descargarpdf“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” Mateo 11:25

Por lo general la palabra “teología” a veces nos asusta debido a que pareciera un tecnicismo intelectual que nos podría llevar a la soberbia del conocimiento desbalanceado de la gracia de Dios (comp. 2Pedro 3:18). Los curas y el clero evangélico estudian teología por años en seminarios o institutos bíblicos, pero sin estar en contra de esas casas de estudios, aquello no es ninguna garantía de que los egresados de allí, sean verdaderos depositarios de la verdad o de la doctrina sana o puramente bíblica. Muchas veces y por lo general, el cúmulo de conocimiento produce individuos arrogantes que se sienten superiores a los demás, y en su fuero interno creen que nadie les puede enseñar nada.

Aunque la palabra teología es la manera más precisa en definir un término que habla por ejemplo sobre “el misterio de la piedad” como lo indica Pablo en 1 Timoteo 3:16, sin embargo, sigue siendo una palabra temida por aquellos que no desean perder la sencillez del evangelio.

La palabra teología deriva de dos términos en griego; “TEO” que traducido es DIOS, y “LOGOS” que traducido es PALABRA; en este caso, teología sería “Estudio de Dios”. Todo aquel que estudia la Palabra de Dios y comienza a descubrir quién es Dios, es un “teólogo”, es decir, un “estudioso de Dios”, por lo tanto, no hay misterio en esto. No obstante, el riesgo de perder el equilibrio entre el significado esencial y legítimo de esta palabra, y la sencillez que la biblia nos sugiere, sin duda esta patente en el orgullo humano debido a que a todos nos gusta exhibir conocimiento ante los demás. A pocos les satisface decir frente a las mayorías un determinante “NO SE”; todos queremos de algún modo aparentar que sí sabemos. Esto me hace recordar la sencilla palabra de “auxilio” que el eunuco le decía a Felipe en ese episodio extraordinario:

“Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él” Hechos 8: 30-31

A veces pienso que esta experiencia de Felipe es tan escasa en la actualidad, ya que ahora nadie ruega a alguien para que  le enseñe; al contrario, la gran mayoría quiere enseñar. Aquí la humildad del eunuco le llevó a “rogar” a Felipe que se sentara para aprender de él. No en vano su declaración que lo eternizó fue precisamente: “¿Y cómo podré (entender), si alguno no me enseñare?”.

Este ejemplo ilustrativo nos lleva a pensar que sí es necesaria la teología para enseñar debidamente a otros. No en vano la clásicamente conocida como “gran comisión” tiene aquel sello que hoy se ha transformado en la “gran omisión”.

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones” Mateo 28:19a

A veces vemos un énfasis solo en predicar el evangelio, pero Jesús dijo “haced discípulos”. Ante este imperativo salta al tapete la pregunta ¿Y cómo enseñaremos si no tenemos teología? La teología es necesaria e imprescindible para poder cumplir con la “gran comisión”. Hay iglesias que invierten mucho tiempo en salir a las calles a predicar el evangelio, pero muy poco tiempo en discipular debidamente a los nuevos creyentes, y como resultado, una gran masa de feligreses que han pasado años solo alrededor de los rudimentos de la doctrina, sin crecimiento ni madurez.

“Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” Hebreos 5: 11-14

El autor de hebreos certifica lo que estamos diciendo en este artículo. La teología es necesaria para crecer, para madurar y para estar ejercitados en el discernimiento del bien y del mal. La ausencia de teología produce “desnutrición” de los hijos de Dios, por lo tanto, inmadurez y vulnerabilidad ante el error. Ahora bien, teniendo en cuenta la necesidad de teología dentro del pueblo de Dios, el pasaje citado en el encabezamiento de este estudio ubicado en Mateo 11: 25, nos enseña algo que nos debe hacer meditar respecto a cómo plantear la teología al pueblo de Dios.

El pasaje indica que soberana y deliberadamente,  Dios ha escondido su Palabra de los “sabios y de los entendidos”, y las ha revelado a “los niños”. Sin duda que la palabra que nos deja perplejos, es “esconder” u “ocultar”; Dios escondió u ocultó la verdad de ellos. La única verdad es la revelación de Dios, y ella fue ocultada de “los sabios y de los entendidos”, sin embargo, a Él le plació revelarla a “los niños”.

