“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos”

1 Corintios 16:13


Quizás este es uno de los pasajes de la biblia que enseña de manera más directa y crudamente la actitud que el varón debe tener. La constante exhortación bíblica de estar velando y de estar firmes en la fe, nadie la podría discutir. Pero este pasaje, agrega algo más específico, y que se refiere de manera directa al comportamiento que debe tener el varón conforme a la perfecta voluntad de Dios.

La frase “portaos varonilmente” proviene del término griego “andrizó” (gr. ἀνδρίζομαι) que literalmente significa “actuar como hombre”. De esta manera la traduce la biblia versión inglesa King James. La pregunta que sobresale al texto base de este artículo es: ¿Qué es actuar como hombre o varonilmente? Para responder bíblicamente, debemos inevitablemente remontarnos al génesis.

El liderazgo material del hombre

Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase….Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo” Génesis 2:15-20

Dios puso al hombre en el huerto del Edén, “para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15) y para dar nombre a las bestias del campo y las aves del cielo (Génesis 2: 19-20). A veces pensamos erróneamente que el primer hombre que pisó esta tierra, no tenía que trabajar o que todo era descansar y gozar de los “placeres del edén”. Además, se piensa que por causa del pecado y como consecuencia, se introdujo la “maldición de trabajar”. Pero eso no es así. Dios le dio un trabajo específico al hombre, cual era, trabajar en el huerto del Edén. La perfecta voluntad de Dios es que el hombre no sea un ocioso.

De esto desprendemos el primer aspecto en cuanto a nuestra pregunta inicial sobre el comportamiento varonil del hombre. Es decir, actuar como varón, incluye el tener que trabajar según Dios lo ha ordenado. El trabajo en sí, no es consecuencia del pecado. Para aclarar solo este punto del “trabajo del hombre”, recordemos que las consecuencias del pecado, según la biblia enseña a partir de génesis 3, es como dice el pasaje:

“Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.  Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.  Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” Génesis 3:17-19

La consecuencia del pecado respecto al “trabajo del hombre”, es la dureza de la tierra y la ardua labor preliminar para que esta produzca frutos. Pero el hombre ya trabajaba antes de que el pecado entrara en la humanidad (Génesis 2:15-20).

Aclarando ese punto muy crucial, ahora entendemos que el varón debe siempre tener la perspectiva de trabajar y sostener a su mujer. Note que no fue la mujer quien fue puesta en el huerto del Edén para trabajar, sino que el varón. Esta es la perfecta voluntad de Dios. La mujer fue creada como ayuda idónea, pero quien sustenta a su mujer debe ser el varón. Debemos entender que en la secuencia de la creación, Dios creó primero al hombre y luego a la mujer. Pablo dice:

“Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón” 1 Corintios 11:8-9

El orden de Dios es una enseñan muy importante para comprender los roles y funciones tanto del hombre como de la mujer. Dios crea al Hombre para trabajar, y Dios crea a la mujer como ayuda idónea del hombre. Obviamente, esta enseñanza pura que Ud. lee en el libro de génesis, se contrapone directa y frontalmente a toda una cultura feminista que lucha por derogar lo que Dios dice en su Palabra. El hombre natural, siempre querrá desmoronar el orden de Dios. Pero sabemos que todos esos esfuerzos humanos serán insuficientes, por lo cual, Dios se ríe mirando desde las alturas de su santidad (Salmos 2:1-4).

El liderazgo espiritual del hombre

“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;  mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” Génesis 2:16-17

Como hemos visto, es el hombre quien debe liderar a la mujer en lo material o temporal. Pero ahora vemos a Dios instruyendo al hombre respecto a su liderazgo espiritual. Es cierto que los árboles y frutos del huerto del Edén son literales, pero la instrucción de Dios apunta sin duda, a un asunto de causas y consecuencias espirituales. Es el asunto de la obediencia. Dios manda al hombre y Dios advierte al hombre respecto a un punto muy específico.

