“…puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” Hebreos 12:2a


Todo creyente mira por la fe hacia el Gólgota. No hay otro destino en donde poner la mirada, sino solo en aquel monte de La Calavera en donde nuestro Señor Jesucristo fue crucificado. Es ahí donde él, siendo inocente y sin pecado, fue expuesto como un vil delincuente. Es allí donde Él expió, propició, remitió, redimió y nos sustituyó para el perdón de nuestros pecados.

Tan igual como en el tiempo de Moisés; todos aquellos que eran mordidos por las víboras venenosas del desierto, y ponían sus ojos en aquella serpiente de bronce, eran librados de los efectos mortales del veneno. En la actualidad, cada individuo que pone sus ojos en Jesús y cree en su sacrificio, obtiene el perdón de sus pecados para vida eterna. Nuestro Señor Jesucristo decía:

“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” Juan 3: 14-15

Quienes por la gracia de Dios hemos nacido de nuevo para vida eterna, no dejamos de contemplar por la fe, la cumbre del Gólgota. Porque desde allí mana la vida eterna. Pablo decía que no se había propuesto hablar otra cosa sino de Jesucristo crucificado (1 Corintios 2:2). Ese es el horizonte de todo creyente. Es el Sacrificio de la cruz del Gólgota. Es más, nuestra vida de peregrino se sustenta mirando al Gólgota. El autor de hebreos dice:

“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.  Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” Hebreos 12: 2-3

Pero satanás hará lo imposible para que los peregrinos y extranjeros dejen de mirar al Gólgota, y extravíen su mirada hacia atrás. Toda religión es usada por el diablo para que las personas no pongan sus ojos en Jesús muriendo en el Gólgota, sino que miren hacia otros destinos u horizontes desde donde no puede venir ningún socorro. Esa es la labor del diablo; desviar y extraviar a los hombres para que no miren hacia el Gólgota, puesto que es allí, además, donde Cristo venció a Satanás. Pablo dice:

“y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”  Colosenses 2: 15

Hoy de manera sutil y seductoramente, se está insinuando a volver hacia el Sinaí. En tiempos de apostasía, que muchos no advierten, hay una continua insistencia hacia los cristianos a mirar la ley por sobre la gracia para salvación. Eso en definitiva es mirar hacia atrás; es mirar hacia el Sinaí. Es no comprender en absoluto el propósito de la ley.

Estamos en tiempos de una verdadera “re-catolización” de la iglesia protestante y del evangelio. En otras palabras, se está pretendiendo elevar las obras por sobre la fe de Jesucristo. Con el afán religioso de buscar una santidad ascética y utópica, maestros y feligreses están dejando de mirar el Gólgota para volver la mirada hacia atrás; hacia el Sinaí desde donde viene la ley que nos condena. Pablo decía:

“sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” Gálatas 2:16

Tal cual como el romanismo exige la observancia de sacramentos y obras de caridad para ser salvos, hoy se pretende eclipsar el sacrificio de Cristo mediante distorsiones de doctrinas cardinales, como lo es la justificación y el perdón de todos los pecados. Hace ya varios años que algunos protestantes están pretendiendo agregar obras a la justificación solo por la fe. Este es el caso del libro “El verdadero pensamiento de Pablo” escrito por el teólogo anglicano N.T. Wright, quien pone en el tapete la revisión de la verdadera doctrina de la justificación; abriendo con ello una puerta muy peligrosa que socava los principios fundamentales del evangelio.

