“Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa” Lucas 14:23

  Durante mucho tiempo se ha enseñado que el evangelio es una invitación de parte de Dios hacia el hombre pecador, y que este último es quien toma la decisión final para buscar a Dios. En otras palabras, según esta idea, el éxito y la eficacia de la  obra de la salvación, no depende del Soberano, sino que de la decisión de la criatura.  Es decir, esta clásica enseñanza plantea que Cristo hizo su parte en la Cruz, que quiere salvar al pecador, pero no puede salvarlo a menos que el pecador acepte la invitación para vida eterna. Podríamos decir con este tipo de ponencia, que el grito de victoria del Salvador  “consumado está” no tiene eficacia hasta que el pecador lo decida.

 Esta enseñanza viene a ser una gran falacia una vez que se confronta con la maciza doctrina de la salvación que presenta la sagrada escritura.

Las palabras del Señor Jesús contienen abundantes argumentos que anulan la mera posibilidad de que el hombre muerto en delitos y pecados (Ef. 2:1) pueda tener la iniciativa de buscar a Dios o aceptar la aparente invitación del evangelio. Un muerto no tiene voluntad y no puede decidir ni deliberar; sus oídos, sus ojos y todos sus sentidos están inhabilitados por causa de la muerte. Es la muerte espiritual que presentan todos los seres humanos al momento de nacer y más aún desde el vientre de nuestra madre.

 “He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” Salmos 51:5

 Un muerto no puede acudir a ningún banquete o invitación, no puede pedir ayuda, no puede razonar ni puede salir de su condición por voluntad propia, a menos que  alguien le dé vida.

 “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” Efesios 2:1

 Esta es la condición natural de todos los hombres; muertos en delitos y pecados, por lo tanto, nadie en esta condición puede decidir, a menos que El Señor otorgue la vida, tal como él lo enseño:

 “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida” Juan: 5:21

 Considerando solo algunos  pasajes que son parte del contundente argumento bíblico respecto a este tema, ya podemos comenzar a analizar el significado de la enseñanza que el Señor Jesús trazó y que se presenta en el texto que encabeza este estudio. Es el  relato que habla de aquel hombre que hizo una gran cena y convidó a muchos, los cuales  no vinieron.

 Todos con excusas que revelaban su verdadero interés, es decir, nadie quiso ir; ni aún los inválidos, cojos, mancos y ciegos. Por tal razón, el padre de familia entregó al siervo una imperativa instrucción: “Fuérzalos a entrar”.

La Palabra de Dios enseña que los invitados que acudieron a la gran cena y que  llenaron la casa del padre, no entraron voluntariamente, sino que fueron forzados a entrar. Ellos no querían, pero no pudieron resistir la voluntad de aquel que llama.

 “… ¿quién ha resistido a su voluntad?”  Romanos 9:19

 “Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” Romanos 11:29

 El asunto de la soberanía de Dios nunca ha sido un tema que le agrade al hombre, debido a que esta confronta su orgullo y su soberbia. La lógica del hombre es conforme al pecado de la independencia de Dios, por lo tanto, las decisiones, sean estas buenas o malas, es un asunto exclusivo del hombre y no de Dios. No obstante, la biblia es clara en enseñarnos absolutamente lo contrario, ya que quien toma las decisiones es Dios y el hombre quiera o no, tendrá que obedecer. Los hombres podrán hablar de Dios, aceptarlo como el dador de la vida o de bendiciones, considerando en gran estima a su hijo Jesús como el mensajero de paz y de amor, aquel nacido de una virgen en un humilde pesebre y aquel joven trabajador del taller de carpintería de su padre; pero el problema se presenta agudamente cuando aparece colosalmente la verdad irrefutable de la soberanía de Dios quien hace lo que quiere.

