“También debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios” 2 Timoteo 3: 1-4

 Sin duda que estamos en los tiempos finales de los cuales nos advirtió el apóstol Pablo. Para nadie es un misterio ver de manera nítida este listado de 18 términos reflejados en los hombres que componen nuestra sociedad actual. Siempre me ha llamado la atención cuando analizamos la primera descripción que caracterizará a los hombres del último tiempo, “amadores de sí mismos”. Esta expresión que denota narcisismo, es decir, un “auto amor” o “auto complacencia”, de algún modo revela el origen y herencia desde el  mismísimo satanás, quien fue el primer narciso de la historia,  y que por consecuencia lo llevó a su propia ruina.

 “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor” Ezequiel 28:17

 En la actualidad los hombres se aman tanto,  que los grados de corrupción están anunciando su propia ruina. Así como el propio Lucero dejó de serlo para transformarse en tinieblas, los hombres narcisistas, enamorados del espejo, llenos de soberbia por causa de su esplendor van corriendo directo al despeñadero. Otra de las aristas de esta profecía, y que vemos cumplirse fielmente ante nuestro ojos, es aquella que habla de “la desobediencia a los padres”. No existe una generación más desobediente a los padres y a las autoridades como la que estamos contemplando;  y eso será  lo que analizaremos a continuación.

 Bien sabemos que la desobediencia proviene de las entrañas del pecado y del padre de desobediencia llamado satanás. Aquel veneno mortal que fue inyectado a la raza humana en el jardín del Edén desde la caída del hombre (Génesis 3) llevó a todas las generaciones a la ruina y muerte espiritual, la cual se observa con mayor nitidez en los últimos tiempos. El pecado siempre ha existido y mana de cada corazón humano, pero en el postrer tiempo el pecado sobreabundará, y eso es lo que estamos observando. El que lea entienda. La biblia anuncia tiempos peligrosos, y entre todas las manifestaciones de rebelión contra Dios Todopoderoso y su santa Palabra, los hijos desobedientes serán la tónica.

Con el clásico discurso de una supuesta evolución hacia el progresismo, los hombres que odian a Dios han creado una enorme consigna de rebelión en contra de todos los conceptos de moralidad que históricamente han sido los pilares de una sociedad; tan solo basta con recordar que la caída de todos los imperios y potencias se debió básicamente a una degradación moral y espiritual que los llevó a la ruina. Babilonia, Los Medo – persas, Grecia o Roma son algunos ejemplos. Hoy, a miles de años de aquellas civilizaciones contemplamos los mismos síntomas de una sociedad que va de mal en peor. De ahí que el apóstol Pablo advirtió lo siguiente:

 “más los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” 2 Timoteo 3:13

 Esta oleada satánica que está azotando al mundo  y que está claramente predicha por la infalible Palabra de Dios, ha puesto como uno de los blancos perfectos a los hijos de los hombres; sembrando desde muy pequeños la semilla del humanismo y de  la rebelión en contra de Dios.  En nombre del conocimiento, del saber o de las artes, los niños están creciendo en una sociedad secularizada, fría, impersonal y atea que aborrece a Dios. Los niños comienzan a abrir sus ojos en hogares cuyos valores trascendentales se han ido deformando y vuelto cada vez más relativos que absolutos.

 La imagen paternal y maternal ya no es relevante para ellos en estos días. El prototipo de un matrimonio actual, es un hombre y una mujer que se casa con bienes separados previendo desde ya  una eventual separación; ambos trabajan todo el día para poder vivir con lujos, no hay tiempo para sus hijos quienes se crían con la empleada o la abuela, no existe el almuerzo familiar y cada individuo vive su propia realidad lejos de lo que llamamos núcleo familiar. Esta desastrosa descripción está siendo un caldo de cultivo para la desobediencia como nunca antes vista. Toda la familia manifiesta una seria pleonexia o avaricia casi patológica; nadie se conforma con nada y el deseo de tener más se ha transformado en una carrera desenfrenada.

