Pero vosotros no dejéis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos Mateo 23:8

Esta es una de las enseñanzas más olvidadas de nuestro amado Señor Jesucristo. Él simplemente les dice a sus discípulos que “no dejen (no quieran) que nadie les llame “rabí”. La palabra “rabí” es una transliteración del hebreo “Rabbi” que significa literalmente “el más grande”, pero que en la práctica denota el título que el discípulo le otorgaba a su maestro. Era un término muy utilizado entre los fariseos y los escribas. El contexto del versículo citado y que nos entrega esta importante enseñanza tiene ese hilo conductor; son los fariseos que encabezan el párrafo del capítulo 23 de Mateo. Los escribas y fariseos siempre gustaban ser llamados “rabí”, y esto, debido al enorme cúmulo de conocimiento de las escrituras cual decano de alguna facultad universitaria. El Señor dice: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos” (Mateo 23:2). Eran personas muy importantes. Social, académica y religiosamente hablando.

Pero El Señor se dirige a sus discípulos advirtiéndoles a que no fueran como los escribas y fariseos; porque la gloria y recompensa de ellos estaba en su estatura social, académica, e inclusive en sus extravagantes atuendos que los distinguían del resto. Note Ud. la severa crítica que El Señor hizo respecto a esto:

“Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.  Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; más no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.  Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.  Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;  y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas,  y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí” Mateo 23: 1-7

Al final del texto dice: “aman…que los hombres los llamen: Rabí, Rabí”. Pero el versículo 8 dirigido a los verdaderos creyentes el propio Señor les dice: “Pero vosotros no dejéis que os llamen Rabí”

Recordemos que los religiosos de la época ninguneaban a nuestro Señor Jesucristo, precisamente porque su enseñanza no provenía de la “catedra de Moisés”. Para algunos Jesús era solo “el hijo del carpintero” (Mateo 13:55), “aquel que no tenía estudios” (Juan 7: 15) y “aquel que venía de Nazaret”, (Juan 1: 46). Es el Hijo de Dios quien nos entrega esta tremenda, pero subestimada enseñanza: “…no dejéis que os llamen Rabí”. El ministerio de Cristo Jesús, no se basó en la catedra, ni el los títulos académicos, sino que en la fidelidad a la Palabra de Dios y a su propósito soberano.

A miles de años, esta enseñanza recobra tanta vigencia al contemplar lo que ocurre en medio del pueblo de Dios. Por tal razón, creí necesario compartir este artículo para “desempolvar” la doctrina que habla del más noble de los títulos que una criatura humana pueda obtener en el paso por este mundo; cual es, el de “hermano; el más grande título”

Como alguien de manera directa y firme lo ha dicho: “estamos en tiempos de titulitis aguda” dado que existe una verdadera fiebre por sobresalir de los demás, tan alta, que incluso ha afectado a muchos de los actuales líderes de las iglesias. En lo personal, creo que la misma feligresía ha aportado mucho a esto. Son los propios miembros de las iglesias quienes han permitido que los líderes acepten ser llamados “rabí”; que los aplaudan públicamente, que autografíen sus libros, etc. etc. Sin duda, estamos en tiempos de decadencia y ruina de la cristiandad, no obstante, es el aquel síntoma insoslayable del inminente regreso de Cristo.

En la actualidad es muy frecuente oír acerca del “doctor” que dará una conferencia en alguna iglesia. No basta, ni es suficiente para la feligresía actual hablar simplemente del “hermano fulano de tal”; sino que ahora se debe exhibir el titulo honorifico de “doctor”. ¿Por qué razón se ha subestimado tanto la clara enseñanza del único que es digno de ser llamado maestro, nuestro Señor Jesucristo? ¿Sera que aquella enseñanza ya no está vigente? La respuesta salta a la vista al entender los tiempos que estamos viviendo (que corresponden a los últimos), cuya característica entre otras, es que habrá: “hombres amadores de sí mismos” (2 Timoteo 3:2a). La misma vanidad del mundo se ha apoderado de la iglesia en los últimos días. Hoy ya no se depende del poder de Dios mediante su infalible Palabra, sino que del título que exhibe tal o cual predicador. A eso hemos llegado. Los líderes de iglesias y sus seguidores consumen más tiempo en leer los libros y escuchar los sermones de los “doctores” actuales, que de nutrirse y empaparse directamente del manantial inagotable que la Biblia ofrece a todo aquel que la lee.