 “Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho” Salmos 115:3

 “Pero si él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo” Job 23: 13

 Según el texto que estamos analizando, la voluntad del padre de familia que preparó aquella gran cena, era que se llenara su casa. El invitó, pero nadie quiso venir, no obstante, el imperativo del padre prevaleció, ya que aquellos que no querían venir, fueron forzados a entrar. En otras palabras, la infinita voluntad de Dios prevaleció por sobre la resistencia del pecador. Esa es la gran enseñanza de aquel pasaje. El hombre no solo no quiere oír ni aceptar cualquier invitación que provenga de  Dios, sino que aún más, el hombre no puede hacerlo porque está inhabilitado para aquello.

 “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” Romanos 9:16

 Recordemos un pasaje extraordinario y que nos aclara aún más esta tremenda enseñanza que nos presenta la Palabra de Dios.

Me refiero a la experiencia de Lot, aquel sagaz y oportunista sobrino de Abraham quien  escogió ir a vivir junto a Sodoma,  paradigma de lo que aquel entonces significaban  los placeres de este mundo. De verdad que si el apóstol Pedro no dijera que Lot era justo, es decir, que fue justificado, ninguno de nosotros podría pensar que él fue salvado. Pero la potencia de la  gracia de Dios nos deja muchas veces perplejos.

 “y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados

(Porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos)” 2 Pedro: 2: 7-8

 El día de su rescate, previo al juicio de Dios que cayó sobre Sodoma, descubrimos que no fue la voluntad de Lot dejar la ciudad y cambiar de giro para ser salvo. Fue Dios quien,  por medio de sus siervos ángeles, forzó la salida de Lot para preservación de su vida.

 “Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad. 

Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad” Génesis 19: 15-16

 En este relato se ven todos los elementos del evangelio. En primer lugar el pecado irrefutable del hombre materializado en la población de Sodoma, donde los niveles de degeneración solo hacían presagiar la intervención del dedo de Dios y la revelación de su ira. En segundo lugar, observamos la salvación y el mensaje del evangelio que desciende desde arriba. Fueron los ángeles quienes portaron la buena nueva de Dios, advirtiendo que el juicio justo y santo se aproximaba a aquella ciudad maldita por causa del pecado; fueron ellos que presentaron lo inevitable de la justicia de Dios que determina que la paga del pecado es muerte, pero también revelaron la única escapatoria y salida que se resume en aquel “pero la dádiva de Dios es vida eterna”.

En tercer lugar, vemos al hombre rebelde que se detiene y que no obedece al llamado de huida y de escape. Ahora es Lot quien se detiene; tal vez a contemplar su ciudad, sus recuerdos, sus pertenencias, sus inversiones, etc. No estaba en él la salida abrupta y urgente.  En cuarto lugar, vemos la irresistible voluntad de Dios, la cual se materializa mediante la actitud violenta de los ángeles quienes asieron de la mano a Lot para “forzarlo” a salir de la ciudad.  Finalmente, vemos que la salvación de Lot y de parte de su familia fue según la misericordia de Jehová para con él.  En otras palabras, Lot no fue salvo por haber aceptado una supuesta invitación de Dios, por el contrario, el

Imperativo y voluntad de Dios era salvar a Lot y por lo tanto, fue forzado a salir por los ángeles. Que relato más ofensivo a nuestro orgullo.

 “…nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” Tito 3:5

 Otro pasaje presentado por nuestro Señor y Salvador Jesucristo que refuerza esta evidencia doctrinal, y que también además ofendió a la multitud que lo escuchaba,  fue el siguiente:

 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero” Juan 6:44

 A partir de este pasaje, se produjo una polémica entre los que escuchaban al Señor Jesús, y  desde entonces muchos volvieron atrás y lo abandonaron. Inclusive los más cercanos pidieron razones de expresiones que consideraron terriblemente ofensivas.

El texto citado, anula la voluntad del hombre, y pondera haciendo prevalecer la sola irresistible voluntad de Dios; esto sí que es ofensivo para el hombre, por tal razón muchos dejaron de seguir a Jesús.

 El tema de la soberanía de Dios nunca ha sido bien recibida por las mayorías. Mientras que muchos  se enfurecen y se sienten ofendidos cuando se enseña que la salvación no depende de lo que haga o deje de hacer el hombre, unos pocos que han sido hechos convictos del Espíritu Santo,  alaban al Señor por esta verdad irrefutable.   Al hombre le irrita en lo más profundo de su ser el escuchar y aún más el aceptar que su propia voluntad es doblegada por la soberana voluntad de Dios.

