“y a los que justificó, a éstos también glorificó” Romanos 8: 30c


Nunca debemos olvidar que el evangelio es eterno. Es decir, proviene desde la eternidad y se proyecta hacia la eternidad. Aunque en la eternidad no existe el tiempo, quizás es más fácil entender el concepto de eternidad “pasada y futura”.

El evangelio fue diseñado en la “eternidad pasada”, se manifiesta en el plano temporal, pero se proyecta hacia la “eternidad futura”. La biblia dice que la misericordia de Dios es “desde la eternidad y hasta la eternidad” (Salmos 103: 17). Dios es eterno y el evangelio también.

Pablo nos enseña la extensión de este evangelio eterno que comienza desde la “eternidad pasada”, cuando Dios en su infinita misericordia nos conoció y nos predestinó para ser hechos conforme a la imagen de su Hijo Jesucristo (Romanos 8: 29). Pero también se nos dice que en el plano temporal o “presente”, Dios nos llamó y nos justificó (Romanos 8: 30a,b). Y finalmente, para la “eternidad futura”, Dios nos promete glorificación (Romanos 8: 30c). Esto encierra la obra de gratuita salvación desde la eternidad, durante el paso por este mundo, y hacia la proyección futura. Por lo tanto, en nuestra actual condición, podríamos decir con toda firmeza que “esto no es todo”. Esperamos la glorificación.

Sin embargo, lamentamos profundamente que en la actualidad los hombres que deben anunciar todo el consejo de Dios (Hechos 20:27), se han detenido a enseñar el evangelio solo en el plano temporal, es decir, solo lo concerniente a la justificación. Ciertamente, la justificación es una de las doctrinas cardinales del cristianismo; nadie podría negar aquello, pero no es “todo el consejo de Dios”. Cristo dijo:

“enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” Mateo 28:20a

Cuando alguien se centra solo en un tema de la biblia, terminará voluntaria o involuntariamente descuidando el resto. Toda la escritura es útil dice El Señor a través de Pablo (2 Timoteo 3: 16-17). Debemos siempre observar “todo el consejo de Dios”. Pero vemos que esto ha sido siempre un problema no menor dentro de la iglesia; inclusive desde la reforma hasta nuestros días. Porque bien sabemos que los reformadores solo centraron sus esfuerzos en estudiar y elevar las doctrinas de la justificación y la salvación por la sola fe. Ciertamente, no negaremos que eso fue lo correcto en aquel escenario en el cual les correspondió estar; Pero eso no era todo. Ellos descuidaron temas como la eclesiología (el estudio de la iglesia) o la escatología (el estudio de las profecías para los tiempos finales), tópicos que ciertamente, también son parte de todo el consejo de Dios y que los discípulos deben saber (2 Timoteo 3:1).

El Evangelio solo temporal

Como hemos visto hasta ahora, el evangelio eterno comprende los tres estados; la eternidad pasada, el estado temporal o “presente” y la eternidad futura. Pero bien sabemos que muchos predicadores actuales solo se han centrado en el evangelio temporal o “presente”, es decir, han centrado sus enseñanzas en lo que ocurre en el presente estado (pasajero), descuidando la proyección profética del evangelio mismo.

No podemos presentar el evangelio hablando solo de la justificación. El evangelio incluye la elección soberana, la predestinación, el llamado, la justificación y la glorificación (Romanos 8:29-30). Cinco aspectos que confirman que el evangelio es eterno y no solamente temporal.

Debido al error de predicar solo un evangelio temporal o “presente”, muchas falsas enseñanzas y vanas esperanzas se han asentado en el pueblo de Dios. Algunas extremadamente peligrosas como por ejemplo la doctrina de la prosperidad, la del Igle-crecimiento, la del evangelio amigable y emergente, etc. Otras inclinadas a la idea católica del evangelio, es decir, centradas en lo social y en el bienestar del hombre. Unas y otras, han surgido a partir del descuido hacia toda la extensión del evangelio eterno; en especial, olvidando su proyección futura, porque sin duda, lo presente o terrenal no es todo.

