“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” Apocalipsis 21:4

La felicidad ha sido la incesante búsqueda del hombre a través de la historia. Muchas fórmulas se ha presentado como medios para alcanzar la plena felicidad. Arduo trabajo, formar hijos, educación, profesionalismo, dinero, adquisición de propiedades, vehículos, éxito laboral, etc, pero ¿Es posible, en este mundo, alcanzar la felicidad con estas cosas o con otras no mencionadas en la lista?

Recordemos las sensibles palabras de Salomón en el ocaso de su carrera. En aquel momento, su recuerdo era como un enorme rollo en donde se proyectaba, cual película, el recorrido de toda su vida. Ante esa escena, lo único que podía decir como sello y conclusión, que todo era vanidad y aflicción de espíritu ( Eclesiastés 1) Tal vez para cualquier humanista, la observación de Salomón, responde a un individuo amargado y con baja autoestima.

Pero la Biblia no enseña la plena felicidad en este mundo. Aquel que haya enseñado que viniendo a Cristo los problemas terminaban, esta completamente equivocado. El transito por este mundo es desafiante y desgastador. Cristo nos invitó a tomar nuestra cruz cada día y a seguirle ( Lucas 9:23 ) .
Él nos deja una tremenda advertencia, y a su vez, la exhortación a confiar en él y a esperar su regreso:

“No se turbe vuestro corazón…vendré otra vez” Juan 14: 1- 3 “…en el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” Juan 16:33

La felicidad es una quimera; es una utopía en este mundo. Nadie fue, ni nadie será plenamente feliz en el paso por este mundo. Alguien dijo en forma muy acertada que lo primero que hacemos al llegar a este mundo, es llorar.

Sin embargo, el hombre proyecta felicidad y plenitud. Nunca confesará que no es enteramente feliz. Se agota en su trabajo y en las metas trazadas, pero una vez que las alcanza, se da cuenta que algo más le hace falta, y de esta forma pasan sus días rumbo al sepulcro.

Pero gracias sean dadas a Dios, porque los que hemos creído en él, tenemos una bendita esperanza de felicidad allá, muy lejos de aquí; en la gloria de Dios.
La Biblia nos manda a estar contentos con el sustento y el abrigo, a que es mejor el día de la muerte que el día de nacimiento, la casa de luto que la del banquete, y a partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor.

Si Ud. Amado hermano, esta pasando por dificultades, tristezas o frustraciones, levante su cabeza y considere que nadie es plenamente feliz en este mundo, pero que nuestro Señor Jesucristo nos promete la verdadera y eterna felicidad en los cielos. El es el que enjugará toda lágrima de nuestros ojos y nuestro peregrinaje se terminará. Entonces, solo entonces, seremos plenamente feliz

PEL2007

 

 

Categorías: Devocional

1 comentario

JAEL M. · 30 de agosto de 2014 a las 11:29

EXCELENTE TEMA!!!Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. pastor.

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