura y miel como ofrenda de primicias, pero no las pondrán sobre el altar como aroma grato” Levítico 2: 11 – 12

Siempre me ha llamado la atención lo que Dios nos quiere representar en dos ingredientes tan domésticos como lo son la miel y la levadura.

La levadura produce la fermentación de la masa; la infla, la agranda, la hace más atractiva. Es obvio que un pan esponjoso es mucho más apetitoso que uno duro.

Por consiguiente, la levadura ablanda la masa, la hace digerible y aceptable.
Por cierto, la palabra de Dios nos señala con mucha precisión que la levadura es símbolo del pecado y las ofrendas que contenían este ingrediente, no eran de aroma grato a la presencia del Señor.

Por su parte, la miel simboliza la dulzura del pecado. La vanidad, la suavidad licenciosa y engañosa. Recuerdo aquel proverbio que dice Porque los labios de la mujer extraña destilan miel…mas su fin es amargo como el ajenjo (Prov. 5: 3-4)
La miel seduce, atrae, cautiva y lleva a multitudes a ser consumidos por la amargura del pecado.

Amados hermanos, estamos viviendo un tiempo profético que anuncia la inminente venida de nuestro Señor Jesucristo.

La Palabra de Dios ha sido rebajada a un mensaje lisonjero, lleno de toda levadura y miel, inflando la masa del pecado y cautivando a muchedumbres a un torbellino de dulzura cuyo fin es amargo como el ajenjo.

Al Señor Jesús le criticaron la dureza de sus palabras (Juan 6: 60), y hoy ocurre lo mismo con aquellos que se levantan en contra de la apostasía y el pecado; se les dice palabras tan melosas como: “ Te falta amor” , “Dios es amor” “Dios ama al pecador” , pero nunca indican que Dios es amor y también fuego consumidor, que ama al pecador, pero aborrece el pecado.

Hermanos amados, es el tiempo de la iglesia tibia, pusilánime, que claudica, que no esta dispuesta a dejar su cabeza en una bandeja tal como lo hizo Juan el Bautista cuando denunciaba el pecado de Herodes. Dios nos ayude a sufrir penalidades como buen soldado de Jesucristo.

Cristo dijo: “ ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas” (Luc. 6:26)

PEL2005

Categorías: Devocional

1 comentario

José González · 1 de diciembre de 2020 a las 08:04

Saludos desde españa. Encontré este devocional por «casualidad» (sabemos que Dios todo lo controla) y he leído cosas que necesita recordar. Dios os bendiga hermanos.

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