“Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado” Mateo 13: 10:11

La parábola del sembrador es considerada la madre de todas las parábolas. Sin entender el lenguaje directo e implícito que encierra ésta, se hace muy dificultoso comprender el resto de la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo, y en general de todo el contexto de las sagradas escrituras. Precisamente fue después de esta parábola, cuando Jesús habló el texto citado arriba. Ahí se comienza a revelar aquellos grupos de “nosotros y ellos”. Los salvos y los condenados, Los justos y los injustos, los que hicieron lo bueno y los que hicieron lo malo, los hijos de Dios y los hijos del diablo, etc.

A través de toda la biblia se dejan ver estos dos “caminos paralelos” por donde transitan los salvos por uno, y los condenados por el otro. Por ejemplo, esta parábola habla de la actividad del sembrador quien lleva la semilla predestinada a un solo lugar en donde dará fruto cual a ciento, cual a sesenta y cual a treinta por uno. Es la “buena tierra” preparada previamente por el Padre para que reciba la semilla, y esta pueda germinar.

No obstante, el relato dice que parte de la semilla cayó en distintos lugares tales como el camino, pedregales y espinos, en los cuales no dió fruto. Esto no significa que el sembrador esparcía deliberadamente la semilla por todos los lugares, pero sí que en medio de la actividad de la siembra, la semilla caía, no solo en la “buena tierra”, sino que también en lugares donde definitivamente no daría fruto. La tarea del sembrador era llevar la semilla en un delantal ubicado en su regazo, y dirigirse hacia la tierra que debía estar preparada anticipadamente o “desde antes” para poder recibirla.

Esta actividad absolutamente literal, y que era parte de lo cotidiano de un pueblo agricultor por excelencia como Israel, nos proyecta una tremenda enseñanza acerca del misterio del reino de Dios. Porque no podemos pasar por alto el asunto de que, alguien debió preparar la tierra “desde antes” para que la semilla cayera allí y fructificara. Como decía el apóstol Pablo, el labrador debía trabajar primero para participar del fruto (2 Timoteo 2:6). Una vez que la tierra esta trabajada, recién se podía sembrar. De ahí la pregunta: ¿Quién preparó la tierra para que ésta sea buena para recibir la semilla? La biblia enseña claramente que el Padre es el labrador (Juan 15:1). No cabe duda que Él preparo de “ante mano” la tierra para recibir la semilla.

Ahora bien, esta parábola es una enseñanza que, podríamos decir, está “codificada” en medio de un simbolismo que solo los hijos de Dios pueden descifrar. Fue el propio Señor Jesús quien lo dijo:

“…Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado” (Mateo 13: 10:11).

El origen de “nosotros y ellos”, se remonta a los albores de la creación del hombre; específicamente después de la caída en Génesis capítulo 3. Una vez que el hombre transgredió la ley de Dios, comienza a revelarse la bendita enseñanza de la redención que se extendería a dos simientes que transitarían desde allí hasta el final de los tiempos.

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” Génesis 3:15

Luego de la caída en pecado, Dios llama a rendir cuenta al hombre, a la mujer, y luego a la serpiente; y a esta le señala la sentencia que revela su destino irrevocable de acuerdo al soberano propósito de Dios. De su voluntad, Dios decide poner enemistad entre la generación de la serpiente y la generación de la mujer. A veces es dificultoso entender todo este lenguaje, no obstante, cuando leemos sumisamente las escrituras y ponderamos el valor literal de la misma, lo que inicialmente se torna difícil entender, se hace claramente visible. En ese pasaje, se habla de dos generaciones; la de la serpiente y la de la mujer. Aunque es obvio que la serpiente no sería la procreadora, se nos deja ver que sí existiría una simiente o generación de esta criatura condenada y maldita desde aquel momento en que Dios la sentenció. Dios dijo que desde la simiente de la mujer vendría aquel que aplastaría la cabeza de la serpiente, es decir, una clara alusión a nuestro Redentor; nuestro Señor Jesucristo. Recordemos algunos pasajes literalmente expresados en las sagradas escrituras que confirman los dicho anteriormente:

“Pero cuando Juan vio que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera?” Mateo 3:7 (comp Lucas 3:7)

“¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca” Mateo 12:34

¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno? Mateo 23:33

Por naturaleza todos los hombres llevamos en sí mismo la simiente de la serpiente por cuanto todos pecamos (Romanos 3:23). La buena noticia es que Dios todopoderoso había provisto desde la eternidad pasada, una nueva simiente por medio de la cual vendría la redención. Desde la generación de “Sem” hijo de Noé, vendría Abraham y el pueblo escogido de Dios; Israel, y a través de allí, la bendición extensiva a todas las naciones de la tierra.

“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra” Génesis 22:18a

La simiente de Abraham fue el pueblo escogido de Dios Israel, desde donde vino nuestro Señor Jesucristo, aquel que nos redime de la simiente de la serpiente para hacernos parte de una nueva simiente ya no corruptible, sino que incorruptible mediante la regeneración.

“…siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” 1 Pedro 1:23

Por lo tanto, vemos transitando paralelamente dos simientes; la de la serpiente condenada y la de la mujer redimida. De ahí que hablamos de los hijos de Dios y los hijos del Diablo. Por ejemplo, nuestro Señor Jesucristo nos refirió otra parábola que habla también de estos caminos paralelos de “nosotros y ellos”.

“Y respondiendo Él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo del hombre; Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la cizaña (mala simiente) son los hijos del malo” Mateo 13:37 38

Esta parábola se entiende armónicamente con aquella ya citada (la parábola del sembrador). Ahora se revela quien es el “sembrador”; es el propio Señor Jesucristo. De modo que tenemos con claridad lo siguiente: 1) Que Dios preparó la tierra, 2) que Cristo salió a sembrar, 3) que la semilla cae en la tierra preparada de “ante mano” y 4) que la buena simiente o cosecha son los hijos de Dios o hijos del reino. Mas aquellos que no recibieron la semilla (es decir que no eran buena tierra) son la cizaña, mala simiente o hijos del Diablo. En otras palabras, allí aparecen el “nosotros y ellos” del cual estamos hablando. De ahí entendemos el texto que encabeza este estudio: “…Porque a vosotros (los hijos de reino, Hijos de Dios o buena simiente) os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos (los hijos del diablo, cizaña o mala simiente) no les es dado” Mateo 13: 10:11 – ¿Qué pues diremos? Solo darle gloria a Dios que nos hizo renacer para una simiente incorruptible. Además comprendemos que la “semilla” no es otra cosa que La Palabra de Dios. Pedro dice: “…siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” 1 Pedro 1:23

En nuestro plano humano, debemos considerar que cuando predicamos el evangelio, nunca debemos olvidar que el poder no está en el sembrador, sino que en la semilla. Uno siembra, otro riega, pero es Dios es quien da el crecimiento. (1 Corintios 3: 7) El hecho de que hayamos sido renacidos desde una simiente condenada y corrupta como lo es la generación de la serpiente, significa que hemos sido cambiados radicalmente de posición; desde las tinieblas a la luz (1 Pedro 2:9), desde la ira de Dios a la gracia de Dios (Efesios 2: 3) y de la esfera del pecado a la esfera de la santidad:

“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” 1 Juan 3:8

Ahora bien, debemos entender que los destinos de “nosotros y ellos” son totalmente distintos. Nosotros vamos a la gloria por pura gracia, y “ellos” irán a la condenación para la gloria de la justicia de Dios.