Dios pone al hombre, no solo a liderar respecto a lo temporal o material, sino que también le demanda un liderazgo espiritual. Note que después de ambas demandas de Dios al hombre,   (material y espiritual), Él Señor crea a la mujer como ayuda idónea. El lenguaje es precioso, la biblia dice:

“Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.  Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre” Génesis 2:21-22

Que importante es valorar el contenido literal de las escrituras, en especial del libro de génesis. Es un hecho sobrenatural lo que ocurre aquí, y que solo Dios lo puede hacer. Él amablemente, hace dormir al hombre, como quien seda con una “anestesia celestial” a su amada criatura, para entonces abrir su costado y extraer una costilla y crear a su mujer. Alguien dijo de manera muy fina y acertadamente, que Dios no formó a la mujer de un hueso del pie de Adán, como para que este la pisotee; o de la cabeza como para que la mujer se ponga sobre el hombre. Sino que tomó una costilla, para que el hombre la tuviera cerca de sus afectos, de su corazón y de su protección.

El otro punto significativo del pasaje respecto a la creación de la mujer, es cuando dice que Dios “la trajo al hombre” (Génesis 2:22). No es el hombre que va su mujer, sino que la mujer es traída al hombre. Todo este orden, sin duda, que revela la perfecta voluntad de Dios que   permite entender al hombre como comportarse “varonilmente”.

Una vez que la mujer fue, providencialmente, creada y traída al hombre, la labor de Adán era sustentarla y liderarla material y espiritualmente. Esa es la tremenda labor del hombre a través de los siglos, desde el génesis; pero a su vez, ha sido la ardua demanda que siempre va acompañada de logros y fracasos. No olvidemos que el pecado lleva al hombre a dejar el liderazgo temporal y espiritual de su mujer, y esta a su vez, quiere siempre tomar el lugar del hombre liderando en ambas esferas. Cuan miserables somos al ver esta continua evidencia que confirma una vez más que aun permanecemos en cuerpos humillantes que necesitan ser revestidos de gloria. Pero gracias al Señor, porque, aun morando en estos cuerpos mortales y frágiles, El Espíritu Santo nos fortalece para poder siempre anhelar este orden de la creación que glorifica a Dios. Ya pronto estaremos glorificados para que esto se cumpla plenamente.

El orden de Dios: Hombre – Mujer

“Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” 1 Corintios 11:3

El orden de Dios se revela desde el génesis y se proyecta por toda la biblia. El apóstol Pablo les escribe directamente a los Corintios para enseñarles acerca de este orden tan necesario para glorificar a Dios. La biblia dice que Cristo es la cabeza del hombre, y que el hombre es la cabeza de la mujer.

Ser «cabeza» significa quien está posicionado como líder o autoridad de acuerdo a cada rol, función o propósito. Es decir, así como Dios Padre es Cabeza de su Hijo Jesucristo, quien voluntariamente se somete a la voluntad de su Padre, así, el varón ha de sujetarse a Cristo voluntariamente, y la mujer al varón de la misma manera. Cristo lo decía literalmente. Él no vino al mundo para hacer su voluntad, sino la de aquel, quien le envío (Juan 6:38-7:17-18). Es decir, es un sometimiento voluntario para la gloria de Dios. No es un asunto de importancia, sino que de propósitos soberanos específicos de Dios. No fue el Padre quien murió en la cruz del Gólgota, sino que el Hijo. Sin embargo, tanto el Padre como el Hijo son Dios (Juan 1:1,14).

En esta perspectiva debemos entender el orden de Dios respecto al hombre y la mujer. El hombre debe liderar a su mujer, y la mujer debe ser ayuda idónea del hombre para que ese liderazgo prospere y glorifique a Dios.

El liderazgo de la Mujer

Cuando el orden de Dios se rompe, los resultados siempre serán nefastos. Recordemos que desde el génesis fue así.

“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” Génesis 3:1

Eva lidera una acción que le correspondía exclusivamente al hombre. Ella comienza a dialogar con la serpiente (satanás Apocalipsis 12:9). ¿Dónde estaba el varón? ¿Dónde estaba aquel que debía liderar material y espiritualmente a su mujer como Dios le había mandado? ¿Qué estaba haciendo mientras su mujer dialogaba con la serpiente? Evidentemente, son preguntas que humanamente no tienen respuesta, pero que descansan en la perfección de un plan soberano de Dios. Sin embargo, a partir de aquellas preguntas, obtenemos grandes enseñanzas respecto a cuan necesario es mantener y cuidar el orden de Dios en el hogar, en la iglesia, en la sociedad, etc. Pablo presenta dramáticamente el fracaso del hombre a partir del prohibido liderazgo de la mujer y la ruptura del orden de Dios:

