EMBAJADORES DE CRISTO

“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” 2Pedro 3:13

A veces olvidamos que somos embajadores de Cristo en este mundo, y bien sabemos que un embajador no puede inmiscuirse en la política contingente del país en que está, por más que desee aquello. Si un embajador delibera como extranjero en términos políticos, es expulsado y considerado persona “Non grata”

Nuestra postura frente a Dios debe ser tanto o más rigurosa que la que plantea el protocolo internacional. Somos proclamados embajadores de Dios cuya patria es la celestial, la por venir y no este mundo.

He escuchado la posición política de hermanos que se abanderan por el candidato A, B o C. Como que piensan que alguno de ellos mejorará nuestra situación o tal vez, torcerá el destino de lo que Escritura anuncia para este mundo.

Un hermano me dijo una vez: “Yo no votaré por el Sr. “A” porque es ateo, en cambio el Sr. “B” es creyente”
Sin embargo, este Sr. “B” que tanto le gustaba al hermano, pertenece al OPUS DEI y por más que nombre a Cristo, no podríamos decir que es un genuino hijo de Dios. En otras palabras, el Sr. “A” es el diablo y el Sr. “B” es el mismo diablo, pero vendiendo cruces. ¿Cuál es la diferencia?

Dicha experiencia nos hace meditar en las siguientes preguntas:

• ¿Qué esperamos del mundo?

• ¿Pensamos que tal o cual gobernante tiene la voluntad de mejorar la situación del menesteroso con la antigua cantinela de Judas, quien utilizó a los pobres para ocultar sus intenciones de ladrón y de rapiña? (Juan 12:1-8)
• ¿Pensamos que tal o cual gobernante podrá definitivamente encumbrar en las alturas a la iglesia evangélica?
• ¿Cuál es el sentir correcto que debe tener la iglesia de Cristo en medio del peregrinaje por este mundo?
• ¿Anhelamos tranzar la verdad cristiana a cambio de un puesto noble o buscando la aprobación de los poderosos de este mundo?

Hermanos, nuestra esperanza no debe estar fundada en lo que este mundo nos pueda ofrecer, ni en las falsas promesas de empresarios, nobles o plebeyos. Nuestros ojos han de estar dirigidos hacia lo alto esperando a nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

PEL2005

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