 El humanismo siempre ha querido superponerse a la voluntad soberana de Dios, y con sus conceptos antropo centristas, los hombres han ido desechando los consejos de la santa Escritura cuyos  resultados saltan a la vista. Antes,  los niños miraban a sus Padres hacia arriba, con respeto; de hecho ni siquiera se utilizaba el “tu” tan popular el día de hoy. La imagen paternal era respetada y su voz era reconocida como un imperativo al cual todos debían alinearse. La  madre era considerada como sagrada, digna de ser reconocida y respetada más que todas las cosas en la tierra.

Hoy los hijos desde pequeños se revelan en contra de sus padres y manifiestan su desobediencia promovida por el pecado que mora en ellos. Ya no hay ninguna distancia entre los hijos y los padres, y es más, ahora son los hijos los que mandan en casa.

 Evidentemente, la responsabilidad principal es de los padres que han olvidado o despreciado lo que Dios enseña en su santa Palabra. Los hombres le han dicho “no” a lo que Dios dice, y por consiguiente han incorporado la psicología para formar a los hijos. Mientras Dios habla de “castigo”, los hombres hablan de “autoestima”.

 “La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él.” Proverbios 22:15

 “No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá” Proverbios 23:13

 “La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre” Proverbios 29:15

 Para comenzar, estos textos de la sagrada escritura configuran una dura confrontación con la psicología y el humanismo actual. Dios enseña insistentemente en que los hijos deben ser corregidos inclusive con vara. Al parecer nos hemos olvidado que nosotros los padres,  no estamos criando “blancas palomas” e inocentes, sino que pecadores igual a nosotros cuyos corazones ya son  perversos y engañosos. La biblia enseña que el germen del pecado viene inclusive desde el vientre de nuestra madre y que nuestro corazón esta defectuoso.

 “He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” Salmos 51:5

 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9

 Recuerdo el clásico cinturón del padre, la varilla de la madre o la dura regla del maestro de colegio para corregir las insolencias y continuas desobediencias de los niños. Nadie salió frustrado ni perdió su intelecto o algún órgano por correcciones con esos accesorios, pero hoy, aplicar aquello sería una bestialidad digna de ser sancionada en los tribunales de la defensa de los derechos del niño u otra entidad humanista aborrecedora de Dios. En otras palabras, el hombre le llama malo a lo que Dios ha hablado a través de su Palabra.

 “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” Isaías  5:20

  Tan solo basta con que Ud. le dé unas palmadas en el trasero a su hijo mientras lo avergüenza en público con sus berrinches, para que la gente humanista lo mire con sus ojos escrutadores e inquisidores, casi diciéndole: “salvaje”, ¿es así como forma a sus hijos?!! Como vemos, los valores han cambiado en nombre del progresismo.

Hoy “la vara” con la cual Dios nos aconseja usarla para corregir, se ha transformado en un acto casi de “parricidio” por esta sociedad anti cristiana.  Dios, como Padre de sus hijos, a quien ama disciplina; y ese es el sabio consejo que hemos desechado en estos tiempos.

 “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;  Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo” Hebreos 12: 5-6

 “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” Efesios 6: 1-3

 La psicología que es la ciencia más humanista que existe, ha penetrado fuertemente en las iglesias cristianas. Ahora es más fácil encontrar psicólogos que pastores en los púlpitos. Esta ciencia ha cambiado la verdad de Dios por la mentira del humanismo, y por consecuencia ha estado influyendo a  padres para bajarlos a la estatura de sus hijos, permitiendo la condescendencia con el pecado y con los errores de ellos. Los padres han dejado de usar los parámetros de Dios,  y su juicio frente a sus hijos es regido solo por conceptos humanistas. En otras palabras, nuestro error como padres ha sido sobrevalorar la potencialidad de nuestros hijos y nunca enseñarles que son pecadores delante de Dios. Ellos han crecido mediante una formación arrogante y exitista cuyos  padres en lugar de ser referentes y maestros de ellos, terminan siendo servidores, y a veces,  esclavos de los caprichos de sus hijos.