Nuestro gran referente es Jesús, nuestro Señor y Salvador. A él debemos imitar, y como dijo Pablo de sí mismo, “sed imitadores de mí como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1). El Señor Jesucristo hablaba al pueblo con palabras sencillas. Nunca elevó su retórica para cautivar a los “sabios y entendidos”, al contrario, hablaba en parábolas debido a que su mensaje era dirigido para los suyos, para su pueblo; “los niños” incompetentes. Él usaba cosas cotidianas de un pueblo agricultor, ganadero, curtidor o artesano; su enseñanza refería a la puerta, a las ovejas, a la vid; a elementos tan básicos como la sal, el trigo o la cizaña. Fue el propio Cristo quien explicó porque él hablaba en ilustraciones:

“Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado” Mateo 13: 10-11

“Los sabios y entendidos” no son cautivados por la sencillez y la retórica básica, sino que gustan de la sabiduría de la escuela humanista; Cristo nunca aparece hablando con términos elevados y de alta crítica, como para “cautivar” el corazón de ellos; es más, Dios no necesita disfrazar o refinar su palabra para doblegar el corazón del hombre, sea de un intelectual o de un individuo del vulgo. Su palabra tal cual está escrita es auto suficiente para convertir al pecador.

“¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?” Jeremías 23:29

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” Hebreos 4.12

En la actualidad está asomando con mucha fuerza un apego excesivo al intelectualismo y al llamado “neo-platonismo” dentro del círculo de iglesias bíblicas que realmente preocupa. Por ejemplo, el neo platonismo llevaba consigo la idea de síntesis de diversas posturas de credos filosóficos de la Grecia antigua. Las enseñanzas de Platón, Aristóteles o Sócrates o los bloques de escuelas de pensamiento estoico o epicúreo que evidenciaban diferencias, fueron sintetizados por la nueva escuela de Alejandría del siglo III dC. Filósofos como Amonio Saccas, enseñaban la necesidad de derribar las diferencias entre las distintas posturas filosóficas, es decir, las diferentes tesis y antítesis, debían ser conciliadas en una nueva síntesis filosófica. En palabras sencillas, “ecumenismo” de ideas. Pero nuestro Señor Jesucristo nunca fue “ecuménico”, al contrario, él era cismático, de perfiles claros, y nunca tranzó su Palabra en pos de una idea “neo platónica” a fin de “evangelizar”.

“No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada” Mateo 10:34

No obstante a esta declaración lacerante, los hombrecitos que insisten en hablar por su propia cuenta, han abandonado frecuentemente el modelo de enseñanza del Salvador, de manera que en lugar de mantener la teología en palabras sencillas como Cristo y sus apóstoles, hoy se está elevando la teología hacia una altura peligrosa, llena de tecnicismo de alta esfera, “neo platonismo” y terminología que el pueblo común y silvestre, no puede decodificar. Eso me hace recordar el tiempo en que por siglos la iglesia católica hacía sus homilías en Latín, donde solo “los sabios y entendidos” podían comprender, pero “los niños”, es decir, el pueblo o los mal llamados “laicos”, no entendían una “jota” de lo que se decía. Es la antigua búsqueda de la “sabiduría” humanista que eleva el orgullo de los hombrecitos, y que el propio Pablo lo expresó así:

“Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;” 1 Corintios 1:22-23

El abandono de la teología con palabras sencillas, está motivando a muchos líderes de iglesias prestigiosas y connotadas, y por su intermedio, a muchos jóvenes y nuevos líderes sinceros que, de manera casi embelesada, están adoptando esta línea de enseñanza que les seduce y les atrae. Con esto no estoy diciendo que debamos abandonar el estudio sistemático y exhaustivo de las santas escrituras, al contrario, es imprescindible hacerlo asistiéndose de toda herramienta que en la actualidad disponemos para ello. Lo que estoy tratando de exponer es una advertencia a no desapegarnos de la teología con palabras sencillas, de modo, que el pueblo de Dios sea debidamente adoctrinado para su madurez y debido ejercicio del discernimiento.