En la actualidad lo más grave, es que pastores (que ahora se les llama doctores), dicen que hablar de la “escatología” o el estudio de las profecías para los últimos tiempos (las últimas cosas), es abordar un tema “de tercera importancia” para la iglesia. Así lo ha enseñado abiertamente desde ya hace unos años el Dr. Albert Molher, presidente del seminario bautista del Sur en CA. USA., con su afamado concepto del “Triaje teológico”, del cual ya hemos hablado, y destinado artículos exclusivos a esto. Básicamente, debemos decir que esa enseñanza ha sido muy bien recibida por muchos otros líderes prominentes del medio evangélico, y a muchos ya se les ha convencido de que las profecías y todo lo concernientes a los últimos días (escatología), no son temas de relevancia dentro de la iglesia. De esta manera, el evangelio queda limitado a un análisis y enseñanza solo en el plano presente, terrenal, temporal y pasajero, pero una nula referencia a lo que vendrá. En otras palabras, es solo “el presente” lo que ellos enfatizan. Pero la biblia nos enseña que “esto no es todo”, y que es “la gloria venidera” la que los creyentes anhelan con gemidos y con angustia inclusive:

“Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial…Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia” 2 Corintios 5: 2-4

Enseñanzas como la que Pablo indica en el texto citado arriba, hoy han desaparecido increíblemente de las iglesias. Es como que los hombres están llenos de sí mismos, que han olvidado su fragilidad y la dependencia de Dios ante sus propias condiciones de “vasos de barro”(2 Corintios 4:7), y por tal razón, ya no anhelan con ansias la gloria venidera que definitivamente transformará nuestros cuerpos y seremos plenamente puros y santos para Dios.

Porque la glorificación es en definitiva la redención de la presencia del pecado. Ya nunca más relación alguna con el pecado. ¿No es eso lo que anhelamos Ud. y yo estimado lector? Será entonces y solo entonces cuando nunca más ofenderemos al Señor quebrantando con nuestro pecado su santa ley. ¿Cómo podríamos entonces olvidar una enseñanza tan relevante y tan consoladora como esta? Sin embargo, hoy se le resta importancia a esta fase del evangelio que se proyecta hacia la eternidad futura, porque no olvidemos que la glorificación está enmarcada en el estudio de las “últimas cosas” o escatología.

Predicando el evangelio

Entonces sin duda que debemos predicar el evangelio tal cual ha sido revelado en las sagradas escrituras. El evangelio que proviene desde la eternidad, que se manifiesta en el plano temporal o “presente”, pero que se proyecta hacia la eternidad futura. Ninguna de estas 3 fases (por decirlo de algún modo) puede dejarse de lado o descuidarse en las predicaciones; y esto, a pesar de que hoy se diga lo contrario y que se insista en que el evangelio está centrado en lo presente y lo terrenal. Pablo advertía:

“Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo…que sólo piensan en lo terrenal” Filipenses 3: 18-19

Es en este punto cuando podemos entender la necesidad de comprender la importancia de la escatología (el estudio de las últimas cosas) en la predicación del evangelio. Porque sin perspectiva futura, ya no es el evangelio eterno. Los nuevos discípulos deben ser instruidos con todo el consejo de Dios. Tal cual Jesús lo dijo: “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” Mateo 28:20a

Una iglesia que pierde su perspectiva celestial y futura, comienza a olvidar el principio del evangelio eterno, y solo se centra en el bienestar del hombre aquí en la tierra. Por esta razón, las iglesias que han sucumbido ante este error, comienzan a “crecer” y se encumbran a la idea de “plantar” más iglesias con esta misma perspectiva centrada en lo social y en la solución de los problemas del hombre. Pero la biblia enseña algo muy distinto.

El Señor Jesucristo nos enseña que debemos esperar las moradas que Él fue a preparar para nosotros en el cielo (Juan 14: 2-3). Pablo nos dice que nos alentemos (consolemos) en la redención futura que es la glorificación (Romanos 8: 18-25, 1 Corintios 15: 50-53, 2 Corintios 5: 1-4, Filipenses 3: 20-21, Colosenses 3: 1-4, 1 Tesalonicenses 4: 13-18, 2 Timoteo 4:8, Tito 2:13). Estos pasajes entre otros, nos deben fortalecer la convicción de que el evangelio no es solo el énfasis en lo presente, temporal o terrenal, sino que se proyecta hacia lo futuro; hacia lo eterno.

“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” 1 Juan 3: 2

Amados hermanos, es cierto que estamos en este mundo y que la eternidad aún no ha llegado; pero “esto no es todo”. Alabamos al Señor por su elección soberana, por su llamado irresistible y por habernos justificado. Pero también debemos alabarle y darle gracias porque Él nos ha glorificado, y ya nos ha reservado nuestra posición en los lugares celestiales en Cristo (Efesios 1:3). Por esta razón, la perspectiva de la iglesia, como depositaria del santo evangelio de nuestro Señor Jesucristo, debe tener siempre la proyección futura y celestial de la glorificación de los creyentes, que será una realidad solo cuando El Señor regrese. Maranata!

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos dé sumisión y humildad para creer y aceptar solo lo que su santa Palabra nos enseña. Que así sea, Amén.

PEL 09/2017




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