“¿Qué, pues? Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado” Romanos 3:9

Antes de avanzar, es imprescindible reforzar la enseñanza bíblica que nos pone en nuestro lugar para que no nos envanezcamos, porque debemos entender que si somos hijos de Dios ahora, es solo por el puro afecto de su voluntad, y no significa de ningún modo que éramos mejores que “ellos”. Este pasaje de Romanos 3:9, nos ubica en este punto. Pablo pregunta: ¿Somos “nosotros” mejores que “ellos”? Pregunta retórica que recibe en sí misma una categórica respuesta: “En ninguna manera”. Por esta razón, que el resto de lo expuesto en este artículo, no debe elevar nuestro orgullo o arrogancia frente a aquellos que ahora están en tinieblas y condenación, porque si algo merecemos, es precisamente ser condenados y echados al fuego eterno. “Nosotros, no somos mejores que “ellos”.

La carrera de “nosotros y ellos”

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” 1 Corintios 9:24-25

En este texto Pablo hace una comparación entre lo que significa una competencia terrenal con intereses temporales, y la verdadera carrera que cada creyente emprende el día de su conversión. Creo importante enfatizar que “todos” los creyentes estamos corriendo, queramos o no, y es por eso que constantemente debemos analizar cómo estamos haciéndolo, a fin de obtener la corona. No debemos correr de manera displicente esta carrera, como que si no nos importara el premio.

Respecto a este ejemplo, Pablo enseña que así como “ellos” (el mundo incrédulo) corre la carrera para obtener una corona corruptible, “nosotros” debemos luchar para recibir una corona incorruptible.

“Ellos” (Los incrédulos) se esmeran durante toda su vida por éxitos terrenales y temporales. Sus energías están centradas en alcanzar la tan anhelada y esquiva felicidad, aquella que si bien, muchos dicen alcanzarla, es tan efímera, que apenas logran disfrutarla ya que el llamado inexorable de la muerte les alcanza. Todos los logros de “ellos” son solo temporales y efímeros. Nuestro Señor Jesucristo dijo:

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” Mateo 6: 19-20

Ciertamente los logros de “ellos” son corruptibles y perecederos. No pueden pensar en lo celestial y eterno porque su simiente es solamente corruptible. Aquellos agentes como la polilla y el orín, hablan del efecto de la corrupción. La polilla se come la ropa, la destruye y la hace inservible; por su parte el orín, es la oxidación que descompone, envejece y también destruye. Por otra parte, Jesús habló de los “ladrones”. Aquellos que roban y desvalijan sin piedad, principalmente a aquellos que acumulan riquezas sin compartirlas o aprovecharlas oportunamente. A “ellos” les acontece lo que el salmista decía:

“Ciertamente como una sombra es el hombre; Ciertamente en vano se afana; Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá” Salmos 39: 6

Pero “nosotros”, somos aquellos que estamos corriendo tras una corona incorruptible, y nuestro tesoro está en el cielo donde, ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no mina ni hurtan.

La necesaria separación de “nosotros y ellos”

La biblia nos instruye de la gran necesidad de separación que debe existir entre “nosotros y ellos”. “Nosotros” entramos por la puerta estrecha y transitamos por el camino angosto que lleva a la vida, pero “ellos” entran por la puerta ancha y caminan por el camino espacioso que lleva a la perdición. Es decir, destinos totalmente diferentes.

Pero debemos entender que “nosotros” aun portamos una naturaleza pecaminosa con la cual debemos luchar y hacer morir, no obstante, muchas veces existe la tendencia de ir estrechando distancia con “ellos” (los incrédulos). Es ahí donde resuena brillantemente aquel heraldo que nos impone el siguiente mandamiento:

“Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré” 2 Corintios 6:17

Constantemente el pueblo de Israel caía en aquel ecumenismo religioso que lo llevaba a hacer alianzas prohibidas por Dios. Recordemos tan solo el gran discurso de Elías cuando llamaba a no claudicar entre dos pensamientos (1 Reyes 18: 21). El llamado de Dios siempre ha sido, “Salid de en medio de ellos”. El creyente debe mantenerse necesariamente separado de lo mundano y profano. En otras palabras, “nosotros” debemos constantemente santificarnos (apartarnos) de “ellos”, porque nuestros intereses son diametralmente distintos a los incrédulos. Es por esa razón que Pablo argumenta:

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?” 2 Corintios 6: 14-16

En este texto podemos perfectamente señalar que está estrictamente prohibido establecer “yugos” entre “nosotros y ellos”. “Nosotros” somos de la justicia, pero “ellos” son de la injusticia; “nosotros” somos de la Luz, pero “ellos” son de las tinieblas; “nosotros somos de Cristo, pero “ellos” son de Belial; “nosotros” somos creyentes, pero “ellos” incrédulos, y finalmente podemos agregar, que “nosotros” somos templo del Espíritu Santo, pero “ellos” de los ídolos. Respecto a esto mismo, Pablo también agrega lo siguiente escribiendo a los efesios:

“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo” Efesios 4: 17-20

“Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos…porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto” Efesios 5: 6-12

Ambos pasajes selectos nos advierten de la necesaria separación que debe existir entre “nosotros y ellos”. Nuestra mente, nuestros intereses e inclusive nuestro vocabulario son distintos; no debemos claudicar ni acortar distanciamiento con “ellos”.

El porvenir de “nosotros y ellos”

“Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón” 1 Tesalonicenses 5: 2-4

La venida de nuestro Señor Jesucristo será como “ladrón en la noche”. Si alguien supiera que un ladrón va a venir a robar a su casa, ciertamente velaría. Esta enseñanza nos fue entregada para que los creyentes estemos “velando”, es decir, “vigilando” por aquella visita inminente sin previo aviso. Cristo dijo que volvería, y Él volverá; no sabemos cuándo, pero debemos velar y debemos estar esperándolo.

“Nosotros” sabemos que Cristo vendrá sin previo aviso; la comparativa es “como ladrón en la noche”. Sería absurdo pensar que el ladrón diera un aviso previo, notificando a los dueños de casa que a tal hora irá a robar. Eso es ridículo. De la misma forma, Cristo dijo que vendría, y nosotros estamos “vigilando” y amando su regreso (2 Timoteo 4:8b). En ese día será cumplido nuestro gran deseo de la redención de la presencia del pecado; nuestro cuerpos serán transformados y glorificados para poder ver cara a cara al Señor y así estar para siempre con Él. ¡Cuán alentador es el porvenir para “nosotros”!

No obstante, para “ellos” el porvenir es totalmente distinto. Actualmente, mientras “nosotros” esperamos ese día cuando Cristo vuelva, “ellos” solo piensan en lo terrenal y anhelan la utópica paz y seguridad mundial. “Ellos” están trabajando para consolidar sus propios logros en este mundo y definitivamente construir “todos juntos” un nuevo orden mundial de paz y seguridad. La biblia dice que en medio de un aparente logro de aquello, vendrá sobre “ellos” destrucción repentina y no podrán escapar porque ya no habrá escapatoria.

“Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad” 2 Tesalonicenses 2:11-13

La infalible Palabra de Dios advierte que en aquel tiempo, un “poder engañoso” actuará sobre “ellos” para que crean la mentira. Esto revela que “ellos” siempre se han complacido en las fabulas, artificios y mentiras, y siempre han aborrecido la verdad. Esto es fácilmente comprobable cuando Ud. les habla del evangelio a las personas; “ellos” se burlan, hacen mofa, elevan blasfemias, etc. Como decía Pablo, desde el cielo se revela la ira de Dios sobre “ellos” que detienen con injusticia la verdad (Romanos 1: 18). Pero “nosotros” debemos dar siempre gracias a Dios de que Él nos haya escogido para salvación y por medio de Jesucristo, ser salvos de la ira venidera (1 Tesalonicenses 1:10).

El amor de Dios y la salvación para “nosotros”

“Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” Romanos 5:8

“…nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Tito 2:13-14

Estos dos pasajes (entre otros) son extraordinariamente maravillosos al momento de meditar acerca del amor que Dios nos ha manifestado. En ambos se deja ver la bendita doctrina de la sustitución, es decir, que El Justo muere en lugar del culpable. Primero dice que “Cristo murió por nosotros”, es decir, Él murió en lugar de “nosotros”. Así también Pablo le escribe a Tito enseñándole que “Cristo se dio a sí mismo por nosotros”, es decir, que Él se entregó voluntariamente por “nosotros” para redimirnos de nuestra iniquidad.