Hoy hay un influencia que está fermentando en las iglesias tradicionales, y que no obedece a algo grosero o evidente como las manifestaciones abiertamente carismáticas, nuevas revelaciones, reuniones extravagantes, etc., pero sí se trata de una antesala a ello; es el abandono sistemático de la enseñanza tradicional y la sencilla enseñanza de Cristo y de sus apóstoles, para pretender sustituirlas reviviendo la antigua escuela griega, de Alejandría o del período del renacimiento intelectual del siglo XV.

Hay cada vez más predicadores que se solazan entre sí citando frases de filósofos de la antigua Grecia, de la llamada “patrística” o de los “sabios y entendidos” de toda la historia, de manera (dicen ellos) “…que los intelectuales y científicos de este mundo sean evangelizados, y vean que en la iglesia evangélica también hay intelectuales y profesionales con las mismas capacidades y potencialidades”. No obstante, esta premisa puramente humana, no la vemos en la enseñanza de Cristo y de sus apóstoles; incluyendo a Pablo cuando expuso tenazmente en el areópago de Atenas ante los “sabios y entendidos”. El predicaba a Cristo crucificado solamente y nunca refinó su mensaje para cautivar el corazón de ellos. Pablo confrontó la idolatría obstinadamente y llamó al arrepentimiento. Habló de conceptos tan irracionales (para el hombre natural) como la resurrección, y así concluyó su discurso entre burlas e indiferencia; no obstante, Dios soberano sí tenía escogidos allí, entre los “sabios y entendidos” y convertirlos para su gloria.

“Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. Y así Pablo salió de en medio de ellos. Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos” Hechos 17:32-34

Honestamente, por más que busco, no encuentro ni veo en Pablo un intelectualismo “neo platónico” utilizado como estrategia para salvar a Dionisio a Damaris y a otros. El predicó solo a Cristo, y a éste Crucificado, es decir, locura para el mundo. Él no necesitó maquillar la verdad con tecnicismos ni racionalismos intelectuales para que los “sabios y entendidos” de Atenas pudieran comprender. La sola escritura es auto suficiente para convertir a quien sea. El poder no está en el sembrador, sino que en la semilla.

“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos” 1 Corintios 1:18-19

Este “neo intelectualismo” dentro de la iglesia, está llevando a predicadores a un límite insospechado desde donde se proyecta la garra del ecumenismo religioso. Hoy se está dejando la  intransigencia natural del evangelio y se está “ablandando   la masa de manera que la levadura está haciendo su tarea”, es decir, doctrinas espurias ya están asomando desde sus propios “caballitos de Troya” que han permeado a iglesias bíblicas. El atractivo letrero de estos “caballitos de Troya” es grande y dice “EVANGELIZAR”. Ante esta consigna, ¿Quién de nosotros se opondría? Este es el gran problema, en nombre de la “evangelización” se está usando elementos para dar efectividad al evangelio en medio de los “sabios y los entendidos”. Es la misma palabra que usaron por años los Jesuitas cuando llegaron a América, las afamadas sectas o el célebre predicador ecuménico Billy Graham y sus discípulos. Todos han “evangelizado” a expensas de la verdad. Por tal razón, dicen ellos, es necesaria la reingeniería dentro de los predicadores, presentar un nuevo paradigma de iglesia, elevar el leguaje, hacer síntesis de cualquier postura que confronta a otra y revisar nuevamente todas las aristas de doctrinas fundamentalistas que no promuevan la unidad.

Es así, como hoy se hace prevalecer opiniones de predicadores tales como Tim Keller que pretende sustentar la llamada “evolución teista” para “evangelizar” a “los sabios y los entendidos”, John Piper quien adopta prácticas místicas, derribando con ello fronteras que separan a iglesias bíblicas y carismáticas, o Donald A. Carson que enseña que las lenguas y otras expresiones carismáticas sí están vigentes para hoy. Curiosamente estos tres individuos son parte de los fundadores de un movimiento llamado “Coalición por el evangelio” (TGC) donde muchos otros predicadores también se están sumando a su agenda. Y como es la tónica del imperialismo ideológico de los Estados Unidos, ahora se está seduciendo a predicadores latinoamericanos con mucha influencia y eficacia en el mundo hispano. Y todo se lo debemos a la insatisfacción de la teología con palabras sencillas.