“Porque Adán fue formado primero, después Eva;  y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión” 1 Timoteo 2:13-14

Es muy interesante considerar que esta enseñanza está en el contexto inmediato de una prohibición apostólica de que la mujer asuma roles de liderazgo en la enseñanza. Pablo dice que eso no es permitido (1 Timoteo 2:11-12), y para argumentar, lleva el foco al contexto global de las escrituras, centrándose en génesis. Sin dudas, que la enseñanza general eleva el orden de Dios en la creación. El hombre debe liderar a su mujer.

Si hacemos un somero recorrido, vemos varios fracasos producto de la violación del orden de Dios. Recordemos a Sarai con Abram. Ella fue quien incitó a su marido a allegarse a la sierva Agar:

“Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido.  Y él se llegó a Agar” Génesis 16:1-4

Note que la cuestión es la misma. La acción la lidera la mujer (Sarai), y el hombre se somete a su liderazgo (Abram). Es decir, se rompe el orden de Dios y los resultados, por lo tanto, son nefastos.

Otro punto relevante y sintomático en este episodio de Sarai y Abram, es cuando el texto dice: “Y atendió Abram al ruego de Sarai.”, lo mismo que Dios le reprochó a Adán: “Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer” (Génesis 3:17). Estos textos son extremadamente similares. Tanto Adán, como Abram, abandonaron el liderazgo y permitieron que sus mujeres les lideraran, por tanto, el orden de Dios se rompió. La consecuencias de tal desacierto, en el caso de Adán, es el pecado,  universalmente hablando; y en el caso de Abram, la concepción y el nacimiento de Ismael, desde donde provienen los árabes que siempre han sido asiduos enemigos de Israel.

A estos ejemplos podemos sumar el caso de Rebeca, o de la tristemente célebre Jezabel. La primera parte del pueblo de Dios, y la segunda, una mujer pagana, sin embargo, ambas cometiendo el mismo error: liderar a sus maridos. (Génesis 27, 1 Reyes 21)

Por su parte, la historia también corrobora todo lo presentado; que cuando el orden de Dios se rompe, no se puede esperar que Dios extienda su bendición. Recordemos el nacimiento de algunas afamadas sectas apostatas y heréticas, por ejemplo el adventismo del séptimo día con su profetiza Helen G. White, la teosofía con su profetiza Helena Blavatsky, la ciencia cristiana con Eddie M. Baker, la iglesia del evangelio cuadrangular con su pastora Amy Semple Mc. Pherson y la tremenda influencia de Katherine Kulman. Todas estas mujeres rompieron el orden de Dios y pretendieron ser la portavoz de la revelación. Por consecuencia han quedado registradas en la historia como las fundadoras de sectas y herejías, con todo lo que eso significa.

El sometimiento a Dios

“Someteos unos a otros en el temor de Dios” Efesios 5:21

El orden de Dios, el liderazgo del varón o la sumisión de la mujer, nunca debe traducirse como una subyugación o dominio dictatorial y déspota, como quizás nuestro pecado lo llevara a entender. El orden de Dios es la revelación de los roles y propósitos de cada parte. Así como ya hemos comentado, que Dios es uno, pero sin embargo, El Padre envía a su Hijo a morir por nuestros pecados, y Cristo es reemplazado por El Espíritu Santo como el “otro Consolador” (Juan 14:16), y con este orden vemos la función o propósito de cada persona de la trinidad de Dios, así también, tanto el hombre como la mujer, tienen roles y funciones muy distintas entre sí, pero que no significa categoría de importancia, sino que propósitos diferentes y definidos.

Ahora bien, para poder glorificar a Dios manteniendo este orden, es imprescindible someternos en intelecto, emociones y voluntad a lo que la infalible Palabra de Dios enseña. Pablo dice que “todos” han  de someterse en el temor de Dios. La palabra “someter” proviene del vocablo griego “huposato” que literalmente significa “ponerse debajo para obedecer”. Si no partimos de esta premisa, no podremos los hombre entender que es “comportarse varonilmente”, y por su parte las mujeres, ser ayudas idóneas sometidas al varón.