Un Artículo publicado en la revista de la Alianza Evangélica Española, Alethéia nº 25 (1/2004), pp. 5-32. Declara:

“…la teología de Wright es, en numerosos aspectos, totalmente antagónica a la teología evangélica. No sólo eso, sino que supone un retorno a las posiciones exegéticas y teológicas anteriores a la Reforma. Por consiguiente, es legítimo considerarla como una recatolización del pensamiento protestante. Los errores de Wright son de tal calibre y magnitud que es justificado calificar su enseñanza como “otro evangelio”

Sin embargo, es necesario precisar que no hay ninguna duda que la ley es santa, justa y buena. Así lo enseña Pablo (Romanos 7:12); eso no está en discusión. Pero la ley no es la que nos salva, sino la que nos condena. La ley es el espejo divino por medio del cual reflejamos nuestra horrorosa pecaminosidad; es la revelación del carácter santo de Dios, y que en su manifestación de justicia asoma también su indignación y su santa ira, la cual ningún hombre puede aplacar.

Pero la ley además, una vez que nos condena y nos revela lo pecadores que somos, es la misma que nos lleva hacia Cristo para ser redimidos de dicha condenación. (Gálatas 3: 1-29, Hebreos 7:18). En otras palabras, la ley no fue dada para salvación, sino que para condenación y conducción hacia Cristo, quien nos redime de la maldición de la ley (Gálatas 3: 10-11)

Hoy hay muchos maestros [doctores] evangélicos profundamente influenciados por la teología católica romana, que están enseñando más del Sinaí que del Gólgota. Diremos entonces ¿no enseñaremos más acerca del Sinaí porque la ley nos condena? En ninguna manera (como decía Pablo); lo que se pretende exponer en este artículo devocional, es que nadie será salvo contemplando el Sinaí; sino que el Gólgota, porque es allí donde murió nuestro Bendito y Todo suficiente Salvador. El pagó el precio de nuestro rescate, y solo Él satisfizo las demandas de la justicia de Dios expuestas en su santa ley.

El hablar del Gólgota, no significa libertad para pecar. Al contrario; quien ha nacido de nuevo, no ama el pecado y no quiere pecar. Odia el pecado, y quiere agradar en todo a su Señor. No obstante, el mismo sigue siendo pecador y necesita diariamente de la gracia y de la sangre preciosa de quien murió en la cruz del Gólgota para perdón de nuestros pecados. Juan dice:

“…la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.  Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” 1 Juan 1: 7-10

Note que el texto dice que la sangre de Jesucristo “NOS LIMPIA” de todo pecado. Es decir, el verbo está en tiempo presente y no en pasado. En otras palabras, no hay creyente que no necesite de la “sangre presente” de Cristo para los pecados presentes. Por lo tanto, la vida del creyente debe tener el imperativo de poner permanentemente los ojos en Jesús quien murió en la cima del Gólgota, porque desde allí proviene el perdón de todos nuestros pecados.

El evangelio consta de recordar el Sinaí que nos condena, pero luego nos lleva a observar el Gólgota el resto de nuestra vida en la tierra; nunca debe ser al revés. La ley nos recuerda que somos pecadores y que nadie podrá ser justificado a través de ella (Romanos 3:20), pero la gracia nos lleva hacia quien salva a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21). La ley condena al mejor, pero la gracia salva al peor. La ley ya no está sobre nosotros, sino que mora en nosotros. Pablo decía:

“No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” Gálatas 2:21

Amados hermanos, satanás no quiere que miremos el Gólgota. Él quiere que pensemos que somos salvos por obras. De ese modo el enemigo pretende pisotear la preciosa sangre de Jesucristo derramada en el madero de la cruz. Y es así como la serpiente está hablando a través de sus ministros que profesan piedad, pero niegan la eficacia de ella. Ellos hablan de la cruz, pero siguen contemplando el Sinaí. El que tiene oídos para oír oiga.

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos aumente mucho más la fe en el sacrificio eficaz de su obra redentora en la cruz y que en su venida nos encuentre mirando al Gólgota. Que así sea. Amén. Maranata!

PEL 04/2019

Categorías: Devocional

1 comentario

Farus · 15 de abril de 2019 a las 20:09

Que el Señor le bendiga Hermano Pablo, muchas gracias por el artículo.
Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador;Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.
Salmos 18:2
Maravilloso es nuestro Señor Jesucristo

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