Ante la deliberada aparición en la propaganda política del, otrora pastor, y ahora Dr. David Hormachea, quien se ha sumado a lista de adherentes del candidato Sr. Jose Antonio Kast, es necesario reflexionar en el preocupante avance que ha tenido la politización de la iglesia. Lo que en el pasado hubiera parecido radicalmente inaceptable, vemos que el día de hoy ya no lo es. Son increíbles los cambios de convicciones y directrices que están teniendo los creyentes de esta generación.

Ahora vemos con absoluta “soltura” las expresiones de líderes de iglesias que deliberan políticamente, y promocionan a tal o cual candidato que corre tras el “sillón” presidencial. Ellos dicen que los “cristianos” debemos relacionarnos con la política, porque es mandamiento de Dios, porque la iglesia esta puesta por “cabeza y no por cola”, porque debemos ser protagonistas del gobierno civil, ser sal de la tierra, luz del mundo, etc.; en otras palabras, muchos argumentos que se repiten y se esgrimen para convencer a las feligresías a que deliberen políticamente. Como consecuencia, congregaciones diezmadas por la política; unos de izquierda, otros de derecha; en lugar de estar reunidos “juntos y unánimes” (Hechos 2:1). Es una vergüenza ver a  quienes se dicen “doctores”, pero que  hablan por su propia cuenta, en lugar de hablar exclusivamente lo que la biblia enseña.

En lo particular, me ha llamado mucho la atención los mensajes audiovisuales del famoso predicador David Hormachea, que en este último tiempo ha demostrado su decidida actitud de instar a la cristiandad (él dice: “evangélicos y católicos unidos”) a votar en las próximas elecciones presidenciales de Chile, por un candidato que “represente los valores cristianos”, pero que como bien sabemos (o deberíamos saberlo), aquel candidato al que se refiere, es un fiel observante de los dogmas y tradiciones de la iglesia católica romana.

Jose Antonio Kast es un fiel católico perteneciente al Movimiento apostólico de Schönstatt, fundado por el sacerdote Palotino Alemán Josef Kentenich en 1914. Este movimiento profundamente enraizado en las enseñanzas “marianas” (y no cristianas), sin bien forma personas con altos valores morales y cívicos, pero a la luz del evangelio de nuestro Señor Jesucristo revelado en la biblia, dichas personas no han nacido de nuevo para salvación y vida eterna. La salvación por obras y no por la “sola fe”, siempre ha sido el sello de la “evangelización” del catolicismo romano. El movimiento de Schönstatt promueve la idea de crear un “hombre mejor” mediante las enseñanzas de Maria, como ellos la llaman, “la madre de Dios”.

No obstante, el Dr. Hormachea pasando por alto la clara enseñanza bíblica respecto a la separación que debe existir entre un creyente y todo aquel que no profesa la doctrina legada por nuestro Señor Jesucristo y ratificada por sus apóstoles (2 Cor.6:14-17), llama deliberadamente a “creyentes evangélicos y católicos unidos» a votar por un candidato que representaría los valores “cristianos”, pero como se ha señalado, su formación y convicción dista mucho de lo que un cristiano que ama la Palabra de Dios, acepta como única y todo suficiente norma de conducta y de fe. En el siguiente link Ud. puede observar las declaraciones del Dr. Hormachea:

(https://www.youtube.com/watch?v=mCizjFGdtf8)

Más allá de la moral y de la vida cívica.

El problema de posturas y posiciones como la del Dr. Hormachea, surgen a partir del error de reducir la enseñanza cristiana y bíblica, solo a un valor “moral y cívico”. Cuando eso se concibe en la mente, y gobierna la voluntad de los líderes de iglesias, se pierde la perspectiva de lo que significa el cristianismo bíblico y la veracidad del evangelio.

Quienes fuimos católicos antes de que El Señor nos salvara, recordaremos aquellos clásicos sermones del cura que instaban permanentemente solo a la búsqueda de una vida moral y cívicamente correcta. Lo mismo ocurre con la mayoría de las religiones. Judíos, Musulmanes, Budistas, Mormones o Testigos de Jehová, todos apuntan hacia el mismo objetivo como camino para obtener la redención. En resumen, para toda religión es el hombre que debe lograr su propia salvación por medio de las obras. Por tal razón, a veces la descripción de alguien que lleva una vida moral, ética y cívicamente   correcta, se suele confundir con la de  un “cristiano”.

El llamar a un candidato de “cristiano”, solo porque proyecta (al menos lo que se ve externamente) un estilo de vida moral y ético, y altos estándares cívicos, es un craso error a juzgar por las sagradas escrituras. Eso es lo que pasa a menudo en el ambiente evangélico. Se dice que hay que votar por candidatos “creyentes y no ateos”.

Estamos totalmente de acuerdo con aquel que, aun no siendo cristiano, al menos defiende los valores éticos, morales y cívicos en consonancia a lo que la biblia enseña. Podríamos decir que es el “mal menor” en circunstancias extremas. Sin embargo, usar esta opinión para llamar “cristiano” a quien no lo es, y negar que el tal necesita imperiosamente el verdadero evangelio para salvación, es perder la perspectiva de la iglesia, del evangelio y de la radicalidad del mismo; es transitar hacia el fracaso mediante una idea humana, ecuménica, y que está en total rivalidad a lo que la infalible Palabra del Señor nos enseña.

El evangelio es mucho más que solo vida moral y cívica. Hay muchos que son excelentes personas, que no son “mundanos”, pero que no aman al Señor. La biblia no solo condena a quienes no creen en El Señor, sino también a quienes no lo aman (1Corintios 16:22).

El evangelio es, entre muchas otras cosas, honrar a Jesucristo mediante el sometimiento a su Palabra y a su Doctrina (Juan 14:23). Es amar la verdad y defenderla (1 Timoteo 3:15). Es reconocer que no podemos ser salvos por obras (Efesios 2:8-9). Es tener una amplia convicción de nuestro propio pecado y la necesidad de una continua confesión y arrepentimiento (1 Juan 1: 6-10). Es el anhelo de reunirse y tener comunión con verdaderos creyentes (1 Juan 3:14). Es odiar este sistema o “mundo” (1 Juan 2:15) y amar más y más el regreso de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, para definitivamente estar para siempre con Él (2 Timoteo 4:8b).

La Iglesia y el gobierno civil

Todos aquellos cristianos que nos oponemos tenazmente a participar y deliberar en asuntos de política contingente, y por consecuencia, politizar la iglesia de Cristo, somos acusados de “desobedientes” a las leyes civiles de Dios. Se argumenta que el gobierno civil fue puesto por Dios y nosotros debemos someternos obedientemente, y por tal razón, todo creyente debe opinar, deliberar, votar en las elecciones y relacionarse políticamente para escoger la mejor alternativa para la presidencia o para el parlamento de la república.

Pero bien sabemos que en lo dicho en el párrafo anterior, asoman algunas medias verdades; y comúnmente las “medias verdades” terminan siendo parte de la “gran mentira”. Es cierto que el Señor dejó la autoridad civil para legislar y gobernar, y que cada creyente debe someterse a aquellas autoridades (Romanos 13: 1-8, 1 Pedro 2:13-17). Esto significa que debemos respetar a los gobernantes, legisladores, magistrados, y cumplir responsablemente con las leyes, tributos, etc. Pero esta instrucción apostólica en nada tiene que ver con inmiscuirse en la política contingente. La iglesia es independiente del estado. El evangelio nunca tuvo, ni tendrá intereses estatales ni humanistas. Es el propio Señor quien dijo que: “mi reino no es de este mundo” (Gr. Kosmos) Juan 18:36. Es el mismo quien separó la obediencia a Dios de la obediencia al estado cuando dijo: “Dad, pues, a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22:21)

Una cosa es ser obediente a las autoridades, siempre y cuando las leyes y ordenanzas no contravengan los principios de Dios revelados en las escrituras; pero otra cosa es utilizar esta verdad para validar y legitimar la política dentro de la iglesia. Ante esto, los “doctores” actuales que están politizando a la iglesia, tendrán que reconocer humildemente que están equivocados.

La iglesia de Cristo que Él ganó con su propia sangre (Hechos 20:28b) no está en la tierra para cambiar la sociedad mediante la deliberación política, sino que para predicar el evangelio para salvación del alma a todo aquel que cree en Jesucristo como Señor y Salvador personal (Juan3:16). Es un asunto de salvación y vida eterna. Es un asunto de perdón de pecados y de justificación. Esta es la esencia de los que significa ser “luz del mundo y sal de la tierra”. Sin duda, que la declaración de nuestro Señor Jesucristo respecto a ser “luz del mundo y sal de la tierra”, jamás debe interpretarse como un llamado a tomar el dominio o idea de cambiar el curso de una sociedad o sistema que el propio Señor y Juez ya ha sentenciado. Es absurdo creer y enseñar que los presidentes o reyes de las naciones llegan o no al poder, solo por la decisión de nuestro voto popular y no por la intervención soberana de Dios. Eso es negar la absoluta prerrogativa solo de Dios, quien pone y saca los reyes según su Voluntad (Daniel 2: 21).

Actualmente, la legislación permite la votación voluntaria y no obligatoria. Entonces ¿Por qué el Dr. Hormachea dice en la franja electoral, que no ir a votar es un acto de desobediencia a Dios? Como vemos, él está equivocado en su enfoque y perspectiva, y debe reconocerlo.

La Biblia nos enseña que nosotros, los hijos de Dios somos embajadores A veces olvidamos que somos embajadores de Cristo en este mundo, y bien sabemos que un embajador no puede inmiscuirse en la política contingente del país en que está, por más que desee aquello. Si un embajador delibera como extranjero en términos políticos, es expulsado y considerado persona “Non grata”. Nuestra postura frente a Dios debe ser, tan o más rigurosa que la que plantea el protocolo internacional. Somos proclamados embajadores de Dios cuya patria es la celestial, la por venir, y no es el mundo (2 Corintios 5:20). Que falta nos hace reivindicar la condición de peregrino dentro del pueblo de Dios y de sentir la convicción de que nuestra verdadera patria es la celestial.

“Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” Filipenses 3:20

Políticamente incorrecto

“les dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra” Lucas 13:32

Nuestro Señor Jesucristo nunca nos dejó un ejemplo de intervenir o “coquetear” con los políticos, so pretexto de ser obedientes al gobierno civil, ya existente en su época. Quizás esta declaración nunca la encontremos en los sermones contemporáneos, pero el autor es Jesucristo, nuestro Señor. Él sabía muy bien quien era Herodes. Un gobernante “conocido por su astucia traicionera y por su vileza rastrera”, tan igual como los políticos actuales que solo buscan su conveniencia, y que prometen lo que ellos mismos saben que no pueden cumplir. Por tal razón, con toda autoridad, Jesús le llama “zorra”; animal que ciertamente reúne aquellas características, por decir lo menos, despreciables. Ciertamente, Palabras lacerantes como estas, están olvidadas y censuradas en los pulpitos actuales.

Nuestro Señor Jesucristo jamás coqueteó con las autoridades como para conseguir sus objetivos, situación tan habitual en el clero evangélico de la actualidad. Desde siempre, los hombres de Dios nunca fueron apetecidos por los gobernantes debido a que eran considerados como cismáticos y negativos, solo basta con recordar a Elías y su memorable discurso o al anónimo Micaias quien anuncia la derrota de Acab (1 Reyes 18 y 22) Ambos siervos de Dios y odiados por el estado. De la misma forma, el Señor Jesucristo tuvo que resistir a uno de los poderes fácticos más agazapados e hipócritas que el estado presenta: El poder religioso.

Finalmente, y en virtud a la pregunta inicial ¿por quién votar?, cada uno es libre en su conciencia y convicciones. Pero una cosa es necesario resaltar: los creyentes no debemos poner nuestra confianza en ningún hombre (Jeremías 17:5) ni esperar en las promesas de ellos.

“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” 2 Pedro 3:13

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos dé sumisión para reflexionar en este importante tema. Que así sea. Amen.

PEL 11/2017


10 comentarios

Rodrigo · 9 de noviembre de 2017 a las 12:57

Hermanos solo decir respecto a estos falsos cristianos : 2 Timoteo 3:13

Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.

Jessica Contreras · 14 de noviembre de 2017 a las 21:40

Como cristianos debemos ser indiferentes ante leyes aprobadas para el aborto, matrimonio homosexual, identidad de género, adopcion homoparental? Cuando la palabra de Dios dice que debemos someternos a las autoridades, que debe mos hacer? No ir a votar? Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. Creo que votar por el unico candidato que defiende la familia como base de esta sociedad, que reconoce, como único matrimonio, entre un hombre y una mujer, que defiende la vida de un inocente en el vientre, obviamente que contará con mi voto.

    No soy profeta, ni soy hijo de profeta · 16 de noviembre de 2017 a las 14:06

    A César lo que es de César:

    César, en este tiempo, establece que el voto es voluntario, por lo tanto mi derecho y deber, como ciudadano, no es obligatorio sino voluntario.

    ¿Ir a votar para revertir lo que nuestro Dios soberano dejó establecido en su palabra?:
    «.. como sucedió en los días de Lot..» (Lc 17:28)
    «.. los hombres irán de mal en peor ..» (2 Tim 3:13)
    «.. por haberce multiplicado la maldad ..» (MT 24:12)

    Dios es Todopoderoso y Soberano, él tiene todo bajo su control:
    «.. porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; ..» (Daniel 2:20-22)

    Hablemos en 4 años más y veremos que esto no ha cambiado en nada, al contrario estará peor (con y sin voto). Lo doy firmado.

    «Así ha dicho Jehová: Maldito el hombre que confía en el hombre..» (Jer 17:5)
    «Mejor es confiar en Jehová Que confiar en el hombre. Mejor es confiar en Jehová Que confiar en príncipes («gobernantes»).» (Sal 118:8-9)
    «No confiéis en los príncipes («gobernantes»), Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.» (Sal 146:3)

    Maranata..!! Amén, sí ven Señor Jesús

      Elizabeth · 19 de noviembre de 2017 a las 18:10

      Si es un deber cívico, que no esté penalizado el no hacerlo ni exime la responsabilidad, no levantar la voz no decir lo que esta mal, también es pecado de omisión, el único enemigo no son los católicos estimado pastor

Gabriel Arellano Contreras · 15 de noviembre de 2017 a las 07:46

Estamos en el mundo, pero no somos de este mundo; adorable verdad; sin embargo, como hijos de Dios y como seres humanos tenemos responsabilidades y una de ellas es elegir a nuestras autoridades; a Dios lo que es de Dios y a Cesar lo que es del Cesar; demos Gloria a Dios y cumplamos con nuestro deber como ciudadanos; y como bien lo sabemos, «No hay justo ni aún uno» pues debemos votar entonces por el menos corrupto o por quien tenga mas dotes para regir nuestra política nacional.
Usemos nuestro derecho y vamos a votar, por quien?, decida en conciencia… Dios le guié en este proceso.

    No soy profeta, ni soy hijo de profeta · 16 de noviembre de 2017 a las 14:07

    A César lo que es de César:

    César, en este tiempo, establece que el voto es voluntario, por lo tanto mi derecho y deber, como ciudadano, no es obligatorio sino voluntario.

    ¿Ir a votar para revertir lo que nuestro Dios soberano dejó establecido en su palabra?:
    «.. como sucedió en los días de Lot..» (Lc 17:28)
    «.. los hombres irán de mal en peor ..» (2 Tim 3:13)
    «.. por haberce multiplicado la maldad ..» (MT 24:12)

    Dios es Todopoderoso y Soberano, él tiene todo bajo su control:
    «.. porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; ..» (Daniel 2:20-22)

    Hablemos en 4 años más y veremos que esto no ha cambiado en nada, al contrario estará peor (con y sin voto). Lo doy firmado.