Una vez que Pablo presenta este mandamiento de sometimiento a Dios, tanto para el hombre como para la mujer, entonces comienza con la enseñanza individual, es decir, le dice a los Efesios:

Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia…Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” Efesios 5:22-25

«Palabra de hombre»

Amados hermanos, “comportarse varonilmente” es actual como hombres. No hay algo más patético que  un hombre, cuya “palabra” no vale nada. Antiguamente, los padres enseñaban a sus hijos a no ser “pollerudos” (cobijados en las faldas de la mama), y enseñaban a valorar la “palabra de hombre”, la cual se sellaba mediante un fuerte apretón de manos. El hombre que se comprometía a decir o hacer algo, no dudaba en cumplirlo, ya que el honor de “su palabra” estaba empeñado. Pero ahora, eso ha cambiado radicalmente. Estamos en tiempos difíciles y peligrosos, en donde la ambigüedad y las “medias tintas” prevalecen por todas partes. Hoy la virilidad del hombre, solo se reduce a lo genital y a los músculos. Pero “su palabra” no vale nada.

La caída en Génesis 3, tiene el sello de un hombre  que perdió su legitima virilidad y prestancia varonil. Cuando Dios le pidió cuentas a Adán de lo que había pasado,  en  aquel acto de desobediencia, el varón que debió asumir toda responsabilidad en el hecho, pretendió, cual  acto canallesco,  cobijarse tras «las faldas de su mujer» diciendo como excusa: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí» (Génesis 3: 12). El varón, cuya misión era cuidar, sustentar y liderar a su mujer, ahora se estaba excusando de su propio pecado, culpándola a ella y a Dios por haberle dado «esa mujer».  Esa es la naturaleza caída que produce el pecado. ¿Cuantas veces culparemos a «la mujer» y a Dios, pretendiendo vilmente  justificar nuestro propio pecado? Dios nos llama a acudir hidalgamente  a pedir perdón «varonilmente» delante de Dios, asumiendo nuestra responsabilidad, y no culpar a un tercero como excusa barata, para pretender cubrir nuestro error.

Dios quiere guiar a sus hijos a guardar su Palabra, sus preceptos y su orden, devolviendo la legítima virilidad y prestancia al varón,  conforme a su perfecta voluntad. En resumen:

  1. Él quiere que los varones No seamos ociosos, sino que trabajemos, y en el caso de los casados, que nosotros sustentemos a nuestras esposas y no al revés.

  2. Él quiere que seamos líderes espirituales de la mujer. Que aprovechemos bien el tiempo  capacitándonos para ello.

3. Él quiere que aprendamos a administrar sabiamente los recursos materiales y temporales, a fin de que nuestras esposas no tengan la necesidad de trabajar, y que cuiden a sus hijos desde sus primeros días de vida. Que ellas no traspasen la noble labor de ser madre a las abuelas o las «nanas».

4. Dios quiere que estemos velando, cual centinela. Observando las escrituras para entender los tiempos y para saber la perspectiva de futuro de acuerdo a las profecías bíblicas.

5. Dios quiere que nos esforcemos para vivir el resto de nuestra vida para la gloria de Dios y no para la vanagloria de la vida.

Que El Señor nos ayude a los hombres a comportarnos varonilmente, es decir, a actuar como hombres. La mujer necesita de varones líderes en cuanto a lo material y espiritual, tal cual Dios lo revela desde la creación de la raza humana. Esa es su perfecta voluntad.

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos de sumisión a su Palabra. Que así sea. Amen.

PEL 09/2018

Categorías: Estudio

2 comentarios

Pablo Santibañez · 25 de septiembre de 2018 a las 15:32

Que tan atigentes son estos pasajes biblicos hoy en dia; sabiendo que hoy estamos viviendo un feminismo Anticristiano y alejado del orden de Cristo y su vez un Machismo tambien Anticristiano y misogeno con consecuencias violentas y lesivas para las mujeres.

Saludos

Fernando González Correa · 29 de julio de 2021 a las 12:20

Gracias hermano por está bendición trabajo con un grupo de hombres y enseñaré esto muchas gracias

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