“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo…este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios…”  Juan 3:1-2

Siempre me ha llamado la atención la palabra que utilizó Nicodemo frente al Señor: “Sabemos…”
Nicodemo era uno de los principales entre los judíos religiosos y por cierto, un conocedor y erudito en las escrituras, sin embargo, le faltaba lo mas importante; Creer. La salvación no se sustenta en entender, sino que en creer. Este sabio fariseo, sabía que Jesús era el Cristo, pero le faltaba el paso mas trascendental en su vida. Este episodio establece un gran contraste a la declaración de otro hombre llamado Pedro, que a diferencia de Nicodemo, no era letrado ni erudito, pero su ignorancia fue vasija de la revelación de Dios cuando expreso: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16)

A través de la historia, descubrimos a muchos que han adornado sus vidas con conocimiento y experiencia. Muchos sabios han elevado razonamientos y postulados que han marcado el curso de la historia. Muchos entendidos han plasmado en los anales de la ciencia, sus tesis, teorías y axiomas de tal o cual materia. Pero, todo ese cúmulo de conocimiento es nada si no se cree en el autor de la vida.

Muchos leen la Biblia para contender, otros para conocer y otros para alcanzar erudición, olvidando a veces, que el contenido de las escrituras es para creerlo y no para contenderlo.

Hay varios “Nicodemos” contemporáneos que gustan exponer sistemáticamente su erudición. Su carta de presentación, es solo la biblioteca y el sustento de sus mensajes, es solo su intelecto. Todo lo que en la Biblia atenta al razonamiento humano, tal como, la deidad del Hijo, la concepción virginal de Jesús, o la existencia de satanás y del infierno, es torcido deliberadamente por estos “sabios”, quienes aplican aquel antiguo criterio humanista y perverso, pretendiendo encerrar a Dios en pensamientos limitados.
Se han olvidado de palabras que calan el alma y desactivan la vanagloria humana tales como:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Dios” (Isaías 55:8)
“¡OH profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?” (Romanos 11:33-34)
Amados, Dios no gratifica al que mas sabe, sino al que menos. No en vano dice su Palabra que escogió lo necio del mundo para avergonzar a lo sabio (1Corintios 1:27). Así que, en lugar de hablar como el sabio Nicodemo, es mucho mejor y más confiable hablar como el Ignorante Pedro.

PEL2006

 

 

 

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