Jesús le dijo a los suyos que solamente debían llamarse “hermanos” (Mateo 23: 8b). El lenguaje apostólico tuvo este mismo sello (Hechos 1:15-16, Romanos 1:13, 15: 14-15,30/16:1,14-15, 17, 23, muchos otros) Por ejemplo, Pedro se refiere a Pablo como “hermano” sin usar ningún título nobiliario, aun considerando que él sí era un “rabí” (doctor) de tomo y lomo:

“Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito” 2 Pedro 3:15

Aunque muchos quieran defender sus títulos, aduciendo a que el vocablo original griego para “maestro” en Efesios 4: 11 es “didaskalos”, que puede ser traducido como “doctor”, no podrán con ello negar la doctrina clara y directa de nuestro Señor Jesucristo quien dijo: “no dejen (no quieran) que nadie les llame “rabí” o doctor. Aunque clara y determinante la enseñanza, no obstante, la vanidad y el orgullo humano prevalece ante esta instrucción.

Aquellos que han estudiado la huella que dejaron los “Nicolaitas” en la iglesia primitiva, reconocerán que entre sus doctrinas, estaba el dividir la iglesia en lo que actualmente se conoce como “CLERO” Y “LAICOS”.

Los seguidores del pensamiento nicolaíta, también incorporaron a sus formas, el uso de atuendos que los distinguían de lo seglar. Con el pasar del tiempo, se instituye el uso de sotanas, pectorales y de cuello clerical al más puro ejemplo de la iglesia de Roma. Ellos dicen que aquellas vestimentas los distinguen como “siervos de Cristo”, pero en el fondo no es más que una cómoda conservación de costumbres religiosas y a veces, una vanidosa satisfacción de sentirse distintos a los demás.

Como hemos visto, los fariseos ya tenían esta costumbre de distinguirse de los demás utilizando vestimentas extravagantes, justificándolas mediante la interpretación distorsionada de la torá. El Señor Jesucristo habló categóricamente al respecto:

“Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas…” Mateo 23:5- 6

En la era post moderna, la iglesia cree que la academia y sus títulos harán más eficaz la comprensión y la predicación del evangelio. Con mucha tristeza escuche a un hermano que otrora mantenía el mismo lineamiento de este artículo, sin embargo me dijo: “…El Señor necesita académicos para el reino”. Su declaración me dejó reflexionando acerca de esto, y buscando en las escrituras el argumento que valide y sustente esa sincera, pero lamentablemente errada perspectiva.

La verdad es que Dios no necesita de nuestra academia ni de nuestros títulos. El busca lo vil, lo despreciado y lo que “no es”, para deshacer lo que es (1 Corintios 1: 26-31). Dios perfecciona su poder en la debilidad (2 Corintios 12: 9-10). El Soberano deposita su tesoro en vasos de barro para que la excelencia sea de Él y no de nosotros (2 Corintios 4: 7). Dios busca personas que no califican por “los hombres”, pero Él los califica para Su Gloria.

El creyente debe huir de la gloria que los hombres les quieren entregar. Jesús dijo: “no dejen (no quieran) que nadie les llame “rabí”. Hay una trampa engañosa y letal que satanás usa para atrapar a un siervo de Dios, y esa es la vanagloria. Para el mundo ciertamente es gloria exhibir sus títulos, y cuantos más altos, mejor; pero en Cristo, los títulos y la alta academia, nos encandilan y nos ciegan, porque la levadura que mora en nuestra naturaleza pecaminosa, crece y nos atrapa.

Hay un hecho sintomático que confirma lo que se está presentando en este artículo. Por ejemplo, hoy a los clásicos institutos bíblicos, ahora se llaman “Facultad teológica”. De la misma forma, algunos piensan que el término “pastor” es mayor que “hermano”, pero menor que “obispo”, por lo tanto, hay iglesias que tienen hermanos, pastores y obispos, tal como las jerarquías piramidales ajenas a la voluntad de Dios.

Otro ejemplo lo encontramos en la clásica enseñanza de algunas iglesias donde el pastor es llamado “reverendo o reverendísimo”. Lo que literalmente significa “el más temido y respetado”. ¿La biblia aprueba dar un título así a un hombre? La respuesta es un categórico No. Sin embargo, muchas veces en las iglesias la tradición es más alta y tiene más peso que la enseñanza de Jesucristo que dice: “no dejen (no quieran) que nadie les llame “rabí”.

