Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte. Proverbios 14:12

Este proverbio es uno de los textos que sintetiza más fielmente la búsqueda del hombre tras su propia justicia delante de Dios. Es una tónica constante del hombre el recrearse en su supuesta bondad y justicia para lograr convertirse en una criatura aceptable ante Dios, merecedora del perdón y de sus favores.

La religión, cualquiera que esta sea, pregona insistentemente en que es el hombre quien busca a Dios y que merced a sus buenas obras, o a través del pago de mandas o indulgencias, méritos o autoflagelaciones, los individuos lograrán la redención de su alma y la aprobación divina. Esta enseñanza está plasmada en el corazón del hombre desde los albores de su creación posterior a la caída por causa del pecado.

Toda criatura rehúsa aceptar que Dios gratifica al que menos tiene y más aún, aquel que no merece nada. Por lo mismo, la caminata del ser humano es una continua lucha por ganarse el favor divino, y para eso, las religiones son un verdadero caldo de cultivo. Esta realidad terrible e indiscutible también ha permeado a la llamada iglesia evangélica la cual se jacta de ser la iglesia verdadera, pero que sin duda, en sus filas hay cientos de personas religiosas e inconversos que predican y que hacen cosas para ganarse la salvación. De hecho, ellos mismos dicen que la salvación se logra perseverando; en otras palabras, es la misma tónica de todas las religiones.

Aun cuando la sagrada escritura nos enseña que no hay justo ni aún uno y que nuestras justicias son como trapos de inmundicia, la soberbia del hombre insiste en transitar por la senda equivocada.

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios” Romanos 3:10-11

“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” Isaías 64:6a

El proverbio citado en el encabezamiento de este estudio, nos enseña que el hombre transita por una senda que aparentemente es recta o justa delante de Dios, no obstante es la propia escritura la que advierte que el fin de esa ruta es la muerte; pero no solo la muerte física, sino que la eterna, es decir, la eterna separación de Dios.

Si nos detenemos a meditar por instante respecto a la pregunta ¿Cuál es el camino que al hombre le parece derecho? , vendrán a nuestra mente todas las obras que los hombres hacen debajo del sol, y las ordenaremos de manera de categorizarlas desde la más noble hasta la más vil de todas. De esta manera, en nuestra óptica puramente humana diremos que la senda derecha es aquella acompañada de buenas obras y la senda torcida es la que exhibe lo peor del ser humano. Con esta manera de analizar, tal vez concluiríamos que hay hombres buenos y hombres malos.

Pero Dios no nos enseña esto. La biblia dice que todos los hombres transitan por el camino desviado y es más, no hay quien pueda hacer lo bueno.

“Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” Romanos 3:12

Entonces frente al colosal argumento de la Palabra de Dios, como podríamos responder a nuestra pregunta: ¿Cuál es el camino que al hombre le parece derecho?

Creo oportuno citar la experiencia del tristemente célebre Caín. Este hombre no muestra su inherente maldad hasta recién cuando mata a su hermano Abel. Hasta ese terrible episodio, Caín era un hombre que transitaba por un camino que a él le parecía derecho; era su trabajo, su esfuerzo y sus propias justicias las que lo llevaron a elevar aquel culto basado en las obras y en los méritos humanos, y que por cierto, Dios rechazo categóricamente.

“Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová…pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya” Génesis 4:3.5

Para Caín su ofrenda le parecía ser el camino recto delante de Dios, no obstante, su fin era camino de muerte.
Las obras humanas nunca han sido bien recibidas por Dios, ya que atentan contra su principio de justicia para su propia gloria. Dios no comparte su gloria, de manera que para glorificar a Dios, solo nos resta contemplar su amor, su gracia y su misericordia que se extiende soberanamente a nosotros de manera incondicional.
Las escrituras son un verdadero compendio que revela a Dios todopoderoso y su obra en Cristo Jesús para su propia gloria. Si el hombre pudiese agradar a Dios mediante obras, entonces la gloria no sería enteramente de Dios, sino que existiría una coparticipación con la criatura. Eso no es lo que enseña la santa escritura.

La biblia enseña que aquel que obra para ganarse el favor divino, se transforma en deudor, es decir, en lugar de obtener la aprobación de Dios y la entrada amplia en los cielos, el individuo se hace más acreedor del infierno.

“Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda” Romanos 4:4

A veces comparo esta enseñanza con lo que hace el hombre con sus finanzas y administración de sus presupuestos en el día de hoy. El sistema capitalista y el consumismo descontrolado, han llevado a una multitud a endeudarse de manera estrepitosa, y en especial con créditos. Esta fórmula de financiamiento es una verdadera carnada ante un pez hambriento; mientras más tira la cuerda, más se entierra el anzuelo. Los hombres piensan que progresan, pero se hacen más deudores de sus propias decisiones. Así, tan igual como este ejemplo, la humanidad cree estar a cuentas con Dios mediante sus “créditos” de buenas obras y acciones en medio de una senda limpia, pero a la verdad, ellos se transforman en mayores deudores delante Dios Santo que no negocia su gracia.