Esta obra de la sustitución se manifiesta en aquella escena, en donde por un lado está el Juez justo (Dios), el acusador (el diablo), el culpable (“nosotros”), El Abogado (Jesús) y los decretos que confirmaban nuestra culpabilidad y méritos para ser condenados (nuestras obras – nuestro pecado). No obstante, El Señor en su grande misericordia, tomó nuestro lugar, haciéndose Él culpable y llevando nuestras culpas para clavarlas en la cruz.

“…anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” Colosenses 2:14

Ciertamente esto es una verdadera locura o estupidez para aquellos que se burlan del evangelio. Para “ellos” es locura, pero para “nosotros” es poder de Dios.

Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” 1 Corintios 1:18

Finalmente, podemos agregar que “nosotros” tenemos un enorme privilegio que “ellos” no tienen. Ahora somos Hijos de Dios por regeneración y por adopción. No hay quien nos pueda hacer frente porque El Señor Está de nuestro lado. El Poderoso Gigante nos ha escogido para esta salvación tan grande. “Ellos” nos podrán despreciar, perseguir, aborrecer o calumniar, pero no podrán, por más que quieran; destruirnos porque Dios está y estará con “nosotros”.

“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” Romanos 8:31-34

Amados hermanos, es importante detenerse un tiempo y meditar acerca de lo tratado en este artículo. El que Ud. esté del lado de “nosotros” es lo más grande que pudo haber sucedido. Y recuerde, aquello fue hecho “solo por gracia”. Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo sea con Ud. Amén.

PEL11/2015

Categorías: Estudio

5 comentarios

Neftalí Barrera Torres · 24 de noviembre de 2015 a las 21:13

Gracias, es hermoso y edificante leer este tipo de artículos, por que nos dan un bálsamo y esperanza, pero también un afán y responsabilidad por nuestros seres queridos, amigos y personas con las cuales tenemos contacto.

ISRAEL MARCOS ISABEL · 25 de noviembre de 2015 a las 01:16

Les agradezco hermanos por el articulo que es muy edificante, con esto afirmo mi fe y entiendo que entre más comprendamos la palabra bendita de Dios debemos ser más humildes de corazón, e interceder por ellos y compartiendoles las sagradas escrituras.

ricardo · 26 de noviembre de 2015 a las 11:19

Gracias amados Hermanos por su gran artículo, que nos enseña a no olvidarnos de donde nos ha sacado Dios para no jactarnos de nada y de nadie. Somos salvos por gracia , por gracia, por gracia, y si algo bueno hacemos es porque somos creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios las preparó de antemano para que anduvieramos en ellas, toda la gloria, la honra sean dadas a Dios por los siglos de los siglos, Maranatá, amén.

viviana correa · 28 de noviembre de 2015 a las 10:18

Comparto las sentidas palabras pronunciadas por mis otros hermanos que anteceden con sus comentarios de agradecimiento, primero a nuestro Dios y Salvador Jesucristo y también a ustedes por este Ministerio que nos edifica y afirma en nuestra fe. Gracias al Señor porque aún existen hermanos con sana doctrina, llenos del Espíritu y por ende llenos de la bendita palabra de Dios. Bendiciones desde Yungay 8° región (chile). Viviana Correa

Sandra Vidal · 2 de diciembre de 2015 a las 08:54

Gracias❗️❗️Por lo claridad de la enseñanza, la sana doctrina, la verdad con todas sus letras. Gracias a nuestro Señor por darle sabiduría que viene de lo alto, que nos edifica y podemos entender al ser nuestros ojos abiertos que debemos meditar en su palabra para que esta se haga vida en nuestras vida honrrandolo en todo . Maranata ❗️❗️❗️

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *