“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. Salmos 51:17


Considerando un artículo anterior acerca de los efectos que produce la música en la iglesia, creo complementario meditar brevemente sobre estas dos palabras que deben ser muy bien diferenciadas, a fin de evitar confusión y autoengaño; me refiero al quebranto y la emoción.

David escribe el salmo 51 relatando de manera impactante su evidente arrepentimiento por su pecado. Recordemos brevemente que David comienza a abandonar sus deberes como rey y caudillo de un ejército (primer pecado), luego se sumerge en la ociosidad (segundo pecado), comienza a pecar de vista y de pensamientos observando furtivamente la mujer de su prójimo (tercer pecado), duerme con la mujer de su prójimo (cuarto pecado), urde una plan estratégico para asesinar al marido de la mujer y quedarse con ella (quinto pecado), soberbia e insensibilidad ante su pecado durante la declaración del profeta Natán (sexto pecado). (2º Samuel 11 y 12)

No obstante, David experimenta el quebranto de espíritu, el arrepentimiento y el dolor del pecado, y obtiene de Dios la redención. El salmo 51 es el clamor desgarrador de un hijo de Dios arrepentido y herido por su propio pecado. Eso es lo que una persona religiosa no salva no puede hacer. Solo hay remordimiento, emociones, pero jamás quebranto de espíritu. David decía:

“Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos” Salmos 51:4

La palabra quebranto (hebreo dakah) alude al abatimiento, colapso, ruina o humillación, y experimentarlo, es una obra exclusiva del Espíritu Santo que Dios ha hecho morar en los creyentes. Cuando un individuo es realmente quebrantado, sus perspectivas de sí mismo cambian radicalmente. Sin llegar a ser perfecto, el mismo descubre y experimenta su propia miseria, mas allá de un conocimiento intelectual adquirido. El quebranto siempre es espiritual y produce cambios en la voluntad del individuo.

Por su parte, la palabra emoción es un sentimiento activado por algún recuerdo, idea, hecho o ambiente circunstancial (por ejemplo alguna melodía o ritmo musical, una poesía o arte en general) que “mueve” a la alegría, la tristeza, al ánimo o al desgano. Esto se experimenta en el alma del ser humano, que es donde se alojan las emociones. La experiencia de la emoción no mana del espíritu, sino que del alma. Esta nunca produce cambios sustanciales o perdurables en la voluntad del individuo, sino que es una experiencia pasajera. Toda vez que desaparece el ambiente, el recuerdo o el hecho que provoco la emoción, esta se disipa sin dejar ningún resultado perdurable en la conducta de la persona.

A partir de estas breves definiciones de ambas palabras [quebranto y emoción], es muy bueno meditar acerca de nuestra búsqueda devocional en El Señor. A veces resulta muy saludable preguntarnos, si la presencia del Señor es producto de un sentimiento o es en definitiva la evidencia del testimonio personal que cambia positivamente al individuo para la gloria de Dios.

Me temo que en muchos lugares se están explotando más las emociones, que buscando el legítimo quebranto de espíritu. Hay muchos cristianos sin discernimiento que asocian “la presencia del Señor” a un ambiente de emocionalismo; como el llanto, levantar las manos, largas repeticiones de frases y melosas canciones nuevas, silencios contemplativos, etc. Pero al final, no hay cambios en el creyente. Es decir, todo aquello pasa a ser una mera emoción pasajera sin ningún fruto perdurable. Como hablamos en un artículo anterior, “la nueva alabanza” aporta a eso, es decir, exacerba las emociones de los feligreses, pero no produce quebranto espiritual. Muchos pastores se auto engañan, pensando que hay avivamiento en su iglesia, sin querer reconocer que solo están reclutando personas que buscan el ejercicio emocional para sentirse bien.

La verdad es que las emociones no son malas en sí. Dios nos hizo con un alma que produce emociones. Gracias al alma, es que nosotros nos reímos o lloramos. Eso no es lo que se advierte como nocivo. Lo peligroso es reducir lo que produce El Espíritu Santo en nuestro espíritu, a una mera experiencia emocional. Entonces, ¿cómo distinguir si solo hemos experimentado una emoción pasajera, en lugar de un verdadero quebrando de espíritu? La respuesta radica en el fruto de ese hecho personal. La emoción es pasajera y sin fruto; pero el quebranto lleva al creyente a cambios sustanciales y perdurables en su vida. ¿Cuántas veces Ud. ha llorado y ha prometido cambiar, pero sin resultados? ¿Cuántas veces ha escuchado a personas que lloran, pero no tienen cambios ni frutos espirituales en sus vidas? Esta es la motivación de este artículo; lograr definir claramente por la biblia lo que es el verdadero quebranto o una mera emoción. Cristo dijo que El Padre busca adoradores que le adoren en <espíritu> y en verdad (Juan 4:23), No dice: “en alma y en verdad”. Es decir, la adoración debe manar más allá de las emociones. Pablo enseña acerca de nuestra tricotomía (de tres partes) cual tabernáculo compuesto de tres lugares (Vea 1a. Tesalonicenses 5: 23, 2 Corintios 5:1)

Obediencia a mera emoción.

“Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste.  Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” Lucas 11: 27-28

Es muy interesante meditar en este episodio. Lo que cierta mujer expresó, podría ser considerado una profunda y hasta poética expresión de elogio y alabanza a Jesús y a su madre María. En lo personal, creo que hoy se repiten mucho este tipo de exclamaciones en las iglesias y a través de las redes sociales, ante las cuales no se dejan esperar los espontáneos ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!

Pero nuestro Señor Jesucristo nos deja una magistral enseñanza. Aquella poética alabanza solo pasó a ser una expresión emocional que no podía opacar el imperativo divino de la obediencia. La mujer exclamaba: “bienaventurado [feliz] el vientre que te trajo y los senos que mamaste”, pero Cristo le responde de manera categórica: “antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”. Note que la conjunción adversativa “antes” indica la idea de contrariedad a lo que ella dijo. Cristo rectificó la emocional exclamación de la mujer, e impuso el imperativo de Dios de obedecer.

Ciertamente la obediencia no es fruto de la emoción, sino que del quebranto. La mujer en su exabrupto emocional fue corregida [rectificada] inmediatamente por El Señor. En otras palabras, vemos en este pequeño relato la voluntad de Dios que nos permite valorar el quebranto que lleva a la obediencia, por sobre la emoción que no produce frutos. Ud. puede hacer cosas, sentir cosas, hablar o pensar cosas como producto de su emoción, pero el quebranto lo llevará a obedecer y glorificar a Dios. Esa es nuestra demanda amados hermanos; buscar el quebranto por sobre la mera emoción.

Qué lindo estuvo el culto hoy

Creo que hemos escuchado muchísimas veces esta clásica frase en medio de los cristianos ¿no es cierto? Bueno, en virtud de este artículo podríamos preguntarnos ¿por qué un culto o reunión, puede ser distinto uno de otro? ¿Por qué un día fue “lindo” y el anterior no? Podríamos presentar varias respuestas a estas preguntas, pero la más acertada, al observar el comportamiento de la feligresía que usa de estas clásicas expresiones, es el producto de la emoción.

Muchos hermanos buscan la emoción. Y cuando se configura un culto emocional, la gente se emociona, y termina calificando la reunión como “linda” o llegan a decir: “sentí la presencia del Señor”. Esa es la realidad. El juicio del resultado de una reunión es la emoción, y si no hay emoción, no hay razón para considerar la reunión como “linda”. Esto amados hermanos es un profundo error de percepción porque no radica en la biblia, sino que en su alma. No debemos andar por emociones, sino que por convicciones bíblicas.

La reunión será provechosa siempre y cuando se presente la infalible Palabra de Dios de manera fiel. Sea en exhortación, amonestación o reprensión, y cuanto más en consolación. Pero no podemos resumir la calidad de una reunión a la mera emoción, sino que debemos proyectarla siempre a la búsqueda del quebranto que conlleva frutos de arrepentimiento y obediencia. Amado hermano, no creo que Ud. quiera ser un cristiano religioso que dice amen en la iglesia y en su vida privada lo ofende con sus hechos o sus palabras. La emoción que hoy se está entregando en las iglesias como sucedáneo del quebranto, no nos llevará a crecer, madurar, discernir y dejar de ser niños fluctuantes. Es necesario ser quebrantado. Es necesario, no solo decir “somos miserables”, sino que sentirnos miserables. Para luego levantarnos del quebranto con el gozo del perdón de nuestro Padre en Cristo Jesús. Así que, todas las reuniones serán buenas [o lindas como se suele decir…] dependiendo si Ud. llega al local de reunión con un espíritu quebrantado. Si Ud. va a una iglesia a buscar música melancólica para emocionarse, le aseguro que llorará quizás por años, pero su vida no evidenciará el fruto que solo produce el quebranto.

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos conduzca al verdadero quebranto de espíritu, mediante la obra del Espíritu Santo que mora en nosotros. Que así sea, amen. Maranata.

PEL 04/2019

Categories: Devocional

1 Comment

Ximena · 6 de abril de 2019 at 08:11

Que realidad más grande …… solo pedirle a nuestro Señor y Salvador que nos guíe al quebranto y no nos deje caer en el autoengaño de nuestras emociones que vienen de un corazón perverso y engañoso. Para así procurar vivir en obediencia agradando a Dios y ser luz en medio de las tinieblas.
Ayúdanos Señor y no nos dejes caer en tentación , dejando de hacer lo que debemos hacer ….
Gracias a Dios por este artículo hermano !!!!!

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