Pero la verdad es que el evangelio es el mismo de siempre y es poderoso en sí mismo, y no debe ser contemporizado ni adaptado según la época, la moda, la etnia o la cultura de una nación, como postulan muchos predicadores actuales. A diferencia de la alta crítica que pretende desmitificar la biblia y racionalizarla, nuestro Señor Jesucristo nos deja un tremendo legado respecto a entregar la teología con palabras sencillas destinadas al pueblo; al pescador, el obrero, el campesino o el artesano. Nuestra misión y demanda es hablar con la sencillez del evangelio apostólico, lo inconmensurable y profundo de la revelación de Dios, de manera que todos entiendan, aprendan y crezcan para gloria de Dios. Respecto a “los sabios y los entendidos”, de la misma forma serán cautivados lo que tuvieren oídos para oír.

No necesitamos volvernos intelectuales del evangelio, abrazando el neoplatonismo, la patrística, el renacimiento del siglo XV o muchos otros pensadores para impresionar a “los sabios y entendidos”. Nuestra convicción ha de ser una y solo una:

“Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo. Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” 1 Corintios 1: 17-18

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos de sumisión a su palabra a fin de presentar la teología con palabras sencillas. Que así sea. Amén.

PEL06/2015

Categorías: Estudio

5 comentarios

cesar martinez · 8 de junio de 2015 a las 23:21

Saludos hermanos, interesante el saber que cuando algo se origina en el hombre mismo y se quiere elevar hacia el cielo,lo tal carece de espiritualidad, debo,tengo,es necesario,ect ect, esa es la plataforma usada por el espíritu de religión o de herror, para que los hombres se alcen como aquellos en la torre de babel, tratando de alcanzar por merito propio lo que es divino, para luego saciar su enorme ego y alardear de » de lo que ellos mismos alcanzaron y para coronar la estupidez lo maquillan con,(todo esto es para la gloria del señor)» por muy loable o buena intención que tenga una accion dentro de cualquier congregación y no se origina en Dios mismo y es trasladada al espíritu que mora al ser humano,por medio del Santo Espíritu De nuestro Dios, eso no es grato al señor, si la teología es para saciar ese deceo de la mente y cubrir ese sentimiento de inferioridad,se les exorta en El nombre de Cristo Jesús que se arrepientan. Que El Dios todeporoso los siga colmando de paz.

    Pablo · 10 de junio de 2015 a las 08:13

    Amen hermano Cesar!
    Que la gracia nos guie a hacer su voluntad y honrarlo solamente a el! Maranata!

Olga Rosa · 9 de junio de 2015 a las 09:58

Fue la conmovedora sencillez del evangelio la que me atrajo a Cristo,la claridad de sus palabras cuando me llamó y me declaro mi pecado ,como el llamado a Levy,sigueme ,sin palabras rimbombantes, sólo sigueme,las palabras de Pablo el apóstol «predicamos a Cristo y a este crucificado» ese es el sencillo pero profundisimo mensaje de salvación.Gracias Hno por este articulo que el Señor Jesucristo le bendiga. Amén

    Pablo · 10 de junio de 2015 a las 08:15

    Amen hermana Olga. Asi fue! su Palabra es todo suficiente para convertir al pecador. Maranata!

GUSTAVO BEDOYA: · 3 de julio de 2015 a las 11:41

Apreciados hermanos en Cristo Jesús: que Dios los siga bendiciendo grandemente en este precioso ministério. sus estudios me han sido de mucha bendición. Este estúdio de la «TEOLOGÍA» me deja más perplejo todavía, pues las teologías de todas las religiones estan llenas de maquillajes al extremo de no dejar ver lo que significa la verdadera «TEOLOGÍA» biblica.

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