Qué bueno sería que pudiésemos reconocer esto, e hidalgamente rectificar lo que se ha hecho mal. Hay más virtud en equivocarse y arrepentirse, que jactarse de ser irreprensible. Pero como bien sabemos, eso no ocurrirá. El hombre ama ser admirado y escalar a las alturas merced a sus logros y recibir los amados aplausos. Recordemos cuando Dios le dijo a Moisés:

“No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él” Éxodo 20:26

Cuando el hombre se eleva por sobre los demás, solo queda al descubierto su bajeza e imperfección. La desnudez literal de la que habla el texto citado, también es perfectamente aplicable a la desnudez de la miseria que aún recorre nuestras venas. Es por eso que debemos evitar que nos llenen de pergaminos y de títulos.

Pero estamos en los tiempos de la iglesia de Laodicea. Tiempos difíciles, peligrosos y crueles. En donde los hombres hablan en lugar de Dios. De hecho la misma palabra “laodicea” revela aquello. (Lao: Pueblo – Dicea: Voz). Son los hombres los que dicen lo que tenemos que pensar, hacer y decir. Hoy no es Dios que rige una iglesia a través de su infalible Palabra, sino que ahora lo es la época, la cultura y la academia de los doctores que nos presiden. Sí, hoy vemos más exposición de academia en los predicadores, que el poder de Dios que mana de su Palabra.

Finalmente, podemos decir que en la actualidad, hay muchos que usan la clásica frase “….debemos volver a los principios de la iglesia primitiva” Sin embargo, no se considera en que entre quienes enseñaban en ese tiempo, había pescadores y funcionarios públicos que no tenían academia ni títulos que exhibir. Acaso ¿Estamos dispuestos a aprender de alguien cuyo título es el solo “hermano”?   Quizás alguien dirá: “…pero Pablo no era cualquier persona…él estuvo también en la cátedra de Moisés, estudio con Gamaliel, etc.”. Esto es cierto, pero no es la verdad completa, porque fue el propio Pablo que dijo:

“Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más…. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.  Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura (Gr. estiércol), para ganar a Cristo” Filipenses 4:4-8

Que la gracia de Dios nos dé su humildad para no buscar los créditos humanos, sino que la aprobación de nuestro Maestro. Porque Él es nuestro único Maestro y todos nosotros somos “Hermanos”; el más grande título. Que así sea, amén.

PEL 06/2017

 

Categorías: Devocional

7 comentarios

Luisa · 8 de julio de 2017 a las 10:13

Hermoso estudio…que el Señor nos ayude a ubicarnos y ponga el gozo en nuestros corazones de sentirnos «hermanos».

Jeremias · 8 de julio de 2017 a las 22:35

Buen mensaje

Mihirta Martínez Valdes · 10 de julio de 2017 a las 09:43

Un mensaje que no conocía,gracias ,por llegar a mis manos,lo enviaré al resto de mis hermanos en Cristo.

Camila · 10 de julio de 2017 a las 16:40

Amén !!! Como siempre la palabra del Señor es suficiente y precisa. Gracias al Señor por este hermoso artículo que nos enseña y también que nos ubica delante de Dios y de nuestros hermanos !!! Maranata Cristo Viene ! Amén

Farus · 13 de julio de 2017 a las 17:43

Excelente estudio, gracias mi «Hermano» en Cristo

Que tremendo que muchas veces olvidemos que :

El busca lo vil, lo despreciado y lo que “no es”, para deshacer lo que es (1 Corintios 1: 26-31).

Como dice el Hermano y apostol Pablo en Romanos 12:3 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

Un abrazo, !!!Maranata!!

jorge · 27 de julio de 2017 a las 21:54

gracias estimado hermano por traernos esta enseñanza de nuestro unico maestro como ud menciona , que podamos verdaderamente valorar el mayor noble titulo : HERMANO

El Señor continue bendiciendo sus ministerio escrito

Olga Rosa Arancibia · 1 de agosto de 2017 a las 15:00

Los Papas de la Iglesia romana se han utoimpuesto insolentemente el titulo de Vicario , que significa sustituir a alguien en sus funciones.
El Unico Vicario insistuible de La Iglesia de Jesucristo es Cristo mismo la cual El compro a precio de su sangre preciosa y es la que esta esperando el regreso del Esposo.
Tristemente algunos pastores de la Iglesia evangelica han copiado lo que hace la madre,y ya no quieren ser llamados pastores y menos ser llamados hermanos, han cambiado La Bendita Palabra del Señor y ahora se hacen llamar doctores en divinidad,(entre otros titulos linajudos) usan el mismo cuello clerical de su madre y se sentirian humillados ofendidos y menos cavados si algun hermanito de la Iglesia le llamaren hermano,»son hombres amadores de si mismo» Que El Señor Jesucristo nos guarde y sea El nuestro unico Vicario Señor y Salvador.A Dios la Gloria. Amen Maranata!!

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