Hemos detectado que en este último tiempo se ha estado reinterpretando el término “legalismo” dentro de la iglesia. Hoy se califica apresuradamente como “legalista” a todo aquel que se opone,  o eleva una postura divergente a la actual cosmovisión humanista,  pragmática o extra bíblica de muchos predicadores,  y que está siendo abrazada por multitudes.

En el concepto religioso, y específicamente en el cristianismo, la palabra “legalismo” en su estricta aplicación,  podríamos definirla como la observación irrestricta de ritos, leyes, dogmas y formas humanas,  y no bíblicas, ante las cuales las personas se someten como única vía de salvación o de santificación práctica. En otras palabras, es el sometimiento  a un código moral que la biblia no enseña. Las escrituras registran a los Fariseos como una de las facciones del legalismo más extremas que el cristianismo debió enfrentar en el  primer siglo. El propio Señor Jesucristo lo vivió, y también sus apóstoles. El Señor refiriéndose a ellos dijo:

“Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos” Mateo 23: 4-5

En esta perspectiva podríamos decir concretamente que los verdaderos legalistas,  son aquellos que exigen el cumplimiento de normas y formas que ni siquiera ellos mismos  pueden cumplir (Comp. Hechos 15: 10) Son los que enfatizan lo externo, los ritos, etc., y que juzgan según las apariencias, pero no lo hacen con “justo juicio” (Comp. Juan 7:23-24). Son  aquellos altivos de espíritu y celosos de la liturgia y ceremonias, pero que no lograban ver más allá de las formas,  y es por eso,  que su juicio solo queda en “la cáscara” (apariencia)  y no en la esencia del fruto.

 El apóstol Pablo define muy bien el sentir de aquellos fariseos que con el esmero de guardar las formas y el ritualismo (inclusive “extra” escritural), pensaban que estaban agradando a Dios:

“…en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia” Filipenses 3: 5-6

No obstante, en la actualidad la palabra “legalismo” ha tomado un carácter amplio y ambiguo que más se asemeja al subjetivismo post modernista, que al verdadero significado del término.  Hoy se califica de “legalista” a hermanos celosos de la doctrina y que legítimamente están preocupados de elevar defensa de la fe como la biblia nos enseña (Judas 3). Por ejemplo, a continuación un listado de siete  reparos y objeciones que ahora son calificadas como “legalismo”:

  1. Oposición a la llamada “nueva alabanza” (emocionalismo)
  2. Oposición a las uniones de carácter ecuménico (alianzas, coaliciones, mesas de diálogo).
  3. Oposición al pragmatismo religioso (estrategias humanas para evangelizar).
  4. Oposición al dominionismo (trabajar para establecer el reino aquí y ahora).
  5. Oposición al misticismo dentro de la iglesia (continuismo – lenguas, visiones, etc.)
  6. Oposición al anti semitismo (eliminar a Israel del plano profético como pueblo escogido)
  7. Oposición al sincretismo (unión de ideas distintas para hacer atractivo el evangelio).

Estas 7 objeciones, entre muchas otras, ahora son consideradas como “legalismo”. Pero la realidad, es que aquello es una reinterpretación mala e intencional del verdadero término legalismo, ya que procurar agradar al Señor elevando los principios bíblicos (y no formas), jamás las escrituras  calificarían aquello como legalismo. Los profetas del antiguo testamento eran celosos de la Palabra del Señor, El propio Cristo elevó intransigentemente la autoridad de la Palabra ante un mundo que le demandaba soluciones terrenales;  los apóstoles defendieron la doctrina de manera acérrima,  por sobre los intereses temporales que los hombres exigían. Y es por esa razón que tanto los profetas, los apóstoles y nuestro Señor Jesucristo, se ganaron el repudio de las autoridades, de los sabios y entendidos de este mundo. Pero ahora la situación es diametralmente distinta. Los predicadores famosos de la actualidad, que califican de legalistas a todos aquellos que procuran ser fieles al Señor y a  Su Palabra, son aplaudidos por el mundo y por las autoridades. Allá ellos que ya “tienen su recompensa”, no obstante, El Señor nos advirtió:

“¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas” Lucas 6:26

Pero lo sintomático es que en la actualidad se ha perdido el celo por la Palabra, ya que el evangelio se  ha transformado  en un mensaje antropocéntrico, es decir, ahora es  el hombre y sus problemas el centro del evangelio; y en lugar de ser solo para la gloria de Dios, se ha ido diluyendo en aquel discurso solo de moral y vida cívica; hoy se habla de cómo solucionar problemas del hogar,  matrimoniales, sociales, nacionales y mundiales; ahí se ha detenido el foco del evangelio en la iglesia actual. Es la misma retórica que por siglos ha predicado el catolicismo romano.

Por consiguiente, todo aquel que enseña lo contrario y se opone al humanismo exacerbado en los púlpitos de la actualidad, es calificado de legalista.

Amado hermano, el que tú  tengas una inquietante  preocupación  al ver y escuchar lo que los vanidosos y “amadores de sí mismos”  están enseñando desde sus  púlpitos, aquello  NO es legalismo, sino que es aquel verdadero celo santo que la Palabra del Señor  nos imputa. No obstante, no esperes recompensa en esta tierra por ello, sino que fortalécete en El Señor porque nuestro galardón está en los cielos.

“Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” Mateo 5:12

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo nos ayude a discernir los tiempos que estamos viviendo. Que así sea, Amén.

PEL03/2016

Categorías: Apologética

7 comentarios

Jose Zunun · 26 de marzo de 2016 a las 15:13

lo mas importante es conocer la Palabra de Dios y de temprana edad a los jóvenes,para que mañana no se equivocan tal como dice deut.6 Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor.

5 Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.

6 Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy.

7 Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte.

8 Átalas a tu mano como un signo, y que estén como una marca sobre tu frente.

9 Escríbelas en las puertas de tu casa y en sus postes.

    Jeannette Fandiño · 28 de marzo de 2016 a las 21:10

    Lo mejor es pasar el mayor tiempo posible con Dios y aprendiendo de su palabra para ponerlo por obra y con mucho amor y temor Gracias pir el mensaje y bendiciones para todos.

victor sanchez corona · 26 de marzo de 2016 a las 20:53

La «iglesia contemporánea» va en caída libre, de la misericordia a la toleranciia y de esta a la permisividad. Hoy todo se permite, con el propósito de tener cantidad y no calidad, ya que a mayor asistencia, mayore$ ingre$o$. Muchos «seudo-apóstoles, falsos profetas, pastores parásitos y maestros ignorantes de la Biblia, la palabra de Dios, visten de traje y úsan corbata, reúnen a otros mas ignorantes que ellos, y venganos tu reino… a recoger diezmos y ofrendas. Estos religiosos han encontrado en las «iglesias laodiceanas» de hoy su modus vivendi. Paz a vosotros.

HAIBER POLICARPO ECHEVARRIA RODRIGUEZ · 27 de marzo de 2016 a las 09:13

La Biblia es bien clara y tajante todo aquello que se oponga a la sana doctrina y a todo aquello que busca formas de captar mayor adeptos o seguidores por su propia cuenta y si tener y tomar en cuenta a lo que manda la Biblia no es de Dios. Además Jesús dijo que en los postreros tiempos muchos engañadores vendrán. Es así, hermanos solo nos queda seguir la sana doctrina establecida por nuestro Dios.

Odette Inostroza · 28 de marzo de 2016 a las 09:55

Gloria al Santo que vive para Siempre, y ruego por utsedes hermanos amados, que con denuedo hablan la verdad sin tapujos, que DIOS los guarde y bendiga, porque lamentablemente para muchos es comodo seguir un evangelio liviano, sin tener que morir, sin tener que despojarse de nada, y seguir viviendo a la par con el mundo y no a la palabra, Dios nos guarde, y cuidemos con temor y temblor nuestra salvacion, el que tenga oidos oiga, nestor REY etta a las puertas.

Odette

Israel Marcos Isabel · 28 de marzo de 2016 a las 11:30

Lo peligroso para las Iglesias Cristianas de hoy en día,es la enorme concesión al pecado, vemos tristemente como el libertinaje esta creciendo,yo creo que esto ya esparte dela abominación desoladora que está en puerta.
Pido a Dios nos ayude a que cuidemos nuestra salvación y podamos perseverar hasta el final. Que Dios los Bendiga.

Jeannette Fandiño · 28 de marzo de 2016 a las 21:07

Buenas noches Dios les bendiga , pienso que hoy día la iglesia esta muy débil en valores y principios bíblicos y que tristemente todos los que hemos nacido de nuevo no estamos dando el fruto debido y somos esa iglesia la iglesia de Dios , así que seria bueno examinar como estamos andando y si estamos haciendo nuestra parte defendiendo el evangelio de Jesús con nuestros hechos y evidencias y ejemplo de vida , porque aveces nos fijamos en otros y que hay de cada uno de nosotros? Como estamos andando? Dios nos ayude a ser hacedores y no tan sólo oidores olvidadizos.

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