 Al respecto, recuerdo una predicación que pretendía  explicar y acomodar la experiencia de la  liberación del pueblo de Dios,  Israel,  frente a un obstinado faraón cuyo corazón se endurecía cada vez más.

 “Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo” Éxodo 4:21

 Según la interpretación humanista,  que no acepta las decisiones soberanas del Dios todopoderoso, se enseña que no fue Dios quien endureció el corazón de Faraón, sino que al ver la propia dureza e inflexibilidad del egipcio, Dios no podía obrar en él y por lo tanto, este continuaba en su obstinación. Pero Dios pacientemente esperaba que algún día faraón se doblegara ante él. De esta manera, según esta enseñanza humanista, todos los hombres tienen la oportunidad de escoger, entre abrir su corazón a Dios o definitivamente endurecerlo.

 Evidentemente, con una interpretación así, el protagonismo no recae en el Dios soberano, sino que en la criatura. No es Dios quien busca al pecador, sino que el pecador quien busca a Dios, no es Dios quien toma la decisión de salvar a alguien, sino que es la criatura quien decide salvarse. Aquello no es lo que enseña la biblia. El pasaje citado es categórico y no resiste otra interpretación, ya que en la sana exégesis y correlación con todas las escrituras, jamás se presenta a un “dios” mendigando y rogando a sus criaturas. Como dice en otro pasaje de la biblia, Dios endureció el corazón del faraón para mostrar su poder y su gloria según sus planes predeterminados.

 Tenemos que tener mucho cuidado al momento de enseñar o interpretar un pasaje de la biblia, ya que no debemos y no podemos torcer la enseñanza por que la aplicación literal no encaja en nuestra razón o en nuestra lógica. Es evidente que para nosotros es absolutamente ilógico entender que si Dios quería liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto, endureciera constantemente el corazón de faraón, no obstante, es eso lo que justamente enseña la biblia sin ninguna interpretación. Dios endureció constantemente el corazón de faraón para mostrar su poder y su gloria según el mismo apóstol Pablo lo declara en la epístola a los Romanos.

 “Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.  De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece” Romanos 9: 17-18

 El asunto se aclara cuando invertimos la posición del protagonista, es decir, si a Dios lo rebajamos a nuestra condición humana y con nuestra lógica, es obvio que el protagonismo lo tendría faraón,  quien pasaría a ser el soberano que toma las decisiones, y Dios dependería  de aquello.

Al contrario, si concebimos a Dios como el Rey soberano tal cual lo presentan las santas escrituras, no nos costará aceptar que es él y solo él quien toma las decisiones conforme a sus planes. Y eso fue lo que él hizo; endureció el corazón de faraón como la biblia lo dice literalmente, para mostrar su poder y su gloria.

 De igual manera, la gran cena esta lista y el Dios soberano y todo poderoso tiene sus  “invitados” quienes quieran o no, tendrán que venir porque el Rey los ha escogido y los ha forzado a entrar. Esta aparente invitación, termina revelándose a los que son suyos y tienen la mente de Cristo, como un mandamiento o decreto imperativo que ninguna de las criaturas señaladas podrá resistir. Es la voz potente del evangelio y las palabras de Dios todo poderoso que con el lazo de su amor nos atrae a él, doblegando nuestra rebelde voluntad.  El Señor Jesús, dijo con tanta precisión:

 “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” Juan 10:27-28

 La voz del Salvador es imperativa y sus ovejas responderán a ese mandamiento, y serán forzadas a entrar en la mano del Señor, desde donde nada ni nadie las podrá arrebatar. El que tiene oídos para oír, oiga.

 Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo le abra el corazón y pueda comprender este trascendental tema. Que así sea, amén.

 PEL07/2013

Categorías: Devocional

8 comentarios

Ricardo · 2 de octubre de 2013 a las 08:07

Extraordinario artículo hermano, Alabado sea el Señor.
Saludos desde uruguay ,paz del Señor !!!

