«Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.» Hebreos 11:31

La Biblia esta llena de sorpresas y de inesperados desenlaces que se contraponen a nuestra lógica humana. ¿A quién de nosotros se le hubiese ocurrido considerar a una ramera como instrumento para llevar a cabo los propósitos divinos? Eso sea dicho de paso, para aquellos que dicen que la Biblia fue escrita por hombres sin inspiración divina.

Si en nosotros estuviese la elección, ciertamente escogeríamos lo mejor, lo mas ilustrado y noble. Esos son los parámetros que establecemos cuando vemos a alguien o necesitamos de él. Tal cual cuando el vendedor de la feria nos da el privilegio de escoger la fruta; elegimos las mas lindas y atractivas. Sería absurdo apartar aquella fruta machucada, podrida y destinada la basura una vez que la feria se haya ido.
Pero Dios, no actuó así. El ha escogido lo peor; la escoria y la podredumbre del mundo para mostrar su gloria. El toma una porción de algo tan básico como es el barro y comienza una obra de extraordinaria alfarería.

Eso fue lo que justamente hizo con Rahab la ramera. Ella no tenía mucha distinción , ni reputación ni méritos delante del Dios Santo. Pero así, tal como era, fue objeto de la gracia de Dios.
Es que su gracia es tan potente, que puede transformar al mas indigno de los pecadores, tal cual lo ha hecho con nosotros. Tanto fue así, que a esta misma Rahab, la encontramos en la genealogía de nuestro amado Señor Jesucristo (Mateo 1:5).

Ahora bien, ¿Qué jactancia puede haber en nosotros, si todo lo que somos, lo somos por la gracia de Dios?
Dios nos ayude a mirar a los pecadores con misericordia y amor, porque ellos no han conocido la verdad. Y aunque su condición pecaminosa, sea tan intensa como la grana o el carmesí, la potencia de la gracia soberana de Dios , la puede emblanquecer como la nieve y puede formar con ellos vasos de honra para su gloria.

PEL2006

 

 

 

Categorías: Devocional

1 comentario

Gustavo Bedoya · 2 de febrero de 2014 a las 10:11

AMÉN, Y AMÉN, LA GLORIA SEA PARA DIOS.

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