“y Caín fue labrador de la tierra….(Caín) trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová….pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya” Génesis 4:5

La pregunta que todos, alguna vez nos hemos formulado, es el por que Dios no se agradó de Caín y de su ofrenda.
Sin dudas, todo lo que podamos ofrecer a Dios, pero cuyo origen es exclusivamente el producto de la capacidad, experiencia y esfuerzo humano, jamás es bien recibido por Dios.

Ya Pablo lo enseñaba a los Corintios cuando les decía que “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios” ( 2 Corintios 3:5)

Caín revela claramente los estímulos de su corazón al llevar una ofrenda hecha por su arduo esfuerzo. Su actitud, es la médula de toda religión que pretende agradar a Dios merced a sus buenas obras, esfuerzos y justicias propias.

En contraste, vemos a Abel quien experimenta la relación pura con Dios, reconociendo que en él no hay méritos válidos para ser agradable a Dios, y apela a un sustituto inocente, ofreciendo lo mejor de sus ovejas que sin dudas, viene a ser un símbolo de nuestro bendito Salvador.

La Biblia presenta abundantes casos de personas que pretendieron “ganarse” el favor de Dios, haciendo obras, pretendiendo pagar el don divino, ofreciendo grosuras y sacrificios, pero todo fue en vano; Dios no acepta ninguna ofrenda que no porte el sello de la figura bendita y gloriosa de Cristo.

En la actualidad, se pretende comprar el favor de Dios y torcer el brazo soberano del Creador mediante sudorosas labranzas y faenas humanas, cuyo final será solo el pobre y miserable producto de hombrecitos.
Dios nos guarde de decir: “ Esto es lo que hecho por ti” en lugar de decir: “ Esto es lo que tu has hecho en mi” para la gloria de Dios.

Lo que ocurrió con Caín, sirve para entender la fuerza y la potencia del sentir de Dios, cuando alguien pretende robarle la gloria a su amado Hijo. Tan solo recordemos cuando Moisés estropeó humanamente la simbología tras la peña desde donde brotó agua (Números 20:1-13)

Amados, meditemos acerca de lo que le estamos ofreciendo al Señor como ofrendas y servicio. ¿Es producto de nuestras manos para nuestra vanagloria o es fruto del Espíritu Santo para su Gloria?
Dios nos ayude a ser como aquel Abel que reconoce su bajeza y apela a aquel que encubre sus pecados, y despojarnos de ese Caín que desea que le reconozcan su arduo trabajo robándole la gloria a Cristo.

PEL2006

 

Categorías: Devocional

2 comentarios

NANCY JEANNETTE FANDIÑO PEÑA · 23 de mayo de 2014 a las 13:07

AGRADECIENDO A DIOS EN TODO TIEMPO POR NUESTRO SEÑOR JESÚS POR QUIEN ES POSIBLE QUE NOS MOVAMOS INCLUSO QUE ESCRIBAMOS NADA PODEMOS HACER POR NUESTRAS FUERZAS YA QUE ES EL QUIEN NOS DA EL PODER PARA TODO. LA GLORIA ES DE ÉL POR ÉL Y PARA EL, SU HIJO AMADO. DIOS LES BENDIGA Y GUARDE HERMANOS.

BASTIÀN ROGERS · 3 de junio de 2014 a las 00:15

El DIEZMO que hoy cobran las iglesias evangèlicas es un robo monumental que debe ser denunciado!!!..Saludos hermanos…

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