«y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida” Lucas 12:36


Antiguamente la mayoría de las iglesias evangélicas tenía dos horarios de reuniones los días domingo. Cada mañana dominical era destinado para clases de niños y adultos, y en la tarde una reunión de carácter general. Hoy eso ha cambiado en muchos lugares y pasa a ser la generalidad. Se ha unificado el horario en la mañana para poder dejar más “tiempo libre” el domingo por la tarde. Así, los hermanos tienen más tiempo para sus familias, para recreación, para shopping, etc. Esa es la realidad. Si fuera posible “virtualizar” todas las reuniones y seguirlas desde la cama o del sofá de la casa, sería mucho mejor para una cristiandad somnolienta y decrépita. Esto es un gran indicador que confirma el presente tiempo de sopor al cual debemos hacer frente.

Al igual que en los tiempos del profeta Hageo, la cristiandad actual está más preocupada de sus proyectos personales, familiares, y de “artesonar sus viviendas”, que de estar en la casa de Dios (Hageo 1: 4, 14). En aquel tiempo, tanto los líderes como el resto del pueblo estaban adormecidos y ocupados en sus propios intereses, y la casa de Dios estaba desierta.

A juzgar por lo que las escrituras nos enseñan, estamos en tiempos de un profundo sueño que tiene cargados los parpados de los miembros de las iglesias cristianas, las cuales en medio de un embotamiento espiritual, no tienen la lucidez necesaria para poder responder al llamado de urgencia del evangelio y del inminente regreso de Cristo. La verdad es que la cristiandad, hace tiempo que se ha dormido y ha entrado en un sueño tal, que le ha llevado a “soñar” que aquí en el mundo será posible nuestra felicidad y plenitud, olvidando las célicas promesas de nuestro Señor y Salvador. Es tiempo de despertar de aquel sueño utópico, mojarse la cara y predicar el evangelio con denuedo y urgencia. Que El Señor nos ayude.

Algunos “dormilones” de la biblia.

La biblia presenta varios ejemplos de creyentes que también sucumbieron al sueño profundo que provoca aquella pérdida de esperanza en las promesas de Dios. Un creyente que confía en sí mismo y en solucionar los problemas por sí mismo, es un candidato a sucumbir y quedarse dormido. Su propio estado de frustración y de gustar el fracaso al pretender resolver sus dificultades lejos de la ayuda del Señor, será la antesala del sopor, la inactividad y la esterilidad espiritual. He aquí algunos ejemplos:

  1. Elias. Quizás es uno de los más característicos fieles que experimenta aquel “adormecimiento” que nos ilustra la Palabra del Señor. Luego de su épica confrontación a una gran multitud conformada por los profetas de Baal, y aun habiendo visto el evidente respaldo de Dios con aquella profusa lluvia después de haber orado; Elias muestra la   pérdida de su confianza en El Señor, y ante las amenazas de Jezabel, huye al desierto como un conejo tímido; y echándose debajo de un arbusto se durmió (1 Reyes 19: 3-5). Después que El Señor muestra su incondicional fidelidad alimentándolo y dejándole descansar, aparece el siempre necesario imperativo divino diciéndole:

“Levántate y come, porque largo camino te resta” 1 Reyes 19:7b

La exhortación a despertar, surtió de inmediato resultados positivos en el profeta. Elias se levantó fortalecido y continuó su caminata rumbo al monte de Dios (1 Reyes 19:8).

De la misma forma, nuestro ruego es que Dios despierte tu vida y la mía para sacudirnos del sopor del último tiempo, y fortalecidos continuemos la marcha de nuestro peregrinaje rumbo a nuestra patria celestial.

  1. Jonás. Siempre cuando se enseña sobre este profeta, se advierten dos cosas. Primero la desobediencia de Jonás, y segundo, la misericordia de Dios al concederle siempre una “segunda oportunidad”. ¿Qué haríamos si Dios no nos diera “segundas oportunidades”? Así ocurre con este profeta desobediente que representa muy bien nuestra propia inconsistencia para con El Señor. Jonás desobedece al mandato divino y cae en un sueño profundo muy característico de todo creyente en desobediencia. Lo único que Jonás logró en su “huida” por causa de su desobediencia fue quedarse dormido. Pero Dios levantó una tempestad en el mar para azotar la barca en donde el profeta pretendía huir de la presencia de Dios, y a través de esa dificultad, Jonás tuvo que imperiosamente despertar luego de que el capitán de la nave lo avergonzara de la siguiente manera:

“Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos” Jonás 1: 6

¿Habrá algo más patético para un cristiano, el que un inconverso le avergüence así? La verdad es que Dios soberano usa cualquier elemento para hablar y mostrar su voluntad. Usó un asno para hablarle al adivino Balaán (Números 22:28); y un gallo para llamar al arrepentimiento de Pedro (Mateo 26:74). ¡Que El Señor nos ayude a despertar antes de ser avergonzados!

  1. Los discípulos. Entre los 12 discípulos que Jesús escogió, había uno que le iba a traicionar: Judas; y otro que había prometido serle fiel hasta la muerte, pero que le negaría cobardemente: Pedro.

La biblia dice que cuando más Jesús necesitaba de ellos, todos se durmieron, y nadie pudo velar una hora con él. Getsemaní fue el tiempo de angustia y agonía. Fue el momento cuando nuestro Señor y Salvador Jesucristo afirma su rostro como un pedernal para ir rumbo al último de los montes que debía escalar: El Gólgota. En esa hora de profunda angustia, nadie le acompañó en oración. Todos estaban durmiendo; aún aquel que le había prometido fidelidad. Llama la atención la descripción de la escena:

“Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño” Mateo 26:43

Sin dudas que era un sueño literal lo que estaban experimentando los discípulos. Los párpados de ellos estaban cargados de sueño. No obstante, cuando eso les estaba ocurriendo, lo único que les quedaba era reponerse del sueño mojando sus rostros para permitir seguir la vigilia como El Señor les había pedido (Mateo 26:41). Pero bien sabemos que ninguno lo hizo y los once, se rindieron ante su profundo sueño. ¿Qué haremos nosotros ahora? ¿Seguiremos cediendo terreno ante las demandas de nuestro sopor, o nos lavaremos el rostro para reponernos y hacer la voluntad del Señor?

  1. Las vírgenes. Jesús utilizó una apropiada ilustración judía como exhortación a estar velando y preparado para su regreso. En el lenguaje figurativo de bodas, aparecen en la ilustración de nuestro Señor (Mateo 25: 1-13). Aquellas vírgenes, que en el contexto histórico – cultural judío, eran quienes acompañaban al esposo iluminando los caminos con sus lámparas en medio del gozo de la celebración. Era el Esposo que venía con su esposa para celebrar sus bodas. Las vírgenes debían estar velando y preparadas para recibir al esposo.

Sin embargo, la enseñanza indica que las diez vírgenes al ver que su esposo “tardaba en venir”, cabecearon y se durmieron. Note que fueron las diez que cabecearon y se durmieron; tanto las prudentes que tenían aceite en sus lámparas, como las insensatas que no tenían aceite en sus lámparas. Todas cabecearon y se durmieron.

“Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron” Mateo 25:5

Es un hecho sintomático destacar esta secuencia que aplica directamente al lenguaje de inminencia que implícitamente tiene el evangelio. La secuencia es: Vieron que el esposo tardaba en venir – cabecearon – se durmieron. Un creyente, que concibe que su Señor tarde en venir, está condenado a cabecear y a dormirse. Finalmente El clamor de medianoche fue el que despertó a las vírgenes para recibir al esposo (Mateo 25:6-7). Todo este relato no nos debería sorprender ya que el apóstol Pedro había advertido que en los postreros días vendrían burladores que tendrían por tardanza la venida del Señor.

“sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento?.. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza.” 2ª Pedro 3:3-4,9

Que El Señor nos ayude a estar velando. Primero considerando que Cristo NO tarda en venir, sino que Él puede regresar en cualquier momento. Segundo, no ser como el siervo malo que dijo en su corazón: “mi Señor Tarda en venir” (Mateo 24: 48-51).

Prestos y aptos

“Ceñid vuestros lomos y vuestras lámparas encendidas” Lucas 12:35

 La expresión “ceñid vuestros lomos”, solo puede entenderse sobre la base de la interpretación histórico – cultural de la época. En los tiempos bíblicos, las vestimentas de hombres y mujeres eran túnicas bastante anchas, y que para tener movilidad, estas debían ser ceñidas o apegadas al cuerpo para tener la libertad necesaria y agilizar los movimientos. De la misma forma, el soldado debía ceñir su ropa para estar presto y apto para la batalla.

Evidentemente para nuestra realidad actual, esto no nos dice mucho. Sin embargo, la aplicación apunta a despojarse de todo lo que nos estorba tener la suficiente libertad y movilidad para servir al Señor y hacer frente al enemigo. Significa ver claramente que cosas limitan o estorban mi fiel servicio a Dios y despojarme de ellas. Eso es “ceñir los lomos”. La iglesia vigilante es además militante (2ª Corintios 10:3-5), y debe estar presta para la batalla.

Por otra parte la exhortación de nuestro Señor Jesucristo indica que debemos tener las “lámparas encendidas”. La biblia no calla respecto a entender la aplicación espiritual ante una lámpara literal que era muy necesaria en los tiempos bíblicos. La biblia dice:

“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino” Salmos 119:105

 “La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples” Salmos 119: 130

Sin dudas que la biblia que es La Palabra de Dios, se auto define como lámpara. Necesaria para guiar nuestro camino y también para darnos entendimiento. La biblia es la lumbrera más confiable, y debemos estar atentos a ella como una antorcha encendida y que alumbra en un lugar oscuro (2ª Pedro 1:19).

La iglesia vigilante debe estar siempre atenta a La Infalible Palabra de Dios, tal cual el guardia o centinela no puede prescindir de su linterna como arma fundamental de su labor. Una “iglesia” que se reúne con “lámparas apagadas”, es decir, con la biblia cerrada y solo la abren como pretexto evangélico, es un lugar que está en tinieblas y no puede entender los tiempos, y menos estar velando esperando a Su Señor.

Abrir en seguida

“y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida” Lucas 12:36

Cristo nos exhorta a estar prácticamente con la mano en la puerta aguardando su regreso. La biblia usa la palabra “aguardar” que literalmente significa esperar con ansias a alguien o algo. Es decir, presenta un aspecto más fuerte que el tan solo “esperar”. El término griego usado (Prosdechomai) indica la idea de estar vigilando y presto para recibir al que viene, tanto así, que cuando él (El Señor) llegue y llame, le abran de inmediato. Nadie que no esté “aguardando” abrirá de inmediato la puerta. Esto nos evoca dos cosas:

  1. La instrucción de Pablo a Tito cuando dice: aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” Tito 2:13

Aquí Pablo usa el mismo término griego (Prosdechomai) de Lucas 12:36, para enfatizar la ansiosa espera que debemos tener por el regreso del Salvador. El llamado no es solo a “esperar”, sino que “aguardar” su venida, teniendo la mano en la puerta para abrir de inmediato.

  1. La Iglesia de Laodicea. La biblia dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” Apocalipsis 3:20.

Es interesante señalar la expresión: “si alguno abre la puerta”. Evidentemente el texto está señalando que no todos abrirán la puerta. Y esto no se refiere de modo alguno, a aquella mala interpretación que dicen que aquí está hablando de “la puerta del corazón del individuo para salvación”. No. Nada tiene que ver con esa mala exegesis. Aquí el Señor está hablando a una iglesia nominal. Que tiene nombre de que vive, pero no tiene vida espiritual. Es por eso que El Señor está afuera y no adentro de esa iglesia.

La verdadera iglesia goza de la presencia de Cristo en medio de los hermanos (Mateo 18:20). En estos tiempos finales, solo quienes estén velando serán lo que abrirán la puerta cuando él llame. Nuestro ruego al Señor es que nosotros estemos velando cuando el regrese.

Es importante notar que El Señor le dirá a quién abra la puerta: “si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. El asunto de “cena o cenar” en la biblia denota la idea de comunión. El Señor estableció su “cena” como reunión de conmemoración y de comunión (1 Corintios 10:16-17). Por lo tanto, quien pueda entender la voluntad del Señor, es porque tiene comunión con Él. Así lo precisa el propio Señor:

“Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles” Lucas 12:37

Aquí habla de los siervos felices que permanecieron velando con fidelidad y que finalmente tendrán la dicha de sentarse a la mesa. Note que El Señor será quien les sirva. ¿No es esto verdaderamente incomprensible? Cristo Jesús dio su vida por los pecadores, y aun mas, promete servir la mesa a aquellos que aman su venida. Esto nos debe hacer reflexionar sobre la importancia que significa para El Señor, que su pueblo sea vigilante y este aguardando hasta que Él regrese.

Bienaventurados quienes vigilan

“Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos” Lucas 12:38

Los judíos dividían la noche en tres vigilias. Para explicarlo de manera simple, La primera vigilia comenzaba desde la puesta del Sol (06:00 pm) a las 22:00 hrs. La segunda vigilia desde las 22:00 hrs. a las 02:00 am, y la tercera vigilia desde la 02:00 am al amanecer (06:00 am). Es muy importante notar que la ilustración del Señor no menciona la primera vigilia, sino que la segunda y la tercera, que es donde el sueño se hace cada vez más profundo.

El Señor que viene, dice que es bienaventurado o feliz aquel que está velando aun en medio del sopor de la segunda y la tercera vigilia. Aquel que fielmente permanece aguardando a Su Señor ya es bienaventurado, porque tiene la mira en las promesas venideras, y se despoja del placer del dormir y de la holgazanería espiritual del último tiempo.

La biblia dice que son bienaventurados quienes esperan en las promesas futuras en el cumplimiento de los tiempos (Mateo 5: 3-12) y Dios nos ha dejado un libro que habla precisamente de lo futuro, del porvenir, de lo que vendrá, y todo aquel que lo lee es bienaventurado:

“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” Apocalipsis 1: 3

La iglesia vigilante es una iglesia bienaventurada (alegre o dichosa) porque su mira no está en lo temporal, sino que en lo celestial; y esto a pesar de las insistentes refutaciones de aquellos que han olvidado de que su Señor regresa, y que ya no enseñan a su grey sobre la inminencia de lo futuro.

El Ladrón viene sin avisar

“Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa” Lucas 12:39

La alegoría del Ladrón en la noche es clásica ilustración de lo que significa la importancia de estar velando. No porque El Señor sea simbolizado aquí como “un ladrón”, sino porque la venida del tal no es anunciada, y por lo tanto, el padre de familia o el centinela debe estar en constante alerta.

Los apóstoles usaron esta misma expresión del Señor Jesucristo respecto al lenguaje de inminencia y a la necesidad de velar. Pablo utiliza el término “ladrón” con los tesalonicenses respecto al día del Señor (1 Tesalonicenses 5:2-4), Pedro también dice que aquel día vendrá como “ladrón” (2 Pedro 3:10), Juan escribe el libro de apocalipsis usando el mismo término “ladrón” (Apocalipsis 3:3 y 16:15). Por lo tanto, debemos prestar atención a esta ilustración que nos habla de manera clara sobre como sucederán los acontecimientos futuros.

Los Falsos profetas sensacionalistas y especuladores

Muchos cristianos se ven atraídos por personas sensacionalistas, especuladores o charlatanes que gustan de pseudo profecías; de hablar de los anuncios de terremotos, de ubicar en tal o cual personaje público al anticristo, de las lunas de sangre, la numerología, etc. etc., olvidando con ello que El Señor nos enseña que debemos estar vigilando constantemente y cumpliendo fielmente Su mandato hasta que Él regrese. La inminencia de lo porvenir; sea del arrebatamiento de la iglesia o lo sucesos futuros, no son sustentables con afanada búsqueda señales, sino que deben ser parte de la diaria sustancia de la fe de cada creyente. Son las convicciones del hijo de Dios que aguarda (espera con ansias) velando a que su Señor regrese porque Él lo hará sin avisar.

Es absurdo concebir esta enseñanza pensando que “el ladrón” avisará cuando va a robar a una casa. Al contrario, el tal lo hará con el mayor sigilo y silencio posible a fin de sorprender a quienes no están vigilando; y lo hará en el momento de profundo sueño de los moradores. Pero la iglesia vigilante es aquella que sabe que la venida del Señor es inminente, y que un día más en la tierra significa quizás el último día en la tierra.

“Más vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón” 1 tesalonicenses 5:4

Estad preparados

“Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá” Lucas 12:40

El llamado a estar preparados es insistente en la biblia. La actitud de un cristiano ha de ser como el vigilante o atalaya que no puede dormirse aun frente a los reclamos naturales de la carne. El atalaya sabe muy bien que si no anuncia alerta con el debido toque de trompeta, las consecuencias caen en su vida. Pablo les dijo a los ancianos de Éfeso:

“Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos;  porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” Hechos 20: 26-27

Sin duda que Pablo está parafraseando las palabras del profeta Ezequiel respecto a la misión ineludible del atalaya (Ezequiel 33: 1-9). Evidentemente Pablo les estaba diciendo que ellos habían escuchado “todo el consejo” de Dios, y que ahora era su propia responsabilidad a estar preparados y alertas como todos los creyentes, cuanto más los que lideran una grey.

El llamado imperativo del Señor es “estad preparados”, lo cual no es una opción, sino que un mandamiento. El estar preparados es estar haciendo lo que El Señor nos ha mandado, y esto no se resume a decirle a las personas el meloso: “Cristo te ama”. Esa nunca fue la predicación de Cristo y de sus apóstoles. El mensaje lacerante del evangelio, y es lo que nos cuesta decir, es: “arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado”. En otras palabras es un mensaje de inminencia que llena las escrituras (proximidad o inmediatez).

Amados hermanos, que El Señor nos ayude a seguir velando y a estar preparados; despojándonos de todo aquello que nos limita nuestro servicio a él; a mantener nuestras lámparas encendidas en nuestras iglesias y hogares; a caer más y más humillados delante de su presencia por la fe; a pensar que quizás no alcancemos a terminar de leer este articulo antes de que él regrese, y oir de él:

“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” Mateo 25:23

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos conceda oír aquello. Que así sea. Amen. Maranata!

PEL 02/2020


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