 Se ha detectado que la frustración de los padres, principalmente por sueños truncados respecto a niveles académicos y logros  no alcanzados, se ha transformado en una peligrosa actitud de sobrevaloración y casi deificación de sus hijos. Los padres se proyectan en sus hijos, los exaltan, los veneran y los ponen en lugares muy altos de manera que sean vistos por todos. Los padres no solo se sienten orgullos por sus hijos, sino que ponen las manos al fuego por ellos. La biblia expresa literalmente consejos muy distintos a los del humanismo.

 “Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza” Proverbios 19:18

 “Corrige a tu hijo, y te dará descanso, Y dará alegría a tu alma” Proverbios 29:17

 “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” Proverbios 13:24

 Como vemos, la biblia abunda respecto a las instrucciones que Dios entrega a los padres para corregir desde pequeños a los hijos. Mientras que la psicología humanista insiste en que hay que cuidar la autoestima de los niños y exaltarles su potencialidad, la biblia enseña que nuestros hijos son pecadores y que necesitan continua corrección.

 Por consecuencia, los hijos han sido elevados a los altares que sus propios padres han erigido y en lugar de formar personas humildes con convicción de sus propias miserias, han sido formadas generaciones enteras de seres impersonales, virtuales, arrogantes e infatuados que miran a todos de los hombros para abajo. Esta descripción tan cruda, que podría ser considerada como una visión solamente subjetiva o parcial, se confirma al detenerse y observar nuestras propias familias, las que nos rodean y la sociedad que se mueve frente a nuestras narices.

 Un hecho sintomático, es que hace décadas un joven que iba sentado  en un autobús, en el metro, etc., y veía venir una anciana o una mujer embarazada, de inmediato “saltaba” para cederle el asiento. La gentileza y respeto por los adultos era muy marcada en generaciones de juventudes pasadas. Hoy los arrogantes jóvenes que se sienten “el seguro del mañana” ya no respetan ni a sus padres, adultos, a sus profesores, a los ancianos ni a las autoridades. Es la arrogancia de la que el apóstol Pablo anuncia en el texto que encabeza este artículo.

 Socialmente hemos visto como los jóvenes amenazan a sus profesores, se toman los colegios, destruyen los mobiliarios, hacen abdicar a ministros de estado, etc. Este muestrario es  parte de la profecía bíblica que se cumple a cabalidad. Los hijos desobedientes a los padres es una característica de estas generaciones, que como lo llama el apóstol pablo, son “aborrecedores de lo bueno”.

 La biblia menciona errores que el ser humano ha cometido respecto a la difícil tarea de formar a sus hijos. Tan solo recordemos la cruda diferencia de trato que Jacob tenía con su hijo José, situación que desencadenó la envidia de sus hermanos. No obstante, el plan soberano de Dios siempre ha utilizado nuestras miserias para mostrar la gloria de su gracia.

 “Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente” Génesis 37:3-4

 La parcialidad de Jacob en la preferencia de amor y privilegios hacia su hijo José, fue una de las causas del despertar de aquel sentimiento que todos los seres humanos portamos, y que se llama envidia. Evidentemente la envidia en los hijos produce violencia entre ellos y por consecuencia, la desobediencia a los padres.

 Otro ejemplo lo encontramos con la experiencia de Elí y sus hijos Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová. El pecado de los hijos del sacerdote Elí era evidente en todo el pueblo; ellos profanaban la ofrenda y fornicaban con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo.

 “Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová…Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová… y (Elí) oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión” 1 Samuel 2: 12-25

 Evidentemente el gran error del Padre Elí frente a sus hijos, fue la condescendencia frente al pecado de ellos. Él prefería engordar a sus hijos en lugar que de honrar a Dios. Lo que le ocurrió a Elí es la clásica actitud actual de los padres que honran a sus hijos al extremo de justificar sus propios pecados. Aunque Elí los confronta y les manifiesta el pecado, el resultado final de ellos es la desobediencia absoluta.