    Pablo · 2 de octubre de 2013 a las 17:19

    Estimado hermano Ricardo, muchas gracias por su visita y dejar sus comentarios.

    Saludos en Cristo!

Ximena · 4 de octubre de 2013 a las 09:05

Extraordinario …… Como se nos ubica en la real posición que tenemos delante
de nuestro Gran y Soberano Dios !!!!!
Y pensar que por tanto tiempo dije y creía : soy salva porque recibí
a Cristo en mi corazón , como ???? » tomando una decisión»!!!! cómo sí
esto pasara por mi ….. Sin embargo en su misericordia, habían pasajes
en la Escritura que me movían el piso y ahora claramente entiendo el
porque.
Que el Señor le bendiga hermano Pablo

Felix Torres · 5 de octubre de 2013 a las 22:28

me han edificado bastante sus devocionales , gloria a Dios.

JORGE MOLINA · 18 de diciembre de 2013 a las 15:34

BUENO

JORGE MOLINA · 18 de diciembre de 2013 a las 15:37

DIOS FUERZA A TRAVES DE CIRCUSTANCIAS,LA MAYORIA DE NOSOTROS SE HA CONVERTIDO EN UN MOMENTO DOLOROSO,EN UNA CALAMIDAD,O SEA DIOS PERMITE CIRCUSTANCIAS DIFICILES QUE NOS LLEVAN A LA BENDICION ,POR ENDE TAMBIEN AL CIELO,PUES DICE EN EL MUNDO TENDREIS AFLICCION

Judith · 10 de julio de 2014 a las 12:58

WAOOOOOOOOOOOO! ME VOLO LA TAPA DE MI CABEZA.
DESDE MIS INICIOS EN LOS CAMINOS DE SEÑOR ME PREPARE PARA EL EVANGELISMO Y SIENTO PASION POR HACERLO, DONDE VOY EVANGELIZO, EN LAS ESPERAS DE LOS CONSULTORIOS ODONTOLOGICOS, MEDICOS, EN LAS PARADAS DEL METRO, EN LOS VIAJES, DONDE VAYA BUSCO, HUELO LA OPORTUNIDAD PARA EVANGELIZAR Y SI VEO QUE NO TENGO TIEMPO SUFICIENTE LANZO UNA SEMILLITA, UNA PALABRA PARA QUE LA PERSONA REFLEXIONE, UNA PROMESA DE DIOS Y ORO EN MI CORAZON PARA QUE EL ESPIRITU LA ABONE Y DIOS PADRE LA MULTIPLIQUE EN E NOMBRE PODEROSO DE JESUS!
MUCHISIMAS VECES, LA MAYORIA LAS PERSONAS HACEN LA ORACION DE SALVAACION, PERO OTRAS NO, Y ATRAVES DE LOS 15 AÑOS QUE TENGO CAMINANDO CON EL SEÑOR ME HE PUESTO A ANALIZAR… COMO ES POSIBLE QUE UN PECADOR RESISTA TAN MARAVILLOSO REGALO, Y QUE HABIA QUE ESPERAR POR SU DECISION, ES DECIR, EL PODER DE DIOS Y SU OBRA REDENTORA QUEDABA PARALIZADA HASTA ESPERAR POR SU VOLUNTAD, QUE REBELDIA TAN GRANDE! AHHH AHORA ENTIENDO LA EXPRESION FORZARLOS A ENTRAR, NADIE SE PUEDE RESISTIR A LA VOLUNTAD DEL PADRE, AHORA ENTIENDO LAS CIRCUNSTANCIAS ADVERSAS, O ENTRAS O ENTRAS,..GRACIAS SEÑOR POR LA REVELACION, TE AMOOOOOOOOOOOOO! AYUDAME A PERMANECER EN TI Y EN TU VOLUNTAD.

Ramón Adalid Chacón · 11 de febrero de 2023 a las 02:01

Costó encontrarlo, pero al fin logre ver un versiculo con la profundidad y claridad que no deja dudas de la interpretación del texto, poniendo siempre por encima la soberania de Dios.
Bendiciones.

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