El hombre tiene en su ADN aquella información de salvación por obras, por lo tanto, toda intención humana de redención, solo apunta a canjear con Dios sus bendiciones, de manera que con esta idea Dios se enternece y cambia su mirada de juicio por misericordia, a cambio de las bondades y justicias que los hombres elevan en medio de sus cultos y altares. No obstante, la biblia enseña que la salvación es gratuita y que se obtiene sin precio y sin dinero.

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” Isaías 55:1

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” Efesios 2:8-9

El camino que al hombre le parece derecho es aquel fundado en sus propias justicias y logros. Es aquel en donde se exhibe las supuestas bondades del hombre, tal cual el joven rico le decía al Señor: “…todo esto lo he guardado desde mi juventud…” (Mateo 19:20)
Todas las religiones descansan sobre dos pilares; primero, que es el hombre quien elige buscar a Dios, y segundo, que la salvación es por obras. Estos postulados no son aquellos que enseña la infalible Palabra de Dios; por el contrario, la escritura declara que es Dios quien busca al pecador (Juan 15:16) y que la salvación es por gracia y no por obras (Efesios 2:8-9).

Eso dos pilares de la auto redención del ser humano se hacen claramente nítidos en aquel camino que parece derecho. En la óptica humana el hombre quiere y puede agradar a Dios mediante sacrificios y obras. Se habla de los seres humanos justos y dignos de las moradas celestiales. Altos conceptos de moralidad y rectitud son las líneas y directrices que acompañan a aquellos que confían que esta senda les llevará a la redención. Son las religiones, las entidades filantrópicas, cofradías espiritualistas, etc., las que elevan a los altares al ser humano considerándolo como capaz de mejorar su vida, la de los demás y construir un mundo mejor. De esa manera, aquellos que dicen creer en Dios, se sienten dignos de él y merecedores de sus bendiciones. Que Insulto al Señor. Mientras que la biblia enseña que nadie le dio algo a Dios para que le fuese recompensado (Romanos 11: 35), los hombrecitos insisten que si tienen méritos.

El problema de esta posición de los hombres que transitan por esta senda limpia que parece derecha, es que quien evalúa los actos y pesa los corazones en balanza, es Dios y no los hombres. En otras palabras, aquellos que se creen buenos, justos y dignos de salvación, son considerados por sus semejantes como hombres piadosos, solidarios y ejemplares. Ellos solo ven lo externo y no pueden ver el corazón, pero Dios sí.
Un gran ejemplo de un hombre piadoso, irreprensible y ejemplar que transitaba por esta senda limpia y recta que lleva al infierno, es el propio apóstol Pablo el cual se conoce en las escrituras primeramente por el nombre de Saulo de Tarso.

“Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible” Filipenses 3: 4-6

Aunque Saulo de Tarso era irreprensible en sus propias justicias y actitud religiosa, aquello no lo hacía salvo. Recordemos que fue Saulo quien consintió en la muerte del primer mártir del cristianismo: Esteban.

“Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo” Hechos 7:58

“…y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban” Hechos 22:20

Saulo de Tarso transitaba por la senda limpia, y pensando que agradaba a Dios matando cristianos, se hacía cada vez más deudor delante del Dios Santo. El entendía que caminaba por una senda derecha, pero su fin era camino de muerte. No olvidemos que Saulo era un fariseo. El fariseísmo era la facción más fundamentalista del judaísmo; ellos no solo defendían la ley, sino que agregaban mandamientos extra escriturales que imponían en los hombros de los hombres, y que ni ellos mismos podrían cumplir. Recordemos lo que el propio Señor Jesucristo enseñó respecto de esta secta:

“Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas” Mateo 23:4

“Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” Mateo 15:7-9

Los fariseos proyectaban santidad y piedad, pero el Señor Jesús cual Dios que conocía el corazón de ellos, los trata de hipócritas, en otras palabras, actuaban como religiosos, como personas bondadosas y buenas, pero en el justo juicio de Dios, se revela que no eran más que “sepulcros blanqueados” (Mateo 23:27). Así, los fariseos andaban por esta senda que les parecía derecha, pero su fin era camino de muerte.
El hombre natural, en especial los religiosos proyectan una imagen de individuos íntegros, piadosos y buenos, pero la biblia dice que su corazón está lejos de Dios. Ellos honran a Dios de labios, pero están muertos en sus propios delitos y pecados (Efesios 2:1). Ellos configuran el grupo de las personas buenas que dicen caminar por un camino derecho, pero Dios dice que el fin de esa senda, es muerte.
Recordemos que no necesariamente el “camino espacioso” que lleva a la perdición, como lo enseñó Cristo (Mateo 7: 13), se trata de vidas licenciosas y disolutas en aquellos pecados que el hombre hipócritamente condena, sino que esa senda cuya puerta es ancha, está llena de buenas obras y vidas religiosas que pretenden insolentemente sustituir el único y todo suficiente sacrificio del Señor Jesucristo en la cruz del Gólgota. Alguien dijo acertadamente: “el infierno está lleno de buenas personas”.
No hay algo más ofensivo a Dios, el que un “hombrecito” se sienta lo suficientemente bueno como para ser merecedor de entrar al cielo por sus propias obras. El Señor Jesús nos entregó una enseñanza extraordinaria respecto a este importante tema:

“Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios” Mateo 21: 28-31

La perspectiva del hombre no es la misma de Dios. El hombre en su limitada forma de ver las verdades eternas, juzga solo las apariencias, y en conformidad a ello, determina su propio juicio. Después de leer el ejemplo de los “dos hijos” que presenta el Señor Jesús, y bajo la perspectiva humana basada en la sola apariencia, el hijo bueno sería el segundo; aquel que responde inmediatamente con un: “Sí, señor, voy”. La gente que se cree buena siempre dice “Sí” al Señor, pero nunca hace la voluntad de Dios. Al respecto, Jesús dijo:

“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Lucas 6:46

Todos lo que piensan que transitan por un camino derecho siempre actúan como aquel segundo hijo que dijo: “Sí, señor, voy”, pero jamás hacen la voluntad de Dios. Ellos piensan que con decir “Señor, Señor,” ya les basta. A propósito, la mayoría de las religiones presentan a Cristo, si no como Dios, al menos como una “gran profeta” o rabino, digno de admirar. Ellos hablan de Jesús, dicen amar a Jesús, dicen guardar su Palabra, pero no hacen su voluntad. Es solo el esfuerzo de sus propias vidas “religiosas y justas” las que presentan como argumentos meritorios ante el Dios soberano. ¡Que insulto al Señor!

Por ejemplo, ahí la iglesia católica que se jacta de ser la depositaria de la enseñanza de Cristo y de los apóstoles; ella habla de Cristo y de la biblia, pero no hace la voluntad de Dios. Tan solo bastaría con mencionar su evidente idolatría, mariolatría, misticismo babilónico en su liturgia, etc., como para certificar que es una institución humana que de labios honra a Dios, pero su corazón está lejos de él. En otras palabras, esa iglesia y sus feligreses actúan como el segundo hijo que dijo: “Sí, señor, voy”, pero nunca hizo la voluntad de Dios.

En contraste a ello, el primer hijo es aquel que evidencia su voluntaria rebeldía y natural maldad delante del Dios soberano al responder: “No quiero”, no obstante después arrepentido fue.
Evidentemente, la perspectiva humana diría que este es el hijo malo porque dice NO a todo lo que sea de Dios. Pero hay algo más en este juicio; se subestima la posibilidad del arrepentimiento, que es lo que justamente ocurrió con este primer hijo. El hombre natural se compara con la impiedad de los hombres malos ladrones, adúlteros, borrachos, etc. Es por esa razón que la persona religiosa y “justa” en sí misma, se siente buena, piadosa, humilde y merecedora de la entrada al cielo, no obstante, la biblia dice que ese camino va directo al despeñadero.

Recordemos la oración del fariseo quien oraba consigo mismo; sintiéndose mejor que aquellos pecadores lejanos de Dios, y disolutos en la inmundicia. Este hombre se jactaba de no ser como los demás; ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como un publicano que también estaba orando (Lucas 18:11) Lo sintomático de este relato, es que este hombre “oraba consigo mismo”. El “dios” de la religión es un ser creado solo en la mente del ser humano, hecho a la medida del propio corazón engañoso y perverso (Jeremías 17: 9) De ahí que las personas religiosas no pueden orar a Dios, sino que oran “consigo mismas” porque solo se auto contemplan y se solazan en sus propias justicias. Pero Dios que conoce quienes somos, dice solemnemente del hombre:

“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” Isaías 64:6a

Dios no necesita de la voluntad del “hijo bueno” aquel que dice fuerte: “Sí, señor, voy”, pero después no hace su voluntad, sino que la excelencia de su poder lo deposita en aquellos que siendo rebeldes y enemigos, y estando muertos en delitos y pecados, son conducidos por gracia al arrepentimiento, y trasladados a una nueva esfera de obediencia a la voluntad de Dios. Por tal razón, el Señor Jesús dijo con tanta claridad:

“Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios” Mateo 21:31

Jesús no dijo que las personas “buenas”, lo religiosos, aquellos que dan limosnas o que hace obras de beneficencia, serán los que entrarán al reino de Dios, por el contrario, hablo de lo vil y despreciado del mundo; publicanos y rameras. ¿Acaso no dice la escritura que lo menospreciado escogió Dios?

“Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” Mateo 11:25

“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” 1 Corintios 1: 26-29

Observando ahora la perspectiva de Dios, salta la gran pregunta: ¿Quién es bueno y quien es malo? los verdaderos malos son aquellos que diciendo “SI” a Dios, no hacen su voluntad, aun cuando exhiban sus propias justicias y bondades para ser reconocidos por los hombres. Aquellos que aunque dijeron “NO” a Dios, estos fueron conducidos por el arrepentimiento al camino de la obediencia que lleva a la vida.
La biblia enseña que Israel era como aquel hijo que decía “Sí, señor, voy”, pero que no hizo su voluntad y no alcanzó la justicia. No obstante, hay un pueblo que no era pueblo (1 Pedro 2:10) que decía “NO” a Dios, pero que alcanzó misericordia para arrepentimiento y obediencia.

“Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó” Romanos 9: 30-31”

Amados hermanos, es tiempo de meditar conforme a la perspectiva de Dios y despojarnos de todo vestigio de religión que se quiere enquistar en nuestro corazón. Hay muchos que no son disolutos y que tienen vidas ordenadas dignas de admirar, y que transitan por un camino que parece derecho, pero su fin es camino de muerte. La religión católica, evangélica o las sectas; las corporaciones filantrópicas o altruistas, las sociedades de beneficencias, las damas de blanco, rojo o amarillo, la cruz roja, etc. etc. están llenas de personas que se creen “buenas” y que están arduamente trabajando para agradar a Dios, cual Caín, pero su fin es la condenación eterna. Ningún ser humano por mas obras

Siempre cuando hablamos de la necesidad de predicar el evangelio, decimos “hay tantos borrachos, ladrones, adúlteros, drogadictos o prostitutas” que necesitan el evangelio”, pero rara vez nos detenemos a pensar que hay mucho más personas “buenas y justas” que están transitando por una senda ancha y espaciosa que parece derecha, pero que su fin es camino de muerte.

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos dé luz en este importante tema. Que así sea. Amén.

PEL 11/2014

Categorías: Estudio

5 comentarios

Ximena · 7 de noviembre de 2014 a las 01:30

Gracias Señor por este estudio …..
El poder examinarnos en tu Palabra nos ayuda a darnos cuenta quienes somos delante de ti …. Tremendo !!!!!! Ayudanos por favor a no caer en la religiosidad, y asi poder ser hijos que a pesar de las dificultades podemos obedecerte en todo tiempo con tu bendita y oportuna ayuda.

sonia. reinike · 7 de noviembre de 2014 a las 20:37

maravilloso, esto no manda a reflexionar. sobre nuestra naturaleza humana, DIOS. en su infinita misericordia. nos ayude a ser auténticos y apegados a su palabra. que es Santa….cada día ejercitar la santidad delante de el es lo único que debe interesarnos .

Ricardo · 13 de noviembre de 2014 a las 06:28

Hola Paz del Señor desde Uruguay, Los buenos no van al cielo sino los Justos (los justificados por Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo).
Abrazo en Cristo Jesús.

Roberto · 3 de diciembre de 2017 a las 23:58

Creo que nunca voy a poder a comprender a Jesucristo y sus enseñanzas, la biblia dice demasiadas cosas y algunas se contradicen, pera mi si debes tener obras para agradar a Dios, el propio arrepentimiento es una obra pero deben ser como dice por ahí la biblia que cuando tu mano derecha haga algo que tu otra mano no lo sepa osea hacerlo lo mas discreto y desinteresado que puedas

    Daniel · 4 de diciembre de 2017 a las 21:28

    Roberto, la biblia no tiene contradicciones, si nos das un ejemplo podríamos aclararlo. lo segundo es que no importa lo que tu creas o lo que yo crea tenemos que apegarnos a lo que Dios nos enseña por medio de su palabra, y la salvación no es por obras (ef. 2:8-10), el hombre esta muerto espiritualmente por lo cual todo lo que puede realizar incluso las que parecen buenas obras fuera de Cristo no lo son. Que un creyente realice obras es el resultado de la conversión y se puede entender mejor en un estudio que esta en la misma página. http://spgchile.org/el-evangelio-segun-john-piper/ , espero que el Señor te de oídos para oír, Saludos,

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