 La situación de Samuel no fue distinta; sus hijos Joel y Abías, al igual que lo hijos de Elí., tampoco anduvieron por los caminos de Dios y terminaron amando más al mundo. Esto nos permite entender que el ser creyente como Samuel lo fue, no significa ninguna garantía de que nuestros hijos también sean creyentes. La fe no es transferible ni se puede legar a nuestros hijos; como quisiéramos que fuera así, pero la biblia no enseña aquello. Estos ejemplos nos advierten de cuán grande responsabilidad tenemos los que somos padres respecto a la disciplina de nuestros hijos. Nuestro deber es aplicar incuestionablemente  lo que Dios nos enseña y desechar lo que nos dicta nuestro corazón o la voz insistente del humanismo.

 “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” Proverbios 22:6

 Este pasaje es un imperativo divino que nos deja al descubierto que es lo que  estamos haciendo con la enseñanza de nuestros hijos. ¿Estamos instruyendo a nuestros hijos en la Palabra de Dios? ¿Les estamos enseñando a ellos sobre la justicia de Dios que aborrece el pecado? ¿Acaso les hemos dicho a nuestros hijos de que son miserables pecadores igual que nosotros?

 Me temo que aún en hogares cristianos, lo único que hemos hecho es cerrar la Palabra de Dios, y nos hemos dedicado sistemáticamente a envanecer a nuestros hijos, resaltándolos  y aún más,   inventando supuestas virtudes o potencialidades de ellos para  insistirles que a través de aquello se  logrará el “éxito” en la vida. Las generaciones de jóvenes altivos y rebeldes se deben a que la sociedad secular e inclusive cristiana, ha omitido y censurado insolentemente la santa escritura, reemplazando las instrucciones crudas y necesarias del evangelio, por consejos de la psicología antropocéntrica que ensalza al hombre.

 Es tiempo de que los creyentes nos sacudamos de la carnalidad y humanismo que está invadiendo nuestros hogares y nuestras iglesias, para volver a las antiguas sendas de obediencia y respeto a los preceptos que Dios ha establecido en su Palabra. En lugar de inflar a nuestros hijos a tal punto de reventarlos de orgullo, instruyámoslo en las sabias palabras que la biblia entrega.

 “Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, Y estad atentos, para que conozcáis cordura” Proverbios 4:1

 “Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre” Proverbios 6:20

 “El que ama la instrucción ama la sabiduría; Mas el que aborrece la reprensión es ignorante” Proverbios 12:1

 “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa” Efesios 6:1-2

 A veces pensamos que el castigo es parte de una mentalidad antigua y obsoleta, pero la biblia nos enseña que es necesario para la formación de nuestros hijos. Tal vez olvidamos que el Señor como buen pastor no solo usa la vara, sino que también el cayado, el cual es usado para tomar a la oveja del cuello y volverla al redil. La oveja, un animal incompetente y  torpe como nosotros, constantemente es librada del peligro mediante la intervención del pastor,  quien la disciplina y la corrige. El cayado del Señor es aplicado solo a sus ovejas, al igual que cada padre debe disciplinar solo a sus hijos.

 “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?” Hebreos 12: 5-9

 Amados hermanos, es cierto que estamos viviendo en un mundo que corre tras una dirección opuesta a la voluntad de Dios, donde la psicología humanista y antropocéntrica pretende darnos charlas de cómo formar a nuestros hijos resaltando sus potencialidades, y que por consecuencia de aquello ahora son ellos quienes mandan en la casa, en la iglesia, en la escuela  y en la sociedad en general, no obstante, debemos volver a las escrituras respecto a este tema. Debemos instruir a nuestros hijos respecto a su verdadera naturaleza pecaminosa delante del Soberano y a la necesidad imperiosa de su arrepentimiento para salvación.

 Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos ayude en este importante tema. Que así sea. Amén.