    «Así ha dicho Jehová: Maldito el hombre que confía en el hombre..» (Jer 17:5)
    «Mejor es confiar en Jehová Que confiar en el hombre. Mejor es confiar en Jehová Que confiar en príncipes («gobernantes»).» (Sal 118:8-9)
    «No confiéis en los príncipes («gobernantes»), Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.» (Sal 146:3)

    Maranata..!! Amén, sí ven Señor Jesús

Fanny · 26 de noviembre de 2017 a las 23:19

Entonces apoyamos el aborto,la ideología de género, el que degeneren a los niños? O nos resignamos que eliminen a Dios de todos los estamentos públicos?
Entinces donde quedó el título de protestantes?
En Sodoma y Gomorra,Lot se sentaba a la puerta y no se pronunciaba contra el pecado de esas ciudades,y nunca los amonestó.
Nuestra manera de protestar es a través del voto. Es verdad que està escrito lo que viene, pero es increíble como existe entre el pueblo evangélico marxistas y socialistas y ningún líder alza la voz para decir que estàs ideologías de muerte,son antibiblicas.
El hecho que se «aconseje» hacia donde dirijo mi voto,o que representa un candidato que es mas consecuente que algunos evangélicos también es señal que se està politizando con y a través del evangelio.

    Webmaster SPG · 27 de noviembre de 2017 a las 08:37

    Estimada Fanny. Hubiésemos querido tener una dirección de correo electrónico para responder a su comentario. Lamentablemente su conclusion después de leer el articulo, revela que no lo ha leído detallada y objetivamente, o definitivamente no lo ha entendido.
    Si desea mayor información, favor escribir soloporgraciachile@gmail.com

Ernesto A. · 27 de noviembre de 2017 a las 15:01

Aqui en USA la mayoria de cristianos evangelicos hispanos votaron por Hillary Clinton según las encuestas, votaron a favor del aborto, la agenda LGBT, el globalismo del nuevo orden mundial porque no hay ni un solo pastor que explique la intitucion Divina del gobierno, la personas en las iglesias lo unico que saben es lo que la TV dice, no la Biblia.

Los neocalvinistas americanos hicieron todo lo posible para que Clinton fuera elegida, siempre acusando a los de la derecha tratando de eliminar el apoyo de los evangelicos para que perdieran y a la vez bien callados de las propuestas satanicas de la izquierda.

Creo que se tiene que respetar la conciencia de un creyente que hace lo posible en detener el ritual satanico del aborto y las otras aberraciones de la izquierda.

Todo lo que hagamos se tiene que hacer para la gloria de Dios, si creyente decide no votar hay que respetar, pero hay que dejar bien claro que si vota por el marxismo de la izquierda esta apoyando a un movimiento que commenzó con la meta de «destronar a Dios y destruir el capitalismo» segun su fundador Carl Marx.

Rubén · 13 de enero de 2018 a las 01:30

Bendiciones Hnos

Nosotros como cristianos tenemos un gobierno que no necesita reelección ya que formamos parte de un Reino eterno e inamovible. Nuestra esperanza no debe estar puesta en las autoridades terrenales de este mundo sino en el Reino de Dios porque no dependemos del presidente de una nación pues Dios es nuestro sustentador, salvador, proveedor, defensor, sanador, consejero, etc.; Él es quien usa a los gobernantes de turno para bendecirnos sean quien fueren éstos. Debemos aprender a depender de Dios y no del hombre porque: “El justo por la fe vivirá…”

Además, las autoridades terrenales están sujetas a la voluntad del enemigo, es por esa razón que no pueden gobernar con justicia e integridad; esta realidad no debe desesperarnos porque Dios ya nos dio las armas para revertir ésta situación: Oracion e intercesión entre otras. Debemos humillarnos en oración y Dios sanara nuestra tierra; esa es la manera que tenemos para gobernar en este mundo caído. Mientras la Iglesia ore Dios se encargará de que las autoridades gobiernen con justicia porque no permitirá que el enemigo las use para llevar a cabo sus malvados propósitos.

La Iglesia tiene poder en Aquel nombre que es por sobre todo nombre porque la iglesia fue diseñada para gobernar, pero si no hay poder en la oracion, lamentablemente seremos gobernados. Las armas de nuestra milicia no son carnales ni son las estrategias típicas de este mundo; nuestras armas son espirituales; y si gobernamos en lo espiritual, también lo haremos en lo terrenal.

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