 PEL12/2013

Categorías: Estudio

5 comentarios

Sandra · 7 de diciembre de 2013 a las 09:08

Gracias ❗️❗️❗️❗️esta es la verdad de la que muchos huimos sin ver que estamos entrangando a nuestros
hijos al pecado y a la muerte……pero gracias a nuestro Dios Todo Poderoso y misericordioso que nos dice en su palabra :mientras haya vida hay esperranza.
Nuevamente le doy gracias a Dios por darle esta claridad y bendecirnos .
Sandra.

Monica Sandes · 15 de diciembre de 2013 a las 23:49

Que bendicion de articulo y cuanta verdad!!!!Es penoso ver en la iglesia a hermanos que no pueden estar en paz en el culto porque no pueden controlar a sus hijos que gritan desbedecen y averguenzan a sus padres.El Señor permita que tomen conciencia y empiecen a corregir a sus hijos en base a las verdades biblicas sin importarles lo que digan y opinen los hijos de satanas.Conozco hermanas en Cristo que tienen un solo hijo o hija menor de 10 años ylas he escuchado quejarse amargamente que no saben ya que hacer para que les obedezcan,realmente es muy triste,teniendo la receta de DIOS al alcance de la mano.

Fabian Cubillos · 21 de abril de 2016 a las 10:29

lo mas triste de todo, es que las personas que no conocen de la sabiduria DIVINA se encaminan con sus hijos a la destruccion personal y familiar

Nancy · 20 de agosto de 2017 a las 19:11

MUY CIERTO, TODO LO QUE LA BIBLIA DICE MOS ENSENA EXHORTA Y CONFRONTA PARA MI ES UN ESPEJO DONDE DIA A DIA ME MUESTRA LA CLASE DE SER INTERIOR QUE HAY EN MI, Y ME INSTRUYE PARA SER SABIA Y DARME CUENTA DE QUE UN DIA FUI JOVEN Y DESOBEDIENTE PERO QUE ALGUIEN ME AMO PRIMERO ME ENCONTRO Y RESCATO CUANDO ESTABA MUERTA EN DELITOS Y PECADOS Y QUE SOLO POR GRACIA Y DE EN JESUS SENOR Y SALVADOR ALCANSE MISERICORDIA, Y QUE DIOS ME HA DADO PROMESAS PARA CONQUISTAR SI OBEDEZCO SI DISPONGO MI CORAZON, Y ASI MISMO HARA CON MIS HIJOS, MI MEJOR MANERA DE DECIR QUE SOY CRISTIANA ES MI EJEMPLO MI TESTIMONIO MIS EVIDENCIAS DE QUIEN ESTA DENTRO DE MI CORAZON LA NUEVA VIDA EL NUEVO NACIMIENTO TIENE QUE PRODUCIR FRUTOS ,ES MI RESPONSABILIDAD CON LO QUE DIOS ME ENTREGO, EL ME SELLO CON SU SANTO ESPIRITU Y RECIBI UNCION DESDE ESE MOMENTO DEBO ANDAR EN EL ESPIRITU NO EN.LA CARNE ,NO CONFORMARME A ESTE SIGLO NO AMAR AL MUNDO Y NO IMPORTA CUANTA AFLICCION DIOS PERMITA EN EL DOLOR SE PULE EL CARACTER ASI ES QUE DIOS NOS FORMA NUESTRO CARACTER, NO OLVIDAR DE DONDE NOS SACO DIOS, ORAR POR NUESTROS HIJOS Y ORAR SIN CESAR Y CONFIAR EN DIOS ORDENAR NUESTRA CASA PONER NORMAS PARA QUE HAYA RESPETO Y NONPRRMITIR LO QUE ELLOS QUIERAN HACER DENTRO DEL HOGAR.

Farus · 23 de agosto de 2017 a las 07:44

Que Él Señor nos ayude a no tomar el molde de este mundo con nuestros hijos. Tiempos peligrosos.

Excelente artículo

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